Empoderar niñas es esencial para garantizar la igualdad, la protección de sus derechos y que se sientan libres y seguras
Por Ayexa García Ibarra
Las cifras son duras, son frías, por más que se ha buscado y luchado por aminorarlas un tanto aún se ve lejano el tiempo en el que las niñas logren vivir libres de cualquier tipo de violencia, que accedan a todos los espacios sin ser discriminadas, que logren obtener igualdad en la protección y en la garantía de sus derechos, así como sentirse libres y seguras. Ni los gobiernos, ni la sociedad estamos listos para lograr el empoderamiento absoluto de las niñas.
Desde hace algún tiempo uno de mis objetivos personales ha sido encontrar maneras de empoderar niñas, comencé por la más cercana a mí yo, después a mi hija y de ahí el mucho o poco tiempo que tengo de convivencia con mis sobrinas lo aprovecho para plantar en ellas la semillita de la duda de si la forma en la que las están “educando” es como ellas quieren o simplemente es la imposición de las costumbres y tradiciones de la construcción social con sus roles y estereotipos de género, la cual ha dejado en desventaja, oprimidas, vulnerables y discriminadas en todos los aspectos a las niñas.
De acuerdo con información de la UNICEF el empoderamiento, o el proceso de fortalecer conocimientos y capacidades para ejercer el poder y tener la libertad, información y apoyo para tomar decisiones y actuar por hacerlas realidad, es una estrategia clave para superar las desigualdades de género que afectan a millones de niñas y adolescentes en la región de América Latina y el Caribe.
Algunas cifras rudas en cuanto a la salud de las niñas nos arrojan que la tasa de fecundidad adolescente de la región es una de las más altas del mundo (74 nacimientos vivos por cada 1.000 nacimientos) en adolescentes de entre 15 y 19 años, y es aún más alta en adolescentes que viven en situación de pobreza, en zonas rurales y con menos años de escolaridad. El riesgo de muerte materna es 4 veces más alto en adolescentes menores de 16 años. Una de cada 4 niñas de 13 a 15 años de edad en la región reporta haber considerado seriamente suicidarse.
Más de 35% de niñas adolescentes de 15 a 19 años reconocen no saber que el uso del condón previene la transmisión por VIH.
Continuamos con algunas cifras que deberían hacernos cuestionarnos en qué condiciones de vulnerabilidad tenemos a las niñas y adolescentes que habitan este continente. 1.1 millones de niñas adolescentes experimentan violencia sexual u otros actos sexuales forzados, cuatro de cada 10 niñas experimentan violencia de pareja en el transcurso de su vida y 1 de cada 10 adolescentes entre 15 y 19 años justifica la violencia de pareja.
Una de cada 4 niñas en la región, se casa antes de cumplir los 18 años. Las niñas casadas a una edad temprana son más propensas a sufrir violencia física, sexual y psicológica. En América Latina y el Caribe, la tasa de matrimonio infantil y uniones tempranas es dos veces mayor entre las mujeres con menos años de escolaridad en comparación con las mujeres que terminaron la escuela secundaria (25% y 12%), respectivamente, 1.1 millones de niñas adolescentes en la región experimentan violencia sexual u otros actos sexuales forzados. Lo anterior a pesar de que en México el matrimonio infantil está prohibido.
En cuanto a la educación tenemos que en América Latina y el Caribe, los factores que la afectan son: la situación de pobreza de sus hogares, la residencia en áreas rurales y marginales urbanas y la pertenencia a pueblos indígenas. Las niñas y adolescentes muestran menor rendimiento que sus pares varones en Ciencias y Matemáticas; no hay ninguna razón biológica que explique esto.
Tenemos que 1 de cada 4 adolescentes en América Latina que vive en áreas rurales y en situación de pobreza no asiste a la escuela y trabaja en quehaceres domésticos y de cuidado no remunerados. Las niñas, niños y adolescentes a menudo se sienten inseguros en el camino hacia y desde la escuela: más de una cuarta parte de las niñas de 11 países declaran que “jamás” o “rara vez” se sienten seguras de camino a la escuela. 7 de cada 10 niños y niñas con discapacidad no asisten a la escuela.
Aproximadamente 500 millones de mujeres y niñas carecen de las instalaciones necesarias para controlar su higiene menstrual de manera digna, íntima y segura. En varios países del mundo, las mujeres y niñas tienen mayor carga de responsabilidad para la recogida del agua para sus hogares y/o comunidades. En algunas rurales las niñas indican no saber nada sobre la menstruación antes de la menarquia, mientras otras no saben de dónde proviene el sangrado menstrual.
Algunas niñas encuestadas reportan no sentirse cómodas con ir a la escuela durante su menstruación, las razones son: las condiciones de los baños en sus escuelas (limpieza, disponibilidad de jabón, compresas, basureros y privacidad) genera restricciones para ellas, tanto en sus comportamientos como en su asistencia escolar.
Para todas las situaciones anteriores la misma UNICEF cuenta con un plan de acción donde especifica 5 prioridades para lograr el empoderamiento de las niñas:
- Garantizar la salud adolescente con enfoque de género.
- Poner fin al matrimonio infantil y uniones tempranas.
- Prevenir, mitigar y atender a la violencia de género, también en contextos de emergencia.
- Cerrar brechas en la educación de las niñas y adolescentes.
- Promover el acceso a información e insumos para la higiene menstrual.