Jóvenes, los nuevos boomers de la Gen Z
Elizabeth Legarreta, columnista. Foto: Cortesía

Cada vez se nota más, la Gen Z y los centennials están empezando a ser los nuevos boomers. Y no es burla, o sea, sí es irónico, pero más que nada es preocupante. Por miedo a parecer “cringe”, o al juicio externo de sus pares, por esa necesidad absurda de verse siempre irónicos, aesthetic y emocionalmente neutros, están renunciando a todo lo que implique riesgo. Pero la vida es riesgo, carajo. Y lo preocupante es hacia dónde se están yendo: a lo cómodo, lo aprobado por dios, lo que creen que no los deja expuestos.

Les da más miedo quedar como ridículos que como injustos. Les cuesta más tolerar la vergüenza que el error. Y eso los va empujando a repetir fórmulas viejas (y que se ha probado que llevan a futuros terribles), a cerrarse, a moverse cada vez menos. Eligen lo predecible. Se sienten seguros ahí. Todo lo que huela a emoción fuerte o pensamiento incómodo les resulta sospechoso.

Y como siempre pasa, los numeritos y datos ya lo están retratando. En Estados Unidos, los hombres jóvenes tienen posturas más conservadoras que generaciones anteriores. Más rígidos en temas de género, sexo, más cerrados en derechos reproductivos, más dispuestos a justificar figuras autoritarias. No, no exagero ni tampoco es una hipótesis. Ya está pasando. Muchos votaron por Trump y no, no justifiquemos diciendo que fue error o porque son rebeldes, cuando la realidad es que es el reflejo claro de hacia dónde se están inclinando. Le están dando espaldarazo al sistema que los asfixia porque creen que así, cayéndole bien, serán parte. Sí, como lo creyeron los boomers y los nazis y demás. Lo más irónico es que algunos ya son más conservadores que el propio Trump. No necesitan guía, ya tienen el dogma interiorizado. Ya se saben el guion.

En redes también se nota esta tendencia. TikTok se llenó de contenido que romantiza el control, que hace ver la obediencia como madurez (especialmente la de las mujeres) y la rigidez como elegancia. La estética conservadora avanza con voz suave, colores neutros y “clean look”. Ellos son los que verdaderamente dan cringe. Porque a muchos les ofrecen un guion sin preguntas. Un molde que les ahorra el riesgo de parecer ridículos y acaban siéndolo.

Mientras tanto, la rareza, la intensidad, la disidencia, se van apagando. El miedo al cringe está tomando decisiones por ellos. Se repliegan. Callan. Y creen que eso es evolución.

No están defendiendo posturas, están huyendo del juicio. Y mientras más huyen, más se atrincheran. Lo que antes hubiera sido impulso de rebeldía ahora se convierte en vigilancia estética. Todo tiene que verse bien. Todo tiene que ser medido. Y así se va muriendo lo genuino.

Por eso sí, se están volviendo los nuevos boomers. Solo que estos sí se ponen skincare y bloqueador. Pero al final, el mismo miedo a lo que se sale del guion.

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