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Por: Marx Aguirre Ochoa

Trabajar es crear, es el despliegue de las energías creadoras de los seres humanos, de la población, de la gente, aplicadas para producir riqueza bajo la forma de bienes y servicios, de arte y de cultura, de ideas, destinadas para la vida y el mejoramiento constante de su calidad de vida.

El trabajo es el derecho humano esencial, cuyo incumplimiento imposibilita la existencia de una sociedad con justicia y prosperidad, en todos los aspetos, humanos, economicos y culturales.  El cómo aprovechar las capacidades transformadoras de la población, es una tarea responsable de todo gobierno.

Sin embargo, en el caso michoacano, el desempleo y el sub-empleo han sido crónicos.  La emigración interna e internacional han representado soluciones espontáneas y paliativas, como provisionales han sido también las obras públicas y las acciones aisladas para brindar oportunidades de ocupación temporal.  La administración pública ha perdido su condición de gran empleadora y el aparato ha mostrado incapacidad para generar empleos suficientes, así sean mal remunerados.

Por eso, independientemente de las definiciones oficiales sobre empleo, subempleo y desempleo, que suscitan grandes dudas y que merecen un análisis específico, debería provocar la más amplia preocupación por el crecimiento de la desocupación en Michoacán, que según datos del INEGI, aumentó de 59 mil 213 michoacanos en el trimestre de abril – junio pasados a 85 mil 352 mil en septiembre anterior, con una diferencia de 26 mil 139, equivalentes a 8 mil 713 cada mes y 290 cada día.  Diariamente los desempleados aumentan en lugar de disminuir.

Por otra parte, hasta diciembre del año pasado, el Seguro Social reportó la creación de 12 mil 282 puestos de trabajo, sumamente distantes de los 55 mil 374 puestos que debían crearse.  Más aún, de los 12 mil 282 empleos creados, el  41.6 por ciento fueron eventuales o temporales  y el 58.4 por ciento permanentes.

Es explicable, en consecuencia, el crecimiento vertiginoso del empleo informal.   La tasa de participación del empleo informal para el 2018 fue de 31.6 por ciento y 12 meses después se elevó a 35.5 por ciento, de modo que de un millón 844 mil  michoacanos activos, 655 mil laboraban en el sector informal. 

Resolver el problema del empleo ha dejado de ser un asunto de oferta y demanda, del comportamiento del mercado.  Confiar en ello es equivalente a continuar por la ruta del desastre.  Hace falta conjuntar esfuerzos deliberados de todos los sectores, para brindar la oportunidad a los michoacanos de la realización plena de sus vidas.

Es imprescindible un plan maestro para el empleo, que concrete la existencia de políticas gubernamentales coherentes en la materia y que vayan mucho más allá de los servicios y ferias del empleo.  No hay otra forma de producir riqueza más que con el trabajo.  El trabajo define  el valor de las existencias individuales y colectivas.  Con trabajo todo, sin trabajo nada.

Valdría la pena este primero de mayo, un esfuerzo concurrente y deliberado, expresado en un “Programa de Empleo”, que haga intervenir al gobierno, los empresarios y los trabajadores.  ¿Cuanto ganarían con ignorar sus aspiraciones a la prosperidad?.