Río 2016 se prepara para los Juegos Olímpicos, enfrentando una crisis política, de salud con el Virus Zika y económica sin precedentes en Brasil
El virus del Zika, el conflicto político de Rousseff y la crisis económica ponen a temblar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 / Foto: Especial

Río 2016 se prepara para los Juegos Olímpicos, enfrentando una crisis política, de salud con el Virus Zika y económica sin precedentes en Brasil

Inmersa en una tormenta perfecta de crisis, la ciudad brasileña de Río de Janeiro se prepara para ser la primera región de Sudamérica en albergar este 2016 los Juegos Olímpicos, cuya celebración no estaba exenta de dudas ni polémicas.

Desde la inestabilidad política derivada del juicio a Dilma Rousseff, hasta la sombra del virus del Zika y la recesión económica más profunda de las últimas décadas, los organizadores del evento deportivo enfrentan un escenario plagado de desafíos.

El 17 de abril de 2016, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó el impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff, acusada formalmente de maquillaje fiscal —una medida que la propia mandataria catalogó como un “golpe de Estado” y que polarizó a la sociedad brasileña.

A partir de ese momento, el país quedó sumido en una crisis política sin precedentes recientes, con el gobierno de Michel Temer —aliado de siempre de Dilma— asumiendo el control del poder en medio de protestas y desacuerdos generalizados.

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la Cámara de Diputados de Brasil aprobó el impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff, acusada formalmente de maquillaje fiscal / Foto: Especial

El impacto del Zika: preguntas globales sobre salud pública

A la crisis política se suma la amenaza del virus del Zika, declarado por la Organización Mundial de la Salud como una emergencia de salud pública internacional.

Aunque la OMS y el Comité Olímpico Internacional (COI) han insistido en que el riesgo para los deportistas y visitantes es bajo, especialmente durante el invierno brasileño, cuando la presencia del mosquito Aedes aegypti disminuye, la sombra de la epidemia no deja de inquietar.

Algunas delegaciones, como la de Estados Unidos, Kenia y España, han considerado no enviar a sus atletas, sobre todo por la incertidumbre sobre las pruebas disputadas en aguas abiertas, donde el riesgo de contagio es mayor.

Brasil ha reaccionado con medidas de prevención: distribución de información a través de una app oficial, fumigación en zonas clave y monitoreo activo de hospitales y servicios de emergencia. Sin embargo, la desconfianza internacional persiste, así como la imagen de un país cuyos principales retos no solo están dentro de las canchas, sino también en la calle.

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Algunas delegaciones, como la de Estados Unidos, Kenia y España, han considerado no enviar a sus atletas / Foto: Especial

La economía y la vida cotidiana en la antesala olímpica

La crisis económica no es un tema menor. Brasil enfrenta en 2016 su peor recesión en décadas, con una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) del 3.6% y un desempleo que, según cifras oficiales, alcanza al 12.6% de la población activa —casi 13 millones de personas—, una de las tasas más altas de la historia reciente del país.

La caída ha sido generalizada: industria, agricultura, servicios y, sobre todo, el consumo interno se han desplomado de manera sostenida.

La llegada de turistas, atletas y medios de comunicación representa una inyección de divisas y una oportunidad de mejorar la imagen del país, pero también expone la desigualdad social y urbana.

El Estadio Maracaná, principal escenario de ceremonias y eventos, se encuentra a escasos metros de una de las favelas más grandes de la ciudad, donde la pobreza y la violencia urbana siguen siendo desafíos diarios.

El COI y la mirada global

Pese a los conflictos, el COI mantiene su postura optimista. Según sus voceros, la máquina institucional y operativa de los juegos funciona ya en “modo automático”, blindada —al menos en teoría— de los vaivenes políticos y sociales del país anfitrión.

Los hoteles de la ciudad están casi al 100% de ocupación y hasta ahora no se reportan cancelaciones masivas, lo que sugiere que, para muchos visitantes, el espectáculo deportivo seguirá adelante.

El contexto histórico: juegos bajo presión

La historia de los Juegos Olímpicos está marcada por la tensión entre el ideal deportivo y la realidad política.

En México 1968, la masacre de Tlatelolco, ocurrida apenas diez días antes de la ceremonia de inauguración, se convirtió en un símbolo de la represión estatal bajo el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

En Múnich 1972, el ataque terrorista contra la delegación israelí mostró que el deporte no está exento de la violencia y los conflictos internacionales.

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la ciudad brasileña de Río de Janeiro se prepara para ser la primera región de Sudamérica en albergar este 2016 los Juegos Olímpicos / Foto: Unsplash

Río 2016: ¿El triunfo de la esperanza?

La inauguración, programada para el próximo 5 de agosto en el Estadio Maracaná, marcará el inicio de 17 días de competencias en 42 disciplinas deportivas —incluyendo el debut olímpico del golf y el rugby—, con la participación de 10,500 atletas de 206 países y 306 pruebas, 136 femeninas, 161 masculinas y nueve mixtas.

Bajo este panorama, los Juegos Olímpicos de Río 2016 se presentan como una prueba de resiliencia para Brasil y para el movimiento olímpico.

Si bien el COI insiste en que el deporte y la fiesta deportiva prevalecerán, la realidad es que el éxito de la edición brasileña no solo se medirá en medallas, sino también en la capacidad del país y del mundo para sobreponerse a la incertidumbre.