Un flashmob militar en Morelia convierte una tarde lluviosa en una vibrante fiesta, uniendo música y baile en el Centro Histórico.
La tarde gris en el Centro Histórico de Morelia se transformó en fiesta popular cuando la Banda de Música de la 21 Zona Militar, perteneciente a la 12 Región Militar y dirigida por el teniente músico Carmelo Aguilar Valencia, irrumpió en la cerrada de San Agustín con un flashmob que arrancó sonrisas, aplausos y hasta pasos de baile.
Alrededor de 30 músicos uniformados, integrados en la orquesta, hicieron sonar piezas del repertorio tradicional: un popurrí de la Sonora Santanera, Mambo número 8, Qué rico mambo, Kumbala, Así fue, Arriba Pichátaro, Juan Colorado y Santa Negra.

Cada nota reverberaba en las fachadas coloniales, mientras la gente, que al inicio observaba tímida bajo sus paraguas, comenzó a dejarse arrastrar por el ritmo.
El primero en atreverse fue un hombre visiblemente entonado por el alcohol, que con pasos desinhibidos abrió la pista improvisada y animó al resto.
Poco a poco, principalmente adultos mayores se lanzaron al empedrado, tomados de la mano o marcando el compás con los pies, hasta abarrotar el espacio.
Una pareja de turistas nacionales, recién llegada desde Saltillo, agitaba banderas pequeñas mientras gritaba “¡Arriba México!” y “¡Arriba Michoacán!”, provocando risas y vítores a su alrededor.
Bailan militares en el Centro Histórico
Los militares no quedaron fuera de la fiesta. Varios fueron invitados a bailar por los asistentes: un hombre que con insistencia tendió la mano a una uniformada, quien cortésmente se negó.
Una jovencita que animó al propio director de la orquesta, y este, entre aplausos, accedió a dar unos pasos; más allá, otro elemento castrense tomó la iniciativa y sacó a bailar a una dama que no dudó en seguirle el ritmo.
Aunque la lluvia amenazaba con volver a caer, la calle se había convertido en un salón popular donde la música castrense se confundía con carcajadas, celulares levantados y vivas al unísono.
La fiesta culminó con Caminos de Michoacán, coreada por decenas de voces.
El público respondió con ovaciones que retumbaron entre los muros históricos, en un episodio efímero que convirtió por unos minutos la rutina del centro en una verbena inesperada.