Foto: Francisco Zavala

México, orgulloso referente internacional de las desapariciones forzadas. 

En los últimos años, México ha mostrado claramente al mundo su falta de compromiso con la verdadera justicia. Entre el surgimiento de autodefensas, la lucha por el poder de los grupos delictivos y los grandísimos atropellos a derechos humanos por parte de las autoridades públicas, no puede quedar duda: la impunidad resulta tan rentable, que pareciera que vivimos en un auténtico paraíso para criminales.

Apenas hace una horas, Jan Jarab, representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, realizaba un certero balance sobre las condiciones tan inadecuadas que el gobierno mexicano ha mantenido respecto del problema de las desapariciones forzadas. Y es que, luego del impune caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa (y sin olvidar el también impune y paradigmático caso Radilla Pacheco), es evidente que las alarmas internacionales se voltearon hacia México y en esa medida, tanta ha sido la indignación, que los mismos organismos internacionales han exigido una pronta y efectiva respuesta del Estado Mexicano, porque ya son, según el propio representante del Alto Comisionado, más de 200 las indicaciones que al respecto han emitido las propias Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y otros organismos internacionales, en materia de desapariciones forzadas y otros crímenes de Estado que laceran de una forma particularmente delicada el tejido social.

Además, en el marco del evento de la campaña “No olvidamos. Un llamado a la justicia”, el propio embajador de las Naciones Unidas dio a conocer otros resultados que, sin duda alguna, dejan en evidencia la actual podredumbre institucional mexicana. Acá algunos de los puntos:

  • La situación de las desapariciones forzadas en México ha llegado a tal grado, que muchas instituciones públicas lo consideran como “algo normal”. Y yo pregunto: ¿Será normal el hecho de que las instituciones de un Estado “democrático” violen los derechos humanos de sus ciudadanos (sus protegidos) a tal grado de privarles de su libertad y de su vida?; ¿Será normal en Alemania, en Noruega o en Suiza?. Desafortunadamente, esta situación es una muestra más de un sistema corroído, carcomido hasta los últimos rincones gracias a la corrupción y a la impunidad. Y como siempre, nadie hace nada.
  • Además de la absoluta impunidad, otro de los temas señalados en el evento fue el poco (o nulo) acompañamiento a las víctimas directas y/o indirectas de estas infamias. Al respecto, mucho se ha hablado; sobretodo ahora que el Nuevo Sistema de Justicia Penal está vigente en todo el territorio y que, según se establece, buscará no solo que los delitos no queden impunes, sino que se repare el daño. En fin, me parece que es cuestión de voluntad pública, la cual es difícil que se dé en una relación tan lastimada como bien puede ser: la relación que se da entre una víctima de desaparición forzada, razonablemente temerosa de todo el aparato público institucional, y la institución también pública que debe contribuir en la “sanación” de los inevitables traumas.
  • Y tomando otras fuentes de información, se observa que México tiene niveles de desaparición forzada, similares a países extremadamente violentos como Siria y Pakistán. Desde 2008 a la fecha, se han reportado 136 casos en México, al igual que en Siria. Los estados de la república más afectados han sido Guerrero, Veracruz y Tamaulipas. En lo personal considero: ¿Hasta qué punto ha llegado nuestra miseria?; ¿Hasta cuándo los ciudadanos seguiremos ciegos y mudos ante las injusticias?; ¿Hasta cuándo habrá una verdadera dignificación nacional que admita con humildad el fracaso de país que todos hemos construido?.

A pesar de que se hable en los medios sobre la Ley de Desaparición Forzada que deberá constituirse tarde que temprano, la realidad es poco alentadora. Hemos de ser realistas en que el problema lo constituimos todos y que, esta información dramática que hoy les comparto, no sirve de nada. Para lo único que sirve es para darnos cuenta del gran basurero que orgullosamente tenemos los mexicanos, para hacer una escueta consciencia mientras leemos estas líneas y para saber que ya estamos un poco más cerca de lo que siempre termino advirtiendo, del colapso.

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Estamos pendientes.