Barbie y película sobre el feminismo
Foto. Cortesía

A Ilbel y Valentina.

Barbie, película de 2023 coescrita y dirigida por Greta Gerwig, actuada y producida por Margot Robbie.

La historia presenta una crisis existencial que altera la vida perfecta de una de las muñecas que habitan Barbilandia (espacio que materializa el mundo de ilusión de las niñas). “Barbie clásica” se sorprende a sí misma pensando en la muerte, llorando, con celulitis, y enfrentando problemas cotidianos, como quemar el pan y agua fría saliendo de la regadera. Ante lo inexplicable de esas circunstancias que dañan la excelsitud del mundo imaginario y después de consultar a la “Barbie rarita” (una muñeca de pelo mal cortado y cara pintada, presumiblemente por las manos de una niña “creativa”), “Barbie clásica” se dirige al mundo real para buscar a su dueña y resolver el problema.

Durante la aventura, que entrecruza el mundo real con el fabuloso e inexistente Barbiland (creado por los juegos de muchas niñas que hoy son adultas), Barbie descubre la razón del problema. Gloria, madre de Sasha, conservó la muñeca desechada por la niña que hoy es una adolescente crítica de la ideología que Barbie propaga y que lleva a las jóvenes a experimentar desasosiego. Ante el distanciamiento de su joven hija, Gloria se dedica a diseñarle ropa a la muñeca y a jugar con ella, transmitiéndole así las frustraciones de su propia vida.

La solución que las muñecas y sus dueñas encuentran ante las complicaciones presentadas es hacer que las muñecas reconozcan la difícil y compleja existencia femenina, mediante un discurso feminista capaz de reavivar su capacidad de independencia. Pero mientras descubren la razón del problema, el muñeco Ken (compañero de Barbie) también descubre sus propias insuficiencias. Después de intentar instaurar el patriarcado, se hace consciente de su codependencia emocional a Barbie.

Finalmente, Gloria se reencuentra afectivamente con su hija, quien le ayuda a realizar una revaloración de sí misma; “Barbie” ayuda a “Ken” a reconocer su propia necesidad de autonomía; “Mundo Barbie” vuelve a ser lo que era: el mundo ilusorio en el que juegan y con el que crecen las niñas; y “Barbie clásica” (“estereotípica”) elige ser una mujer con todos los dilemas, conflictos y alegrías de la existencia humana. Existencia que se caracteriza, como señala Ruth Handler, la creadora de la muñeca, por inventar el mundo en sus peores aspectos como en los mejores.

Es evidente que Barbie no es una película dirigida a las niñas, aunque ellas también puedan verla y disfrutarla sin captar necesariamente todo el sentido crítico, feminista y existencialista de la cinta. A algunas feministas nos conmueve la capacidad cinematográfica de reproducir de forma muy sintética la compleja realidad de las mujeres; de transmitir lo que las feministas de la diferencia llaman “la excelencia de las mujeres”, en una caracterización lúdica de ella.

La película pone en juego todas las imágenes de la feminidad que la muñeca ha proyectado socialmente en diferentes periodos de su historia. El recorrido presenta los diferentes momentos de existencia de la muñeca, así como las diversas perspectivas socialmente adoptadas y las formas sucesivas de una idea de feminidad que evoluciona en la cultura pop, de la misma manera que evolucionan los modos de vida de los seres humanos, de acuerdo con la significación que las personas dan a su experiencia.

Desde su novedoso diseño en 1958 y la fascinación que produjo —con el consecuente auge de su venta (el primer año más de trescientas mil y actualmente 3 muñecas por segundo)—, pasando por la crítica desatada por la conciencia feminista emergente durante los años 90s., hasta la diversificación del modelo original que respondió a dichas críticas, se llega a la visión contemporánea de dos mujeres: Greta Gerwig (coescritora y directora) y Margot Robbie (protagonista y productora), para pensar un nuevo modelo de feminidad para el siglo XXI. La referencia a Odisea del espacio 2001, con la que comienza la cinta, significa el nacimiento de una nueva era en la identidad subjetiva de las mujeres.

En el contexto posmoderno del actual milenio —y ponderando el hecho de “la muerte del patriarcado” con que la feminista italiana Luisa Muraro (1996) interpreta la emergencia pública de las mujeres en las postrimerías del siglo XX— es útil reconocer el carácter dinámico de la condición humana. El devenir de la historia y el simultáneo desarrollo de la conciencia nos obliga a repensar el despliegue de la idea que de sí mismas han tenido las mujeres. Ya el sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky (2007) describía el paso de la mujer doméstica y luego la mujer emancipada a la “tercera mujer”, que conjuga valores de ambas sin superar la desigualdad.

La imagen de la muñeca ha transitado por esos tres modelos: la veneración acrítica del modelo original (“clásico” o “estereotípico”) que representa un modelo de belleza inalcanzable para las mujeres; la crítica demoledora del feminismo que concibió a “Barbie” como un estereotipo opresivo y debilitante (que en la cinta se expresa en el discurso de Sasha, la adolescente que la repudia); y la respuesta de los fabricantes que, desde una perspectiva individualista dictada por criterios comerciales, adecua a “Barbie” a los nuevos tiempos acogiendo 160 profesiones, 35 tonos de piel y 94 estilos de pelo, sin modificar la imagen sexualizada de la muñeca.

En la cinta, el fenómeno social y comercial de “Barbie” se despliega a través de una crisis de identidad de la muñeca, para mostrar a las mujeres de este siglo una nueva perspectiva del sentido de la vida. Una vez expuestas las tres imágenes de las que habla Lipovetsky, las cineastas construyen la posibilidad de definición de un cuarto modelo de feminidad contemporánea, mediante una recreación crítica de los anteriores modelos. Así aparecen los agentes sociales que se han beneficiado (desde múltiples puntos de vista) de lo que podríamos llamar “un sueño”, que ha adoptado diversas formas de realización.
Inicialmente se presenta el sueño de Ruth Handler, una mujer que toma como inspiración a su propia hija para crear una muñeca, aunque después de enriquecerse con el producto de ese sueño se rehúsa a pagar los respectivos impuestos. También se presenta el sueño de los fabricantes, cuya motivación es obtener beneficios económicos al tiempo que proyectan socialmente su propia definición de lo que significa ser mujer. El contenido de su definición es acorde al anhelo de promover el consumo, por ello le otorgan importancia total a la imagen, en menoscabo del carácter: tema que les preocupa profundizar a las cineastas del filme. La infantilidad de los empresarios que se dedican a la fabricación y venta de juguetes y la paradoja de que sean varones, produciendo objetos que servirán de ideales a las niñas, queda mostrada en varios momentos a través del discurso absurdo y las escenas humorísticas del director ejecutivo de “Mattel” (la transnacional fabricante de las muñecas).

La cinta nos presenta también el sueño de aquellas madres que atesoran la felicidad de sus hijas y se empeñan en ayudarles a lograrla, eligiendo las posibilidades que consideran adecuadas, aunque estas resulten engañosas. El reconocimiento de los fracasos de Gloria en su vida real da lugar a la conciencia de una contradicción entre el anhelo femenino, maternal e infantil, de un mundo armonioso y la cruenta realidad de un mundo dominado por la ideología del patriarcado. Pero la cinta refleja, sobre todo, el sueño de realización personal que cada niña pone en acto a través del juego. Barbiland es un mundo, no sólo dirigido por mujeres, sino, además, un mundo en el que no existe la violencia ni el dominio de nadie. Es el retrato perfecto de la idea del mundo que fabrican en su mente las niñas cuando juegan.

La película pone en juego el contraste entre la ensoñación inocente de las niñas versus la realidad de las mujeres. Pero también incluye la perspectiva de todas las personas que se relacionan con la muñeca: la diseñadora, los fabricantes, las niñas consumidoras y sus madres, y hasta las propias muñecas, además del personaje “secundario” de Ken, quien interpreta el sentido de la masculinidad. Las variantes de esas formas concretas de realización de la humanidad de las mujeres se expresan a través de la posición de cada personaje, que a su vez incorpora un aspecto distinto del fenómeno que se analiza: la producción masiva de un juguete para niñas y su recepción social, así como los proyectos de realización que el juguete transmite.

Diseñada por Ruth Handler en 1959, la muñeca más exitosa de la historia fue bautizada con el nombre de su hija Bárbara. El diseño y fabricación de una muñeca es una figuración exterior a las mujeres, pero jugar como niña con una muñeca es poner en acto una autoconcepción de las mujeres. No obstante, hay una estrecha relación entre fabricantes y consumidoras; entre la proyección de un “ideal” y la realidad de una existencia (que incluye proyectos de realización mediante los deseos de las usuarias).

También es diferente la motivación de una madre que elige el modelo de feminidad con el que espera que su hija se identifique, que la lleva a guardar una de esas elecciones cuando la niña las desecha. En ese acto común para muchas madres, que constituye una escena aparentemente insignificante en la película (aunque realmente es una de las más importantes), cobra importancia la relación madre-hija: tema central para el pensamiento feminista de la diferencia sexual. La ruptura o la complejidad de las relaciones entre madres e hijas es producida por el sistema patriarcal, que se beneficia de la separación ideológica de las mujeres. Sin embargo, la condición común de las mujeres es un hecho, aunque este sea poco reconocido por ellas.

La película da cuenta de cómo la experiencia vivida y las expectativas de las mujeres llegan a encontrarse cuando estamos dispuestas a escucharnos. El significado de la existencia de las mujeres (el hecho, pues, de ser una mujer) coloca a más de la mitad de los seres humanos en una situación específica que, observada críticamente, produce dudas e interrogantes permanentes a lo largo de la vida. Tal situación es reflejada recurrentemente en la cinta, tanto en el personaje principal del filme: la modelo estereotípica de “Barbie”, como en el malestar de Sasha y, sobre todo, en el discurso rabioso y clarificador de su madre, empleada de la fábrica de muñecas y responsable del caos producido, debido al hecho de haberse atrevido a proyectar su propia realidad en la muñeca mientras juega con ella.

La cinta muestra cómo, una vez transformados los anhelos infantiles por una realidad hostil a las mujeres, que en su obsesión patriarcal no les permite realizar sus sueños pacifistas, inocentes y armónicos, las mujeres se perciben olvidadas de sí mismas y afanadas en adaptarse a una realidad contradictoria y violenta que las lleva a vivir en medio de la frustración cuando son adultas. Sólo la comprensión de otras mujeres, la recuperación de la sororidad —solidaridad basada en el reconocimiento de igualdad que constituye la existencia de las mujeres— y el affidamento —reconocimiento de autoridad entre las mujeres—, puede dotar al mundo de una libertad auténtica y un real encuentro humano con las y con los otros.

El personaje masculino de la cinta es, por su parte, el referente de una masculinidad que, en general, no ha sido analizada, pero mediante el desarrollo de la historia va cobrando sentido. Como dijera el sociólogo francés Jean Baudrillard, en su libro De la seducción: “la fortaleza fálica representa, en efecto, todos los signos de la fortaleza, es decir, de la debilidad”. La canción opresiva que “los Kenes” les cantan a “las Barbies”, para ser admirados, sintetiza la fragilidad masculina y revela una necesidad oculta bajo el afán de dominación del patriarcado. La oscura necesidad de control total de las mujeres se revela en verdad como indigencia afectiva de los hombres, desesperación ante el vértigo de su propio vacío y una necesidad profunda de afecto y de sentido.

La cinta explora la compleja relación intersexual y las perplejidades que ella produce en ambos sexos. Cruzar una definición del patriarcado con la experiencia del juego con “las Barbie” (que es finalmente el mundo idealizado de las niñas), da como resultado una película que además recoge aspectos de la realidad combinadas con el imaginario social producido por el mundo del cine. La música, las coreografías presentadas, su artificiosa escenografía, así como los colores y temáticas aludidas, dan cuenta de un elemento cinematográfico que evoca cintas como Cantando bajo la lluvia, Vaselina, The Truman Show y Odisea del espacio 2001.

En realidad, bajo una visión estética de los poetas, los varones han interpretado a las mujeres como su inspiración sublime mientras, desde la perspectiva feminista, las mujeres son convertidas en objeto de uso y dominación de los varones. La cinta muestra un tercer punto entre esos dos extremos: la necesidad de atención que los “Kenes” expresan, cuando les cantan a las “Barbies” una romántica expresión de su violencia apenas contenida, simboliza su necesidad humana de sentido. Igualmente la experiencia de “Barbie”, retratada en la cinta: ella prefiere ser sujeto creador que solo objeto, aunque este sea “perfecto”. “Barbie” elige definir el sentido de su existencia, con todas las dificultades que esta encierra, en lugar de ser manipulada como objeto lúdico en el centro de una bella ilusión.

Su decisión final es un elogio a la autonomía de las mujeres. A pesar de lo maravilloso que es “el mundo de Barbie”, ella prefiere ser sujeto creador que objeto creado. El ejemplo de Gloria, quien supera su propio dilema existencial en el encuentro honesto con su hija, y el discurso que promueve el “despertar de la conciencia” de las “Barbies”, nos muestra la importancia de la sororidad. La comprensión de Sasha hacia su madre cuando descubre que Gloria oculta la oscuridad de su vida, la misma oscuridad que signa su vida adolescente y la de sus amigas, nos habla de la necesidad de affidamento.

Todas las personajes de la cinta expresan la excelencia de las mujeres y su capacidad, no sólo de adaptarse al mundo patriarcal, sino, de transformarlo mediante el ejercicio de amor con que las madres alimentan el ideal expectante de las niñas. Pero la actualidad feminista de la historia radica en un desenlace relevante: la enseñanza que “Barbie” comparte con “Ken”, acerca de su propia necesidad de autonomía. La crisis de masculinidad que “Ken” enfrenta se resuelve cuando comprende que no puede hacer depender su identidad de alguien más que de sí mismo.

La película no es, por todo esto, sólo para las niñas ni sólo dirigida a las mujeres. A todas las personas nos enseña el valor de la libertad individual y la urgencia de respeto intersubjetivo. La liberación de la humanidad depende, pues, de nuestra capacidad de adaptar las relaciones interhumanas a la desaparición del patriarcado. Un diálogo, casi al final de la película, da cuenta del carácter abierto de la historia humana. Es el diálogo entre la muñeca y su creadora, en el que la inventora externa su serena incapacidad de definir o controlar el destino de su propia hija, así como la amplitud de posibilidades que los seres humanos ejecutan y eligen para significar lo humano.

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“Los seres humanos inventaron el patriarcado, [pero] también inventaron a Barbie”, afirma la creadora, refiriéndose a un horizonte en el que se proyecta un sueño alternativo: un mundo positivo y armonioso, acorde a la mentalidad femenina de la mayor parte de las niñas, que las autoras de la cinta nos ofrecen para encarnar lo humano en el futuro…

Bibliografía

Libreria de mujeres de Milan, El final del patriarcado, trad. de Maria-Milagros Rivera. Barcelona, Llibreria Proleg, 1996.

Lipovetsky, Gilles, La tercera mujer, Barcelona, Anagrama, 2007.

Baudrillard, Jean, De la seducción, Barcelona, Cátedra, 1987.