Foto: Contramuro

En Estados Unidos ser latino o afroamericano puede marcar una gran diferencia a la hora de recibir un trato justo de las autoridades. La policía estadounidense se muestra más agresiva contra ellos, tienen más probabilidades de ser detenidos por delitos simples. La disparidad racial provoca que las minorías encabecen el número de detenciones y encarcelamientos en 75 de las ciudades más importantes del vecino del norte. Incluso diversas estadísticas indican que hay evidencias significativas para poder establecer que la probabilidad de ser asesinado por la policía si es una persona afroamericana desarmada es de 3.49 veces más alta que si se trata de una persona blanca en las mismas circunstancias. Cabe aclarar que la población total de blancos en esa nación asciende al 62 por ciento, mientras que los negros conforman sólo el 13 por ciento.

Ahora bien, para comprender las raíces del racismo en Estados Unidos es necesario retroceder en el tiempo para encontrarse con el origen del Ku Klux Klan (KKK). Fueron seis ex oficiales confederados del sur quienes lo fundaron en 1866, después de la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), que acabó con la esclavitud en ese país. Entre sus objetivos estaban perseguir y asesinar negros que apenas habían sido liberados. El Congreso proscribió su existencia en 1871. Todo parecía olvidado, pero el estallido de la primera Guerra Mundial resultó un magnífico pretexto para entrar en acción de nueva cuenta, su enojo lo proyectaron contra la llegada de miles de inmigrantes, sobre todo europeos. El movimiento alcanzó su clímax en los años 20, se cree que llegó a tener. 2,5 millones de integrantes que se opusieron ante el intento de anular las leyes que proclamaban la segregación racial. Hacia mediados de los años 60, en plena batalla por los derechos civiles de los negros, contaban con unos 40.000 afiliados. No obstante, se dividió y varios de sus militantes terminaron en la cárcel, acusados de asesinar negros, provocar incendios, propinar golpizas y realizar atentados con bombas.

El odio racial que sembró este grupo quedó enraizado en el corazón de la sociedad estadounidense que todavía no ha podido superar. No es casualidad que en los años recientes la brutalidad policiaca fuera un tema recurrente debido a la brecha racial que existe al momento de ejercer la ley. Son varios los casos que ilustran los abusos cometidos, no sólo contra la comunidad afroamericana, sino contra otras minorías, el 12 por ciento de los asesinatos de la comunidad hispana, la tercera con mayor presencia en esa nación, son perpetrados por representantes de la ley.

La llegada al poder de Barack Obama, (del 2009 hasta el 2017), creó expectativas en la sociedad de que el racismo se podría superar. Sin embargo, poco sirvió que se tratara del primer mandatario de color. La realidad se impuso, los abusos de la policial se colocaron en primer plano, el 26 de febrero de 2012 con el asesinato de Trayvon Martin a manos de George Zimmerman, coordinador de vigilancia de la comunidad cerrada conocida como The Retreat at Twin Lakes en Sanford, Florida. El vigilante persiguió al estudiante afroestadounidense de 17 años por el vecindario para luego atacarlo únicamente por considerarlo sospechoso; el agresor fue absuelto de todo cargo.

Las cosas fueron de mal en peor, se presentaron dos asesinatos que resultaron muy mediáticos y ocuparon las principales portadas en los diarios: El 17 de julio de 2014, un oficial del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) estranguló a Eric Garner; el 9 de agosto, Michael Brown en Ferguson, Missouri, falleció luego de recibir 6 disparos por parte del agente Darren Wilson. Según la policía, el joven de tan solo 18 años de edad era sospechoso de robo a mano armada. Sin embargo, se demostró que el tiroteo no tuvo relación alguna con dicho atraco. La impunidad se impuso y nadie fue a la cárcel.

En abril de 2015, la localidad de North Charleston, Carolina del Sur, se conmocionó; el agente de policía Michael Slager, mató a Walter Scott, un hombre negro que estaba desarmado. Slager, de 33 años, disparó varias veces en la espalda de Scott, de 50 años, quien había sido detenido por llevar una luz rota en su vehículo. El policía fue juzgado pero no pudo detener la ola de protestas que había a nivel nacional que se conocieron como “Black Lives Matter” (La vida de los negros importan), lema que se acuñó a raíz del asesinato de Michael Brown.

Este ambiente violento facilitó que el Ku Klux Klan resurgiera de sus cenizas. Empezó a afiliar seguidores a medida que se acercaba el final del segundo período presidencial de Barack Obama. Unirse a ellos resultó sencillo, siempre y cuando uno fuera blanco y cristiano. Solo había que llenar un formulario y circular panfletos sobre sus ideas de imponer un imperio supremacista blanco invisible, cuyos tentáculos se esparcieran por toda la sociedad. Aprovecharon la presencia de una mentalidad nacionalista en todo el país. Aunque no todo es miel con hojuelas, hay divisiones en su interior por diferencias en torno a temas como si deben aliarse con neonazis, realizar actos públicos, ó usar indumentarias de otros colores que no sean el blanco.

Actualmente cuentan con seis mil integrantes, dejaron de luchar contra los derechos civiles de los negros, ahora, quieren frenar la inmigración. No fue una casualidad que en la campaña de Donald Trump, insistiera en construir un muro en la frontera con México, ésto es un indicio de que la visión de esa organización está ganando peso.

Misma historia diferentes víctimas

Recientemente se presentó un caso de racismo, el 14 de julio pasado un agente policiaco de Nueva York, fue captado por una cámara de seguridad usando una llave de estrangulamiento contra Tomás Medina, un hispano de 33 años. El afectado demandó a la policía neoyorquina. Seis días después, oficiales blancos del departamento de policía del condado de Athens-Clarke, en Georgia, sujetaron contra el suelo a un menor negro de 10 años en medio de una intervención por una disputa familiar. En un video que fue grabado se ve al menor, identificado como Eric, inmovilizado, su rostro roza la hierba y la tierra, no tiene camisa. Uno de los representantes de la ley le torció el brazo mientras el otro lo sujetó con unas esposas. En un momento, al jovencito se le escuchó decir que lo sentía.

Queda claro, en Estados Unidos el color de la piel es importante y condiciona el destino de las personas.