El pasado lunes 1° de septiembre se dio el primer informe de gobierno de la titular del poder ejecutivo federal. En su mensaje político se refirió en escuetas tres ocasiones a Michoacán por su nombre. Solamente en el programa de Estufas de Leña para las comunidades Purépechas se trató del anuncio de un programa exclusivo. Lo demás fue resaltar la obra pública en materia del hospital comunitario en Maruata, la ampliación de la Autopista Siglo XXI y un programa de tecnificación de riego.
En materia educativa no hubo una sola mención específica para la educación estatal. Para encontrar información suplementaria hubo necesidad de revisar el Primer Informe de Labores de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en donde se mencionó 27 ocasiones a Michoacán por su nombre, en 160 cuartillas del documento. Sin embargo, lejos de iluminar un camino de esperanza, este informe es un espejo que refleja lo que ya temíamos: la educación no está suficientemente priorizada. Se habla de infraestructura con supuestos avances de hasta el 100%, de la participación de 6 mil 800 docentes en procesos de promoción y de programas de equidad vinculados con salud.
Pero, tras revisar a detalle, encontramos más sombras que luces:
• Se reporta un 95%-100% de avance financiero en obras, pero sin pruebas de calidad ni ubicación.
• Se presume participación masiva del magisterio en procesos de la USICAMM, pero el déficit de docentes persiste.
• Se anuncia la inclusión de escuelas en programas de tiempo completo, pero no hay lista de planteles ni evidencia del impacto real en salud o nutrición.
Por ello, en Michoacán, el dolor es doble. Los problemas que enfrentamos a diario en nuestras comunidades —abandono escolar, violencia, precariedad, falta de maestros— se replican o se esconden en los fríos números del informe. El documento federal repite que hay avances, pero lo que se vive en las aulas es otra historia. Al respecto, hay cinco grandes temas por observar:
1. La falta de estudiantes nos interpela.
Los datos sobre abandono escolar, tasa de escolarización y pérdida de matrícula en Michoacán son alarmantes. En Michoacán, cada niña, niño o joven que no puede ejercer plenamente sus derechos educativos representa las alas de una vida que pierden su plumaje: el joven de la Tierra Caliente que deja sus estudios por falta de oportunidades o la muchacha de la Meseta Purépecha que interrumpe su formación para sostener a su familia.
¿Qué programas de apoyo tenemos para detener esta fuga de talentos? ¿Dónde están los incentivos, la seguridad y la confianza que deben ofrecer las escuelas? Las becas demostraron su pírrica capacidad: un escaso dos por ciento de reducción en el abandono escolar, a pesar de las cifras multimillonarias destinadas para tales efectos, que en la práctica resultan un paliativo para combatir la pobreza extrema.
2. Silencio sobre la infraestructura educativa y violencia escolar
El informe presume inversiones a través de La Escuela es Nuestra, pero en las aulas michoacanas siguen las goteras, los baños inservibles y los techos de lámina. La violencia y la discriminación, además, son heridas abiertas. Solo ocho estados han instalado sus Consejos Estatales de Participación Escolar, y Michoacán no está entre ellos.
Sin esos consejos, las familias no tienen voz. Es urgente que los padres, docentes y directivos puedan dialogar y exigir entornos seguros y dignos para sus hijos.
3. La pobreza de aprendizaje, un abismo creciente. El gobierno presume haber atendido el rezago educativo, pero reduce el concepto a adultos sin escolaridad. La tragedia real está dentro de las aulas: reprobación en secundaria en aumento, comprensión lectora deficiente y aprendizajes mínimos en matemáticas. Y la pandemia de ignorancia se vive cotidianamente fuera de las aulas.
En Michoacán, la falta de recursos didácticos, la desigualdad tecnológica y la formación insuficiente del magisterio agravan la brecha. Los nuevos libros de texto, modificados sin estrategia, han sembrado más dudas que certezas, como las propias voces desde el aula lo han expresado.
4. Opacidad como política de Estado
El informe asegura tener toneladas de datos —formato 911 y 31 cuestionarios más—, pero no los abre oficiosamente al público. Es información fantasma. En un estado como Michoacán, donde necesitamos precisión para saber qué escuelas requieren más apoyo, esta opacidad es una burla contra la niñez.
Exigimos transparencia plena. La información no puede ser botín de funcionarios; debe estar al servicio de la sociedad.
5. Desprecio por los programas estratégicos. El abandono del programa de inglés (PRONI) y de la Estrategia Nacional de Lectura es inaceptable. En un país con crisis de comprensión lectora, quitar recursos a estos programas es condenar a generaciones enteras.
En Michoacán de Ocampo, un estado sostenido por los bastones de las remesas y la migración, el bilingüismo puede abrir puertas económicas, por lo que la falta de potenciación del PRONI equivale a cerrarle el paso al futuro.
Los números pueden maquillar, pero no esconden la realidad de aulas vacías, maestros insuficientes y comunidades desatendidas. La problemática persiste.
El informe está ahí. Es un recordatorio de que no podemos ser espectadores pasivos. La educación no es un favor del gobierno: es un derecho humano y el cimiento de nuestra dignidad. Hay que levantar la voz en cada comunidad, en cada escuela y en cada espacio público en pro de la lucha por la educación de nuestros hijos, nietos y vecinos, porque en ellos está depositado el futuro de Michoacán y merecen un gobierno educador.
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Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.
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