Foto: Francisco Zavala

En evidencia. El pobre institucionalismo mexicano

El lunes pasado, se llevó a cabo en España la ejecución de la “Operación Termyca”, la cual forma parte del proceso jurisdiccional seguido en contra de una red de corrupción española. Como parte de la misma investigación, se han señalado como presuntos responsables a 23 ayuntamientos, a servidores públicos de diversos niveles gubernamentales, a alcaldes y ex alcaldes de distintas demarcaciones nacionales, a empresarios y a directivos de dos consultoras hispanas.

Este ejemplo de combate a la corrupción en Europa, ha traído como consecuencia el aprisionamiento de diversos funcionarios públicos corruptos y empresarios que, sin importar si están o no en funciones, participaron en una serie de contrataciones público-privadas que a todas luces resultaron irregulares. Esos fueron los lamentables sucesos que dieron origen a la presente polémica.

La Fiscalía española contra la Corrupción y el Crimen Organizado es la autoridad que encabeza esta investigación criminal y la Guardia Civil, por instrucción del Juzgado número 1 de El Vendrell, ejecuta las operaciones -como Termyca-, las cuales pretenden aprehender a los acusados y recabar más información sobre el caso.

Dado este panorama y, lejos de continuar adulando un sistema político que verdaderamente busca (mucho más que el nuestro)el ideal democrático, es necesario hablar del Estado de Derecho.

Desde una óptica favorablemente pragmática, el Estado de Derecho puede ser concebido como la panacea del principio de legalidad. Representa, a su vez, un sistema de organización social en el cual se aplica la norma, sin excepción ni privilegios, y donde las instituciones coadyuvan eficazmente en esta labor. De tal manera, lo que hemos observado en España es un intento por alcanzar tal estadío, un esfuerzo de cabal institucionalismo y una búsqueda sincera y de compromiso para con sus ciudadanos. Es pues, una realidad que para México, se antoja imposible.

Como cada semana, me gustaría reducir ese enfoque comparado a la consciencia ciudadana. Y pugno porque sean modelos como estos (el del caso español), los que guíen a las instituciones públicas en México, los que permitan aplicar la ley sin distinción, caiga quien caiga. Porque en un país como España, a pesar de sus múltiples problemas como nación, aún cuando se han agudizado en los últimos años, el cinismo no da para tanto.

Allá se hace algo, se siguen procesos criminales contra los que infrinjan la ley, sin importar su poder político o económico. Allá, se reconoce a la norma como tal y se aplica. Allá, en donde se prioriza el bienestar, el Estado se asume antropocéntrico y se vuelve consciente de que el mismo se debe al ciudadano. Y como los ciudadanos son todos, se construye sinergia de presión social y así, de legalidad favorable.


Para más noticias dale Me Gusta a nuestra página