Foto: Facebook Enrique Peña Nieto

Saludo con especial afecto y reconocimiento por su presencia a todas las familias hoy aquí reunidas, especialmente de aquellos que el día de hoy han recibido ascensos, condecoraciones y reconocimientos por su perseverancia. Ustedes son parte de este logro. Muchas gracias por acompañarnos.

Un domingo 20 de noviembre, justamente como hoy, pero de 1910, inició la Revolución Mexicana, el primer gran movimiento social del Siglo XX en el mundo.

Bajo el liderazgo de Francisco I. Madero el pueblo de México se levantó en armas contra la opresión y la injusticia.

Gracias a esta lucha los ciudadanos recuperaron sus derechos políticos y civiles, eligiendo con su voto libre a Madero como Presidente de la República.

El rompimiento del orden constitucional acabó con su gobierno y su vida, pero su obra siguió adelante gracias a una valiente generación de mexicanos como Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Francisco Villa, Emiliano Zapata y Plutarco Elías Calles, entre otros.

De la Revolución Mexicana surgiría la Constitución de 1917, en la que se establecieron las garantías individuales y los derechos sociales que durante décadas nos han guiado como país.

En nuestra Carta Magna están plasmados los ideales que nos unen a los mexicanos; ideales como la justicia social, educación para todos, la soberanía nacional y, desde luego, nuestra vida en democracia.

El próximo año celebraremos el Centenario de nuestra Constitución y al hacerlo refrendaremos estos principios.

Una de las primeras instituciones nacidas de la Revolución fue el Ejército Mexicano.

Fue Venustiano Carranza quien formó una nueva Fuerza Armada, con la misión de restaurar el orden constitucional.

La primera misión cumplida de este Ejército de patriotas fue el restablecimiento de la legalidad, la libertad y la democracia en nuestro país.

A partir de entonces los soldados y pilotos de esta noble y centenaria institución, al igual que los integrantes de la Armada de México, han sido una fuerza para la paz, la estabilidad y el desarrollo de México.

Sé que el 20 de noviembre es el día más esperado para un soldado y un marino; lo es también, para sus familias.

Por ello, en esta fecha simbólica, es un honor entregar condecoraciones y ascensos a integrantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

Felicito a quienes han recibido algún distintivo por sus servicios prestados a la Patria, por su perseverante labor en beneficio de los mexicanos o por sus méritos deportivos.

En especial, expreso mi más amplio reconocimiento al personal que ha sido promovido al grado inmediato superior.

Qué gran orgullo y felicidad deben sentir en este momento.

Sé que sienten gran emoción y alegría, y que la contienen, porque al final demuestran, también, su carácter y disciplina.

Éste es un día de fiesta para ustedes y para todos los que celebran por igual este logro, empezando, desde luego, por sus familias, a quien extiendo mi felicitación y reconocimiento.

Sus esposas, esposos, hijos, padres y demás seres queridos que están, por igual, de contentos y alegres, merecen reconocimiento especial y mis más sinceras felicitaciones. Este éxito, por supuesto, también es de ellos.

Recibir un acenso es uno de los actos más significativos para la vida de un militar. Con ello, se reconocen sus estudios, su condición física y salud, su trayectoria profesional y, sobre todo, su lealtad institucional.

Por eso, a partir de ahora siéntanse orgullosos de portar la insignia de su nuevo grado.

A quienes no fueron promovidos en esta ocasión, tampoco es ocasión para el desánimo; es momento de redoblar esfuerzos, esperar y perseverar es parte del aprendizaje militar.

Los ascensos que hoy se entregan son un logro colectivo. Así es porque nuestras Fuerzas Armadas son un sólo cuerpo. Son una misma entidad, formada por miles de mujeres y hombres que trabajan armónica y coordinadamente por un mismo objetivo: servir con entrega y pasión a México.

En este cuerpo, que son nuestras Fuerzas Armadas quienes lo encabezan, tienen a su vez una responsabilidad mayor, la de ejercer un buen liderazgo.

El liderazgo se debe procurar con don de mando, disciplina y conocimiento para guiar a los demás, con sabiduría para inspirar con el ejemplo y para motivar a sus subalternos a dar lo mejor de sí y desarrollarse plenamente.

Por ello, estas condecoraciones y ascensos honran a quienes la reciben, pero también a sus superiores. Son, además, un reconocimiento a sus unidades militares y a las unidades navales.

Aquí quiero expresar particular reconocimiento a quienes lideran como mandos superiores a nuestra Armada de México y, al Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, al General Salvador Cienfuegos y al Almirante Vidal Francisco Soberón, porque tienen confiada la misión de velar por los suyos, de cuidar a los soldados y marinos, de ver por ellos y asegurarse que esta unidad de cuerpo esté siempre al servicio de la Patria, comprometida para trabajar con lealtad, con pasión y con entrega total.

El reconocimiento del Presidente de la República a este liderazgo de ambos, General y Almirante, por ser ejemplo para sus demás compañeros de armas.

Son también, reconocimientos a batallones y brigadas, porque, repito, es un triunfo en equipo y no en solitario, porque están unidos en acciones y propósitos, y porque están unidos en alma y corazón.

Esa es la gran lección que dan hoy nuestras Fuerzas Armadas, la de estar unidos, tanto en los reconocimientos, como en los desafíos.

Por eso hoy desde aquí, desde el Campo Militar Marte, convoco a todos los mexicanos a seguir el ejemplo de nuestras Fuerzas Armadas y fortalecer nuestra unidad, a cerrar filas para seguir avanzando en la construcción de un país más incluyente, más equitativo y más próspero.

La unidad nacional nos permite reconocer, valorar y celebrar nuestra diversidad, diversidad política, cultural, étnica, que nos enriquece como sociedad.

Con unidad celebremos nuestras raíces milenarias y nuestra identidad bicentenaria.

Con unidad reivindiquemos la grandeza de nuestro pasado y trabajemos juntos por un mejor futuro.

Con unidad defendamos los intereses superiores de la Patria y protejamos el bienestar de la Nación.

Soldados y Marinos de México:

Hay muchas razones por las que hoy México les está agradecido, porque con lealtad y patriotismo día tras día pasan lista de presente en la vigilancia y protección de nuestro vasto territorio y de nuestros valiosos recursos naturales.

Porque con disciplina y determinación están en la primera línea de defensa de nuestra seguridad interior, en la lucha por la paz en las ciudades y zonas donde más se necesita su apoyo.

Porque con diligencia, espíritu solidario y vocación de servicio, invariablemente, acuden en auxilio de sus compatriotas en los momentos que más lo necesitan.

Sí, son muchas y muy variadas las ocasiones en que nuestras Fuerzas Armadas sirven a México, pero en todas hay un factor común: nuestros soldados, marinos y pilotos están presentes cuando la vida de los mexicanos está en riesgo.

Por tierra, mar y aire ustedes son el rostro valiente de México.

En todo momento nuestra Nación seguirá contando con sus soldados, marinos y pilotos, mujeres y hombres de alma solidaria, a quienes todos agradecemos su entrega diaria, compromiso y patriotismo.


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