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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

El Día Internacional de la Paz fue establecido por la Organización de las Naciones Unidas en 1981, y su conmemoración es cada 21 de septiembre; a 37 años los objetivos de la ONU, sobre desarrollo y paz, continúan teniendo una deuda para la humanidad.

Esta conmemoración exhorta a la no violencia y al alto del fuego; no obstante nos debe recordar que la Paz no es ausencia de violencia, sino la capacidad de los hombres para resolver sus problemas en equidad, y justamente no violencia y alto al fuego, forma parte de las responsabilidades que tenemos los humanos para resolver los problemas en equidad, lo que te toca, lo que me toca.

La conmemoración ofrece una oportunidad para una cesación de la violencia y de los conflictos en todo el mundo, y que, en este sentido es importante lograr que los países miembros de la ONU, conozcan y observen en la mayor medida posible; no obstante nos parece que mientras tengamos delitos graves internacionales como el tráfico de personas, la venta de droga y de armas y por ende del crimen organizado será difícil erradicar esta situación; mucho por hacer.

Galtung, teórico de la Paz, nos habla de la importancia que tiene trabajar para evitar la violencia directa o física, la estructural y desde luego la cultural. También nos llama a continuar formando al sujeto social a partir de reconocer su ciudadanía política, civil y social; esto es, la ciudadanía política los derechos políticos, la ciudadanía civil fundamental para rescatar la libertad individual de pensamiento, de expresión, religión, de propiedad, en tanto que la ciudadanía social que todos las personas no se les violenten los derechos humanos.

Por ello, hoy, con un nuevo gobierno electo y a presidir este gran País el próximo 1 de diciembre, deseamos que se generen las condiciones para impulsar iniciativas de educación y sensibilización pública respecto a cuestiones relacionadas con la paz, en el marco de la reflexión que nos obsequia Galtung. Pero además con impulsos claros de mejorar la distribución de la riqueza nacional, así como de trabajar contra el patriarcado, el colonialismo y el mercantilismo, esto es, voltear a ver las epistemologías del sur, aquellas que no han utilizado el desarrollo para vivir en una libre y armoniosa convivencia y comunalidad entre los hombres y mujeres y con la naturaleza. Esas epistemologías del Bien Vivir que operan en Bolivia y Honduras y que han partido de reconocer no una división del mundo entre la naturaleza (objeto) y el hombre (sujeto), sino que han reconocido a la naturaleza y al hombre como sujetos de vida en el Mundo.

Por otro lado, como es conocido, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible hace hincapié en la paz, a través del Objetivo No. 16 “Paz, justicia e instituciones sólidas”, el cual realiza un llamamiento a las sociedades pacíficas e inclusivas para que fomenten un desarrollo sostenible, a la vez, de facilitar el acceso de todas las personas a la justicia y crear instituciones efectivas, responsables e inclusivas a todos los niveles.

Hay tanto por hacer en este mundo, que si cada uno de los que lo habitamos, más de siete mil quinientos millones de humanos hiciéramos una acción diaria, estoy seguro que este mundo podría recuperar su viabilidad.

En el Día Internacional de la Paz, lo menos que puedo decir es que necesitamos nuevamente coincidir en recuperar los valores, principios y virtudes sociales, en donde la espiritualidad sea no una aspiración sino un ejemplo de vida.