Que no se nos endurezca el corazón
Foto. Cortesía

Por: Enrique Rivera

En días pasados mandatarios emanados de distintos partidos políticos, hicieron circular en las redes sociales su estrategia de desinformación como herramienta política de golpeteo. Maquillando, manipulando e incluso inventando situaciones de riesgo falaces que han venido generando miedo en la generalidad de la población.

Exponen la necesidad de recibir apoyos económicos extraordinarios y no en especie para cada uno de los estados que estos políticos gobiernan, pues de no ser así exhiben que pueden colapsar sus sistemas de salud, generando con estas palabras incertidumbre y desesperanza en mayoría de la comunidad.

Así mismos ellos exhibieron de “penosa la calidad” de los primeros insumos entregados por la federación; sin embargo parece que no fueron muy perspicaces en cuanto a sus procesos cognitivos de atención, pues el subsecretario Gatell expuso que son materiales de prevención, no de uso clínico, es decir son para uso ordinario y preventivo, generando ahora
un impacto más por medio del miedo y la desinformación en cuanto a política se refiere; vislumbrando una actitud un tanto siniestra.

A la par del miedo provocado y la desinformación, siguen pidiendo al más puro estilo de los tiempos neoliberales y del FMI, estímulos fiscales para el sector empresarial, como son: diferir el pago de impuestos y la dispensa de aportaciones patronales al IMSS, INFONAVIT y AFORES con la falacia de mantener la planta de empleos; aun cuando grandes empresas ya generaron desempleo e incertidumbre laboral y social en todas las familias mexicanas, pues probado es que son las micros y pequeñas empresas las que más han apoyado en esta pandemia al país.

El miedo y la desinformación provocados por ignorancia de quien lo hace, paraliza la razón en varios de los sectores de la población, desde médicos, especialistas, obreros y comunidad en general, incitando a una sensación de vulnerabilidad, emocional, mental, física y económica, formando de manera natural sensación de abandono, depresión, angustia, ansiedad y desesperanza que pueden desembocar en irritabilidad, agresión y
violencia.

De tal manera que una cosa es tener miedo como consecuencia de la desinformación de forma justificada y legitima por la población mexicana y otra cosa muy distinta es provocar miedo y desinformación para sacar raja política por gobernadores, reporteros, “líderes de opinión” y partidos políticos en el país.

Esto no hace sino más que evidenciar su personalidad perversa y maquiavélica de los antes mencionados.

En el país lo que importa es el bien común, salvar la mayor cantidad de vidas posibles, acatando las medidas expuestas desde la parte médica del gobierno federal, llevando a cabo estrategias de prevención sin caer en el juego del miedo y la desinformación que tanto afecta.