Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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El aplastante triunfo de AMLO y el tsunami que arrasó al PRI opacaron una tercera consecuencia derivada del poder que mostraron los ciudadanos en las urnas el pasado domingo: el fracaso de la coalición Por México al Frente.

Su candidato presidencial, Ricardo Anaya, perdió por 30 puntos de diferencia frente a AMLO. Sólo ganó en Guanajuato. Todos los demás estados fueron para El Peje.

El PAN sacó su peor resultado en 40 años. Al PRD le fue peor: está al borde de la extinción.

En San Lázaro, el Frente resultó un mal negocio, salvo para MC.

El PAN ocupa hoy 107 curules. En la siguiente Legislatura apenas alcanzará a ocupar 87, según proyecciones del consejero del INE, Ciro Murayama, publicadas en redes sociales.

El PRD inició la presente Legislatura con 53 diputados. En la que viene llegará apenas a 21. El MC cuenta hoy con 21 curules. Subirá a 27.

Los tres partidos tendrían en total 130 diputados. Actualmente suman 181.

Una pérdida de 49 curules.

La misma tendencia en el Senado. Hace seis años, el PAN llegó a la Cámara alta con 38 senadores y el PRD con 23.

Murayama proyecta que el grupo de Acción Nacional contará en la siguiente Legislatura con sólo 24 senadores, el PRD con seis y el MC con siete. Esto equivale a menos 23 escaños.

De las nueve gubernaturas que disputó, el Frente se quedó con tres. Retuvo Guanajuato y, en principio, Puebla. El PAN ganó Yucatán, pero perdió Veracruz. Allí no le fue tan mal.

“El Frente fue mala idea”, nos dice Jorge Lavalle, senador del PAN recién expulsado y aún no notificado, al hacer un balance de los resultados de la coalición.

Y más: “Generó una crisis de identidad, dividió a la militancia; se alejó de lo que la sociedad estaba esperando”.

  • Ya que estamos. Ricardo Anaya salpicó el democrático gesto de reconocer que las tendencias no le favorecían al insinuar, en el mismo mensaje, que el uso faccioso de la PGR para golpear su campaña lastimó su candidatura.

“Quedar 30 puntos abajo y salir a buscar responsables de la derrota es poco menos que absurdo”, nos dijo Lavalle.

La verdad es que Ricardo fue un mal candidato. No respondió a las expectativas. Eliminó a Margarita de la contienda por la candidatura del PAN por la vía de la exclusión.

Canjeó la democracia interna que caracterizaba al PAN por acuerdos cupulares con el PRD y el MC. Lo alejó de su identidad y sus principios a cambio del apoyo de contrarios ideológicamente.

  • La elección de gobernador en Puebla se convirtió en la excepción a la regla. Es el único lugar del país donde se perfila un conflicto poselectoral.

El candidato de Morena, Miguel Barbosa, nomás no le levanta la mano a la abanderada del PAN, Martha Erika Alonso, esposa del exgobernador Rafael Moreno Valle.

Alega fraude.

La tensión entre morenistas y frentistas se agravó ayer en esa entidad luego de que se descubriera una supuesta “mapachera” en el hotel M&M, en la capital del estado.

“Encontraron gente con boletas apócrifas a favor de la señora Alonso y se armó la bronca. Ya se pegaron feo y la gente de Morena detuvo a los supuestos mapaches”, nos dijo una fuente vinculada al proceso electoral, que no es del partido de López Obrador.

Hasta el lugar llegó el fiscal electoral del estado, Armando López Aguirre. Los inconformes lo zarandearon y lo insultaron hasta que se cansaron.

Los hechos obligaron al gobernador, Tony Gali, a multiplicar los llamados a evitar la violencia y a resolver cualquier inconformidad por las vías institucionales.

  •  “El problema no es López Obrador, sino la gente que lo acompaña”, afirmó ayer, en corto, la aguerrida senadora del PRI, Diva Gastélum.

Lo decía por las llamadas telefónicas que, asegura, la exministra Olga Sánchez Cordero ya le hace a los gobernadores del PRI para hacer sentir su presencia.

Les dice “soy la próxima secretaria de Gobernación”, según la senadora.

¿A qué gobernador le habló?, preguntamos. “A Alfredo del Mazo”, respondió.

  •  El voto del cambio que se expresó el domingo en las urnas dejó a la coalición Juntos Haremos Historia una mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, algo que no ocurría desde 1997.

Cualquier país democrático festejaría que el presidente electo obtuviera, al mismo tiempo, una mayoría en las cámaras. Eso daría al gobierno entrante un instrumento para la gobernabilidad.

Pero, dado el carácter autocrático del virtual presidente electo, la imagen condicionada que tiene de la división de poderes, hay un riesgo de que se rompan los equilibrios y que regresemos a los tiempos de los legisladores alza dedos.

Le preguntamos a la priista Gastélum si no teme que en la Legislatura que viene se repitan los mayoriteos en ambas cámaras y que volvamos al sistema de partido hegemónico.

“El mayoriteo existe. Lo hemos vivido y lo hemos practicado. Pero tenemos una sociedad muy actuante el día de hoy.

“Yo no sé cómo le van a hacer si la Reforma Energética va hacia atrás o el proyecto del aeropuerto, por ejemplo. Mayoritear sería muy doloroso para el país, más que para una fuerza”, puntualizó.

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