Empiezan los tiempos electorales
Foto. Cortesía

Por: Marx Aguirre Ochoa

Frente a la hegemonía del sistema neoliberal que orienta a la sociedad hacia la rentabilidad, ganancia y consumismo, y en un México con una aún creciente dificultad de gobernabilidad y debilitamiento del Estado de Derecho, es importante retomar el papel del ciudadano y el compromiso que se debe tener ante una sociedad en trasnformación.

En el ciudadano y en la sociedad está la razón de hacer valer los compromisos. Cada pais dicta sus propias leyes en las que integra capítulos referentes a la nacionalidad, derechos y obligaciones de sus ciudadanos, en México estas leyes están integradas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el título primero, capítulo II de los mexicanos, artículo 30, artículo 31 y artículo 32, capítulo III de los extranjeros, artículo 33 y capitulo IV de los ciudadanos mexicanos, artículo 34, artículo 35, artículo 36, artículo 37 y artículo 38.  

La ciudadanía es poder, entendido como la facultad de realizar actividades con plena autonomía, tomando decisiones responsables en el contexto social actual. Es la capacidad de cualquier persona para asumir compromisos en un ambiente social y político con el que se identifica al sentirse parte de él, logrando convivir en un mismo entorno. Todos somos titulares de poder por lo tanto se puede intervenir en la toma de decisiones que influyen e impactan en la vida cotidiana en la misma sociedad establecida.  Es sentirse parte de una estructura social y política, y sobre todo, asumir responsabilidades y obligaciones en la construcción de una mejor sociedad, ahí la gran trascendecia de una verdadera  participación ciudadana.

La ciudadanía se refiere a las “Prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia”. Y lo que da sentido de pertenencia es la posibilidad de tener acceso a lo mismo que el grupo de referencia tiene, tanto en materia de bienes como de servicios. La condición de ciudadano se fortalece con la educación y es una responsabilidad central del Estado, de sus instituciones, publicas, privadas y obviamente de la sociedad. En el proceso de formación y de desarrollo del ciudadano como protagonista de las sociedades democráticas hubo plurales influencias: liberales, democráticas, socialistas y republicanas. Conceptos como el individualismo, la libertad y la igualdad, la idea de contrato social o el sufragio universal, influían y motivaban la ciudadanía. Sin embargo, ante estas definiciones, es importante retomar y recalcar que es obligación también del ciudadano al menos de estar informado de cuanto acontece a nuestro país y defender con igual entereza la honorabilidad y soberanía del país.   Es obligación de los ciudadanos hacer valer nuestros derechos como personas pertenecientes a una nación, a un país, en donde sin la identidad no habría nada, seríamos simplemente humanos en un territorio determinado. Cabe mencionar esto por los últimos acontecimientos con el vecino país del norte y su mandatario, que no vale la pena ni mencionar.

El poder del cambio está en la sociedad misma comprometida con todas las causas sociales, humanas, economicas y politicas, que van más alla de la última ganancia y del enriquecimiento personal, a costa de todo y todos.  La  verdadera trasnformación en la ciudadanía en general, bien informada, capaz de persuadir, de no quedarse con los brazos cruzados ante las injusticias, ante la corrupción, ante la violencia, ante una serie de situaciones que se están viendo pasar y nadie puede hacer nada. En la gente está el contribuir con miles de granitos de arena. Al hacerse y formarse el compromiso de por lo menos estar enterados e informados de lo que pasa en el mundo, en el medio ambiente, en la política, en el gobierno, quiénes son nuestros diputados y secretarios de Estado, saber por lo menos sus nombres y propuestas legislativas, pedir cuentas, hacernos oír, hacernos valer.

Será fundamental realizar un análisis a fondo sobre la pérdida de los valores que han distinguido a los mexicanos y que tienen carácter universal, vinculándolos a sus condiciones de existencia y al futuro que merecen como sociedad. Un nuevo compromiso ético e ideológico se impone, ante procesos desintegradores que colocan en situación de riesgo y vulnerabilidad a todo el país.