Foto: Geraro A. Herrera

Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Cuitzeo, Michoacán.-Este siglo XXI, ha mostrado su gran interés en compartir  para México y el Mundo, aspectos estéticos de los diseños arquitectónicos de las poblaciones más tradicionales de México por su historia, por su cultura o por su belleza; en este sentido fueron diseñadas e implementadas las políticas públicas de turismo para la creación y desarrollo de los Pueblos Mágicos.

A la fecha se han creado 111 Pueblos Mágicos, de los cuales destacan para Michoacán 8: Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Santa Clara del Cobre, Tacámbaro, Tlalpujahua, Angangueo, Jiquilpan y desde luego, Cuitzeo.

Cuitzeo, es y será un lugar favorito para mí, lo será porque tiene mucho de lo que las personas podemos pedir para ser felices y comprender que no se necesita de grandes espacios, ni de grandes obras para sentirse extasiado, no, no se necesita; estar en Cuitzeo, es transportarse centenariamente y pensarse en los pueblos originarios y esa cercanía y veneración por el lago; pero también repensarse  a la llegada de los frailes que vinieron a catequizar a la población indígena y que erigieron un gran convento, el convento del que hoy nos sentimos orgullosos, propios y extraños de su majestuosidad, me refiero al Convento de Santa María de Magdalena.

Cuitzeo guarda entre sus calles, y entre sus plazas el sabor de lo originario; sentarse en alguna de las bancas del jardín, o bien, de la gran plaza, o incluso dentro del atrio, no remonta a la búsqueda permanente del bien, a la búsqueda de lo colectivo, de la comunitario.

Caminar por sus angostas calles, sentarse al lado de los marcos de puertas centenarias, escuchar el canto de los pájaros en el jardín, comprar una nieve, una paleta, o simplemente, esperar que pase la lluvia bajo los grandes Laureles de la India, resignifica la importancia de nuestra existencia, y da sentido a nuestra vida, cuando lo que se busca es el amor por la otredad, por tu  par.

Cuitzeo, cercano a ese gran lago que se niega a morir, a ese lago que ha pintado historias y sobre el cual se han escrito narrativas de amor, continua ahí, sereno, generoso, respondiendo a los embates que sufre por un desarrollo que lo mina y lo destruye, pero sigue ahí y seguirá por siempre abrazando a sus visitantes y las historias sociales y de amor que ahí se puedan constuir.

Si vas a salir este fin de semana, piensa en Cuitzeo, piensa en sentir la energía y la pasión con que se puede expresar el amor por la naturaleza, el amor por lo humano, el amor por la sociedad.

Si decidiste estar una tarde en Cuitzeo, bríndate el lujo de  estar  en su hermoso jardín, deja que sean los cuerpos que en diseño dialógico muestren la grandeza de la humanidad.

El Cuitzeo que yo conozco, es el Cuitzeo lleno de generosidad, es el Cuitzeo que abrió sus puertas para brindarme siempre, respeto, cariño y amor. Por eso, regresar a Cuitzeo siempre será un lujo, el lujo de pisar tierras de hombres y mujeres trabajadoras, espacio para la construcción de las verdaderas y únicas historias en donde una y otra vez se repite “Nunca me había percatado de la belleza de Cuitzeo… Que hermoso eres Michoacán”.