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Hasta el momento se han reportado 750 sismos, la mayoría ubicados al noroeste de Uruapan, informa el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra de la UMSNH

Morelia, Michoacán.-El enjambre sísmico que se viene registrando desde el pasado 5 de enero del presente año en la ciudad de Uruapan, no representa un “peligro inminente” ni genera motivos para “alarmarse”, aseguraron investigadores del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

En conferencia de prensa ofrecida en el Centro de Información, Arte y Cultura (CIAC) de Ciudad Universitaria, Víctor Manuel Hernández Madrigal, Martha Gabriela Gómez Vanconcelos, Ricardo Vázquez Rosas y Pedro Corona Chávez, director e investigadores del INICIT, respectivamente, en compañía del Coordinador de la Investigación Científica de la UMSNH, Marco Antonio Landavazo Arias, informaron que hasta el momento se han reportado más de 750 sismos, la mayoría ubicados al noroeste de Uruapan con hipocentros de aproximadamente 15 km de profundidad y magnitudes menores a 4.0, aunque ocurrió un sismo de magnitud 4.1 el pasado 23 de enero. 

Precisaron que un enjambre sísmico es una serie de sismos de magnitud baja, generalmente menores a 4.0, en un área determinada, y puede durar varios días, semanas, meses o años. En el estado de Michoacán -dijeron- hay constante actividad sísmica debido al movimiento de las placas tectónicas.

Además, explicaron que se pueden presentar dos tipos de sismos en nuestro estado, los primeros y más comunes son los sismos de subducción, generados por la fricción en los límites de las placas de Cocos y Norteamérica; la cual provoca sismicidad constante a lo largo de la Costa, ocasionando algunos sismos de gran magnitud, como el del 19 de septiembre de 1985 de magnitud 8.1.

Los segundos son los sismos intraplaca, asociados a la deformación interna de la placa de Norteamérica. Son generados por el reacomodo de los esfuerzos en la corteza a través de zonas de debilidad llamadas fracturas o fallas. Estas fallas también se mueven constantemente, provocando sismos de baja magnitud, aunque si se acumula suficiente energía ésta puede liberarse en algún momento mediante la ruptura de las fallas originando sismos de gran magnitud, como el de Acambay en 1912 de magnitud 6.9. 

El actual enjambre sísmico en Uruapan representa sismos intraplaca, del segundo tipo de sismos, relacionados al movimiento de las fallas regionales activas. En esta misma región se presentaron enjambres sísmicos similares en los años 1997 y 2006, conformados por 230 y 700 sismos, respectivamente.

Los investigadores nicolaitas indicaron que dado que estos enjambres sísmicos se presentan en el Campo Volcánico Michoacán-Guanajuato, el campo volcánico monogenético más grande del mundo con más de 1200 volcanes, muy cercanos a la zona donde nació el Paricutín hace 77 años, hace pensar sobre la posibilidad de que estos sismos estén relacionados con la inyección de magma en la corteza.

Además, en algunas partes de Michoacán se encuentran alineamientos de volcanes paralelos a los sistemas de fallas regionales, donde las intrusiones magmáticas aprovechan las fallas pre-existentes para llegar más fácilmente a las superficie, suponiendo una estrecha relación entre el vulcanismo y las fallas.

Sin embargo, aunque todas las erupciones son precedidas por sismos, no todos los enjambres sísmicos en una región volcánica significan una intrusión magmática. Incluso si hubiera un cuerpo de magma en movimiento hacia la superficie, este no implica una erupción inminente, pues este podría quedar fácilmente atrapado en la corteza. Para saber si hay una intrusión de magma en esta región del Paricutín se deben realizar diferentes tipos de estudios geológicos y geofísicos para evaluar si existe deformación en la superficie, alguna anomalía térmica o química, cambios en la presión, etcétera.

Los investigadores concluyeron que lo más probable es que el actual enjambre sísmico en las cercanías de Uruapan esté relacionado con el movimiento y reacomodo de las fallas regionales y no necesariamente representa otro peligro inminente, por lo cual no hay motivos para alarmarse.

Dijeron que dado que los sismos no se pueden predecir, no se sabe cuánto tiempo durará este enjambre de sismos ni tampoco si pudiera ser precursor de un sismo de mayor magnitud en el futuro.

Informaron que en conjunto con la UNAM, la Universidad de Colima y del Servicio Sismológico Nacional, se encuentran en proceso de instalación una red de monitoreo sísmico en nuestro estado para caracterizar de mejor manera la actividad sísmica y proponer explicaciones al fenómeno que está ocurriendo. Finalmente, aseguraron que uno de los objetivos de este instituto y de su maestría en Geociencias y Planificación del Territorio es caracterizar y diagnosticar los diferentes peligros que enfrenta la población para apoyar a las autoridades en la toma de decisiones que permitan tener asentamientos humanos más seguros.