Foto: Cortesía

Por: Roberto Carlos López

¿Que es lo que requiere nuestro Estado para iniciar  la ruta del crecimiento económico?

Confianza

No es tan sencillo de explicar así como tan simple se ve la palabra.

Si hacemos un análisis del entorno social en el que nuestro Estado se ha visto inmerso en los últimos años,  podremos tener un panorama nada halagador.

Las crisis políticas que han derivado en consecuencias económicas y sociales nos llevan entender el retraso social comparado con el estatus de los Estados vecinos que han logrado situar a sus ciudadanos en mejores condiciones de vida.

La inestabilidad social generada en conjunto por los múltiples factores de las crisis mencionadas  ha generado  una profunda desconfianza no solo en la conducción de los esquemas de gobierno, sino en las políticas implementadas para hacer frente a los diversos desafíos.

Así tenemos que la imagen del estado sugerida en los diversos medios de comunicación y la rumorología negativa implantada con intereses oscuros en las redes sociales han magnificado en suma lo negativo y en casi nada los aciertos y progresos sociales.

Lo que ha generado  una total desconfianza de los ciudadanos en su Gobierno, del Gobierno en la efectividad de sus políticas y programas, ahuyentando la inversión y la generación de mejores oportunidades.

La desconfianza se ha generalizado de tal forma que ya dudamos de toda acción de gobierno encaminada a combatir flagelos sociales como la inseguridad, el desempleo, la desigualdad, la pobreza y la violencia. Dudamos de todo y de todos.

Por eso al iniciar estas líneas decíamos que lo que más requiere el Estado es “confianza” en su clase gobernante, en sus Instituciones, en sus programas y acciones, en su política para conducir a la sociedad a mejores estadios, confianza de los ciudadanos en su Gobierno en las instituciones y en los equipos que lo hacen posible, bajo el ojo vigilante de la transparencia y la rendición de cuentas.

Confiemos y dejemos la descalificación como práctica, la crítica destructiva mordaz y lacerante que solo beneficia los intereses más lóbregos  del retroceso.

Confiemos en nosotros mismos.