VIH en lo legislativo
Foto: Cortesía

Por: Gerardo A. Herrera

La llegada de los españoles y la conquista hace ya 500 años, generó un proceso de sincretismo, que se visualiza hasta nuestras fechas, con la modificación de los usos y costumbres que realizan los pueblos indígenas y comunidades mestizas en México. Hoy nuestros pueblos mayoritariamente son católicos.

La celebración de las posadas, en el periodo decembrino, es un hecho religioso que abrevo de las dos culturas la mesoamericana y la occidental; así, los aztecas realizaban su culto en honor al dios Huitzilopochtli, en el mes de diciembre. Algunos de los entrevistados en mi visita a Coalcomán, me expresaron que las celebraciones decembrinas fueron parte del proceso de evangelización que utilizaron los frailes franciscanos, quienes buscaron, a través de este instrumento bíblico, realizar la cristianización sobre los usos y costumbres de los indígenas.

En este sentido, los frailes franciscanos aprovecharon los tiempos de celebración que realizaban los indígenas a su Dios Huitzilopochtli, alineando los tiempos, para dar los mensajes del Evangelio y por ende el catecismo en dichas celebraciones; estas celebraciones eran breves, pero en este proceso de evangelización tuvieron una duración de 9 días, o sea, un novenario que se realiza para llegar a una gran fiesta, que es el nacimiento del salvador, el niño Jesús.

De esta manera, no podemos hablar de una alineación nacional sobre la celebración de este hecho de fe católico, al contrario, cada rincón de México que celebra en diciembre estos pasajes bíblicos del nacimiento de Jesús, le imprime su propia cosmovisión y le da riqueza social. Así las posadas nos hacen recordar que somos diversos y plurales, y que pese a que existe un ritual y una estructura previamente definida, cada comunidad, cada pueblo, cada colonia, cada calle, cada casa o familia le da su propia construcción, lo que hace de este acto de fe la diversidad del cosmos por cada estructura social.

Lo que observo en Coalcomán es la capacidad que han tenido sus moradores durante estos ya 78 años de apropiarse socialmente de la festividad, de generar una propuesta alterna con sus características ya propias que les permite refuncionalizar un concepto religioso, unido a un acto de solidaridad, de comunidad, de familia y de amistad. Coalcomán construye comunidad.

Este 16 de diciembre de 2017, se cumplen 78 años de celebrarse de manera ininterrumpidamente, las posadas en la Cabecera Municipal de Coalcomán; estos eventos sincréticos, están llenos de color, hermandad y respeto a las tradiciones, a su religión católica. Las posadas en Coalcomán no solamente llaman a propios y extraños de Michoacán; son cientos de visitantes oriundos de Coalcomán, así como nacionales y extranjeros que abarrotan las calles de este pintoresco pueblo que mantiene vivas sus tradiciones en la vía pública desde 1939.

Sí, en noviembre de 1939, corre la leyenda urbana, dio inició el proceso que cambiaría para siempre la vida tranquila de Coalcomán para convertirse en el epicentro de las posadas vivientes. Narra el profesor Juan Medina que “una vez por la tarde, ya oscuro, de noche aun tierna, tomando café en el comercio de Alfonsito Mora, a la luz de un aparato de petróleo, estaban con él, varias señoras de entre las que me acuerdo; Librada Ortiz, Francisca Pachita Torres, Carmen Figueroa, Hermelinda Garibay, Doña María de Jesús Álvarez Casillas , varias muchachas y alguna niñas; Minerva Sandoval Neva , Hilda Palacios Cervantes, otras que no reconocí, hablaban y hablaban: ¡Que sí se puede! ¡No se acostumbra! Contestaba otra. De pronto don Alfonso dijo: “las costumbres las hacemos los pueblos” ¡vamos orita mismo con el señor cura!. La gente que pasaba y se quedaba a oír—porque así es en los pueblos—medio sorprendida e intrigada, se retiró”.

“Uno de ellos dijo: Qué traerá don Alfonso con estas viejas”. Así pasó, me platicó una anciana. Eran los primeros días de noviembre de 1939, cuando la comisión ya más ampliada, llegó con el señor Cura Amador Cárdenas y de tajo le dijeron: “Queremos la posada del 24 en la calle”. “No se puede, ni le busquen”,-contestó el sacerdote- la liturgia no lo permite”. –Agregó- Don Alfonso más prudente le dijo: “Señor cura, no nos cierre las puertas, alcabo los achones también son católicos, y los ponemos en la calle, además, todo va a ser con el rezo y procesión””.

“No—ratificó el padre-, me lo va a negar el señor obispo”. Pero vieron que el Padre Amador también se había animado, aunque no dijo nada, y una mujer insistió: “Señor cura, nada le cuesta con solicitar el permiso de la posada en la calle con la Virgen, San José, la burrita y toda la cosa”. “¡Si me corre el Señor Obispo es por culpa de ustedes!”,-les gritó el cura Amador-. Un aire de confianza envolvió la plática, era un pueblo totalmente católico, creyente y obediente de su pastor, ese día, no habría ovejas descarriadas. Y sucedió el milagro. ¡¡La posada del 24 por la calle de la canela !!”.

A pregunta que les hice a Rubí Castañeda Palominos y a Christopher Lo Sanz, sobre esta narración me dice Christopher: “el maestro Juan Medina, un maestro bien conocido en Coalcomán, fue quien entrevisto a mi tío y a mi familia, ya que Alfonso Mora, inició con esta tradición, él es mi abuelo paterno, es quien en vida fue papá de crianza de mi padre, fue de quien heredamos el talento para las artes”.

Las tradicionales posadas constituyen no solo una expresión viva del nacimiento del hijo de Dios, sino una expresión de respeto a la vida, porque son personajes vivientes los que participan (y no solamente imágenes o estatuas) y el burro que es utilizado por María; pero por otro lado, también expresa la manera de compartir los excedentes económicos de la familia o familias que se organizan para desarrollar estas actividades religiosas.

Las expresiones vivas de las posadas son montadas y producidas mediante escenografías que expresan los diferentes pasajes de aquellos días de peregrinar de la Virgen María y San José, pidiendo posada para quien al final de este periodo, el día 24 de Diciembre, da a luz al niño Jesús, salvador del mundo y único hijo de Dios.

La estructura del programa de las posadas en Coalcomán, se han ido fortaleciendo a través de los años, por una práctica que año con año, por más de 70 años, legitima la actividad y apropiación de la población al hacer suya esta celebración. El formato que se sigue de las posadas es el siguiente:

La estructura tradicional para pedir posada es única en tanto su formato, pero diversa y rica en componentes de conformidad con la población y cosmovisión de éstos: cantos alusivos a las fiestas de nacimiento de Jesús, que evidencia y nos recuerda como María y José desde que salen de Nazaret, y hasta llegar a Belén, buscan un lugar, que no es opulento, sino un sencillo pesebre, para esperar el nacimiento de su hijo Jesús; además de rezar el Rosario de manera colectiva.

Cada posada en Coalcomán es organizada por vecinos, familiares y amigos de la calle donde se realiza ésta; los cuales se asignan funciones muy definidas para el mejor impacto y desarrollo de este evento religioso.

Cada uno de los miembros de la calle aporta recursos, además de recibir donaciones para alcanzar la mejor propuesta y desarrollo del evento de dicha posada. Con ello, existe una mezcla de recursos que imprime el concepto solidario para fortalecer los usos y costumbres y uno de los actos de mayor prestigio en Coalcomán, y por el cual su población se siente orgullosa.

Con la más amplia participación y desarrollo de los vecinos, familiares y amigos, se elaboran los escenarios o cuadros, que son los pasajes bíblicos alusivos al nacimiento de Jesús y donde hará las paradas las personas que forman la procesión acompañando a esos peregrinos vivientes para pedir posada.

Las calles son adornadas con cordeles de papel, material reciclado, materiales naturales, espigas de maíz, zacate, hojas secas, entre otras; también se preparan faroles de distintos colores elaborados en papel con una vela en su interior que se prende al paso de la procesión. Importante precisar que la creatividad y el diseño del arreglo obedece a los diversos comités que se organizan en cada una de las calles que participan, así tanto los cordeles, los faroles, como la base del piso que es bañada prácticamente por huinumo (hoja de pino), hojas, aserrín, jaragua macheteada (pasto), hace una armonía, entre lo natural, lo viviente y lo metafísico, generando la búsqueda de lo estético, esto es, de la búsqueda de la belleza en su construcción cultural social.

En cada calle participante, las familias que organizan la posada, elaboran los cuadros bíblicos, acompañada de un equipo de representación de hombres, mujeres y niños, así como de animales que coadyuvan a la representación viva de la posada, de ahí que las posadas en Coalcomán son vivas, porque por ellas pasa sangre que recuerda la importancia de la vida, el honrar la vida que es el cuerpo y la sangre de cristo.

Al inicio y al finalizar la posada, la participación del sacerdote funge como el guía espiritual, toda vez que se inicia con rezar el Rosario en la Iglesia, para posteriormente personas escenificando a María y José acompañadas del burro, así como de diversas personas con trajes de aquellas épocas hacen el recorrido por la calle participante. Esta procesión va acompañada de coros cantando villancicos durante el recorrido; en dicho recorrido se hacen tres paradas donde se pide posada (son las propiedades de los vecinos que previamente fueron sorteados para que ahí llegaran los peregrinos a pedir posada), de ahí caminan hasta llegar al cuadro principal donde se reza y el sacerdote que acompaño todo el proceso para pedir posada, comparte una reflexión rica históricamente, y reflexiona sobre el sentido simbólico de lo que significa estos actos litúrgicos para la humanidad.

Son 9 días, en los que la población se vuelca para organizar la mejor posada de la cabecera municipal.

Recapitulando, cada posada, promueve la mayor participación para que el comité organizador de cada una de las nueve posadas, se organice para presentar una posada que integre los distintos elementos narrados en los pasajes bíblicos; pero adicionalmente, organice a los vecinos para la elaboración de los obsequios culinarios que darán a los participantes, y que se ofrecen durante el recorrido de la virgen María y San José pidiendo posada. El menú culinario que se ofrece consiste en ponches de fruta, los deliciosos buñuelos con atole, gaznates, tamales de dulce y de chile verde y rojos, e incluso el delicioso pozole ya tradicional de aquellas tierras. También es clásico que se ofrezca la bebida Caliente de Navidad, la cual ofrece un rico sabor a ponche pero con frutas selectas, manzana, guayaba, piña, tejocotes, canela, caña y azúcar.

Así, cada hogar que se localiza en la misma calle por donde pasan los peregrinos vivientes y la población que los acompaña elabora su propuesta culinaria, la cual es ofrecida de manera espontánea y respetuosa a quienes acompañan estos procesos para fortalecer los lazos de hermandad, humanidad y solidaridad.

Para este 2017, la primera posada fue organizada por los vecinos de la calle Salazar; la segunda posada será en la calle Madero, después en Zaragoza, Obregón, Matamoros, Guerrero, Morelos, Bravo y concluye el día 24 en la calle de Juárez.

Es importante señalarlo, son estas festividades en las cuales se construye comunidad, es ahí donde se cohesionan uno a uno los amigos, vecinos, miembros de la familia nuclear, o bien extensa, hasta hacer comunidad; lo importante es ser los mejores anfitriones, compartir las mejores bebidas y la deliciosa comida tan esperada año tras años.

Así, el concepto de comunidad nos remite al sentido de pertinencia en sus habitantes, ellos, ellas, se reconocen entre sí, y de esta manera legitiman su pertenencia; los miembros de la comunidad se sienten unidos por redes de diversos ambientes; entre las que predominan las relaciones interpersonales inmediatas, sinceras, comprometidas y abiertas, sin dejar de reconocer la complejidad con que se construyen las relaciones sociales y los obstáculos que se dan como fenómeno social.

Pero también comunidad se construye con el entorno en donde se conforma la cotidianidad en sus variadas manifestaciones, esto es la diversidad cultural, donde se cristaliza la conciencia más profunda de lo vivido, donde lo dialógico, pero también lo normativo nos hace atender a lo ético y a una búsqueda constante de lo estético.

El ser humano (racional, emocional, libertario y social) vive y consolida sus raíces, aunque hay que decirlo esto se da en un proceso social de mucho diálogo, para construir solidaridades, es capaz de forjar ideales en común para el diseño de un futuro colectivo y aquí es donde sus miembros expresan conciencia de pertinencia, identificación con cierto símbolo particular (como el hachón o bien las posadas) e interactúan entre sí, más intensamente que en otro contexto; porque es justamente este espacio donde se encuentran y ratifican sus rasgos de socialidad y de solidaridad.

Consecutivamente la cultura (expresada en los comportamientos de las instituciones familiares, escolares, así como desde la iglesia), presenta una connotación de carácter de identidad, porque son las prácticas que realiza la población el elemento transcendental en su manifestación explicita, debido a que, se hace en función de la naturaleza social y natural que relaciona a la comunidad.

Una comunidad existe cuando entre sus miembros hay lazos que los hacen sentirse parte de un grupo o una colectividad, sin importar si conviven en el día a día, o bien sí sólo logran convivir breves periodos de tiempo.

Comunidad, es de naturaleza afectiva y existencial y caracteriza básicamente las relaciones sociales informales, en donde por cierto un miembro de dicha colectividad, en su día a día o en algunos días o sólo al fin de año forma parte de ésta, sin distingo.

Desde que conocí Coalcomán lo ame, como ame a su gente buena, a su gente que con calidez te atrapa el corazón. En estas épocas decembrinas, recordar Coalcomán es vivir la esperanza de una nueva vida, la vida en paz y en armonía con el Dios por el que cada persona respeta y se compromete.