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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

A través de Grupo de Facto y otras organizaciones de la sociedad civil,  desde hace algunos años, hemos solicitado la ratificación ante el Senado de la República del Convenio de la OIT 189 y la Recomendación 201, sobre las trabajadoras del Hogar. Dicho instrumento y la Recomendación aún no han sido ratificados por este órgano legislativo, pese a que el Estado mexicano hizo compromisos con el Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

El Senado poco puede hacer si es que el Ejecutivo Federal no remite para la ratificación dicho instrumento jurídico al Senado de la República; en días pasados ya se remitió exhorto, ahora hay que esperar la acción del Ejecutivo Federal; el punto es que esperaron todo el sexenio y nunca se hizo, como que porque creer que ahora sí. Claro las y los trabajadores del hogar no tienen voz, no tienen quien los defienda.

No obstante, hoy nuevamente a la luz de los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS 2017), como País, y como sociedad nos debería dar vergüenza de que el 98% de las trabajadoras del hogar no cuenta con un contrato laboral por escrito; 6 de cada 10 consideran que sus derechos son “poco o nada” respetados. Lo expreso porque cada vez que toco el tema en distintos foros, al unísono se escuchan las voces que expresan que las trabajadoras del hogar son como de la familia, pero de esa familia pobre que entra y sale por la puerta de atrás de la casa.

Es necesario que quienes ahora son los senadores y senadoras de la República por Michoacán se comprometan a promover la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo.

Es una obligación institucional que el Estado Mexicano cumpla con su compromiso   ante el Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, y cuyo propósito es evitar que se continúe con la violación  de derechos que cotidianamente viven las trabajadoras del hogar.

Causan vergüenza para la sociedad mexicana las cifras de la Encuesta Nacional sobre Discriminación, quienes revelan que 88% de esta población no tiene ningún tipo de prestación: como el aguinaldo, vacaciones, seguro médico o acceso a guarderías, más allá de un crédito hipotecario, o de otro tipo, permisos, días de descanso, entre otros.

Las trabajadoras del hogar continúan siendo de localidades, o pueblos o comunidades indígenas, o bien migrantes, así lo señala la ENADIS 2017, quien revela que 1 de cada 3 trabajadoras del hogar “de planta” pertenece a un pueblo indígena, por lo cual viven una discriminación más acentuada en comparación con las trabajadoras no indígenas y ello se refleja en el trato desigual e injusto que reciben: no se les permite comer los mismos alimentos que la familia empleadora, se las confina a usar un baño exclusivo y se las obliga a trabajar más de ocho horas al día, y se les mantiene bajo esquemas de opresión, expresando que si se van serán denunciadas por robo ante las autoridades, por lo que viven con miedo permanente.

No obstante la importancia de la ratificación del Convenio 189, también es fundamental las modificaciones al Capítulo 13 de la Ley Federal del Trabajo para establecer una jornada laboral de 8 horas;  modificar la Ley del Seguro Social para que las trabajadoras del hogar gocen de las prestaciones y servicios de salud.

El Convenio 189 entro en vigor en 2013, a la fecha México no lo ha Ratificado, 5 años después, más de dos millones de trabajadoras del hogar siguen sin contratos, sin prestaciones y a modo de esclavitud y explotación.