Bien lo decía el cesar: “Al pueblo pan y circo”

En días pasados, los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) han externado sus profundos anhelos de que, la institución deportiva más importante a nivel mundial (la FIFA) otorgue el fallo a favor de nuestro pueblo para ser sede de la Copa Mundial de Fútbol 2026.

En el marco del 66 Congreso Mundial de la FIFA, llevado a cabo en la Ciudad de México la semana pasada, el anuncio realizado por los propios dirigentes de la Femexfut ha sentado bien entre el periodismo nacional y al momento, en lo personal, pocas críticas con sentido he encontrado al respecto. Pocos se han atrevido a cuestionar el tema y por el contrario, se limitan a ovacionar e ilusionarse con tal probabilidad que de llevarse a cabo, servirá como una bandera política más para callar las injusticias y para seguir legitimando indirectamente las acciones de un régimen abusivo y saqueador.

Y porqué no decirlo, no es que sea aguafiestas. A mí también me agrada la idea de que nuestro país albergue otra competición del tipo: porque atrae los focos internacionales sobre nuestro territorio, porque genera la derrama de miles de millones de dólares (algunos a favor de México y más específicamente de algunos miembros de la clase política), porque representa un enorme espectáculo deportivo y genera felicidad para muchos miles de mexicanos que contemplan en el futbol una verdadera forma de diversión y de convivencia con los suyos.

Pero lo que no hemos visto es como todas las pugnas del estilo que se han realizado en la historia de México se han politizado de tal manera, que representan símbolos políticos para que la clase dominante continúe en un imperio sinfín, para que continúen saqueando las arcas nacionales y para que nosotros, ciudadanos adormecidos por la euforia pasajera que conlleva este espectáculo, continuemos de blandos y permisivos ante las injusticias, ante el robo, ante la impunidad. Con el estúpido consuelo de: “Al cabo de alguna forma, pan y circo no hace falta”.

En fin. Lejos de continuar con críticas estériles al régimen, que no hacen más que generar odio y resentimiento por parte de los ciudadanos inconformes, quiero alentar la reflexión por parte del ciudadano. Y una reflexión racional que conlleve la acción y la oposición, porque no es justo que nos sigan viendo la cara con simples excusas relativamente atractivas y que las aceptemos como nos vienen dadas. Ni tampoco es justo que se generen situaciones para politizarlas, para usarlas en nombre de un fin político y de carácter krático. De tal manera, sigo mi exhorto hacia el cuestionamiento razonado y celebro realmente cuando las intenciones de albergar un evento de tales magnitudes son solamente el crecimiento y el desarrollo humano de los ciudadanos. No creo en las banderas políticas ni en el condicionamiento o el chantaje político que busca ganar elecciones y mantener un statu quo. Esperemos pues que entre la mesura en los directivos influyentes que determinarán el rumbo de tal decisión y que me equivoque en el sentido de la politización que ya desde ahora se respira, a 10 años de la celebración de dicha justa.

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Estamos pendientes.