Foto: Javier Velázquez/ Contramuro

Morelia, Michoacán.-Magos y brujas esperaban desde temprano que se abrieran las puertas del Palacio del Arte, el brebaje estaba listo y su aquelarre preparado, los únicos faltantes en aquella fiesta pagana eran la agrupación Mago de Oz.

Sombreros puntiagudos, cabelleras largas y vestimentas negras, eran claves para aquella reunión fuese todo un éxito, impacientes los asistentes, cantaban algunas melodías para mitigar el aburrimiento.

Al abrirse las puertas del recinto, aquel elixir preparado, ya hacía estragos en los morelianos, quienes a pasos largos, se acomodaban en sus diferentes lugares, la fiesta estaba a punto de comenzar.

De repente aquel templete se llenó de colores y los intérpretes salieron al escenario para iniciar su presentación, los asistentes saltaron para corear junto aquellas personas, las notas que emanaban de sus gargantas, casi como si de un rezo se tratara.

Cada sentimiento de aquel lugar, temblaba con cada acorde y cada instrumento que tocaba sus notas, el suelo se estremecía ante aquella congregación de personas, quienes cantaban en una sola voz “La posada de los muertos”.

Poco a poco el caldero, iba descendiendo, los participantes sabían que pronto el sol saldría y todos deberían regresar a sus viviendas, pero aún faltaba una pieza más que tocar.

“Molinos de viento”, se interpretó y los bailes comenzaron a vivir, el slam se apoderó de los cuerpos de algunos hombres, quienes brincando, chocaban unos con otros, creando su propio lenguaje.

Al finalizar aquella reunión, la agrupación, agradeció a todo Morelia, por el calor brindado esa noche, las guitarras bajaron y aquellos fanáticos se despidieron de su banda con un corazón lleno de adrenalina.