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La política en México no ha cambiado mucho en los últimos 40 años, a pesar de la llegada formal y material del capitalismo de libre mercado. Esto quiere decir que las prácticas de los políticos y de los partidos políticos, si acaso, han cambiado un poco, pero nada significativo, a pesar de que las herramientas de comunicación, publicidad, imagen y marketing ofrecen nuevas cosas, desde otros lugares del mundo y a partir de otros tipos de cultura política.

En esta ocasión, me referiré al marketing de los políticos mexicanos -de los viejos-, en particular de los jóvenes que ven en la política, “algo”. ¿Cuáles son los retos que tienen los jóvenes de México que se quieren dedicar a la política? Definiré algunos con el riesgo de quedarme corto, y les invito compartan más en mi red social twitter @christian_gtz

  1. Entender qué es hacer política: hacer política es buscar el poder político, retenerlo y acrecentarlo, con el objetivo de ayudar a los demás, a su país, a su Estado, a su ciudad (polis), a su comunidad. Esto es y para esto es la política, por ello, aquellos jóvenes que tienen en la cabeza la idea de dedicarse a la política para salir de la pobreza o para hacer dinero, será mejor que vayan entendiendo la realidad que se vive: cada vez es más difícil robarse el dinero, como lo hacían los viejos políticos corruptos, solapados por un sistema político que así caminaba. Ahora es y será cada vez más sencillo que los exhiban, los apresen y pierdan el patrimonio robado.
  2. Entender cuál debe ser el papel de los jóvenes: hace 20 años, a la mayoría de los jóvenes se les utilizaba en los partidos políticos y en las campañas electorales. Su función era salir a las calles y a los cruceros a pegar calcomanías -del partido o del candidato- en los carros, a colgar pendones en los postes de luz, colgar lonas, pintar bardas y asistir como acarreados a los eventos. ¿Qué ha cambiado hoy en día? Si eres un joven y estás leyendo esta columna, te invito a meditarlo. La respuesta es, nada, o casi nada. Hoy, la mayoría de los jóvenes que participan en los partidos políticos o en la política siguen pegando calcomanías en las calles, solo que ahora las calcomanías son digitales (post, cartelones, infografías, etc) y las calles son las redes sociales. Los jóvenes en su mayoría siguen siendo ninguneados, salvo que se tenga un buen padrino o una coyuntura muy especial les favorezca. Lamentablemente, el grueso de la población de jóvenes que se dedican a la política o se quieren dedicar a la política, no dejarán de ser artículos de segunda que servirán para amenizar y rellenar eventos, salvo que los jóvenes políticos entiendan que su papel debe ser el de proponer cambios, tirar esquemas viejos, aburridos, corruptos y ficticios.
  1. Entender que la juventud no es bandera para llegar al poder: muchos jóvenes políticos son inflados en sus partidos políticos. Les hacen creer que “merecen” tener un cargo y ejercer el poder, por el simple hecho de ser jóvenes. La realidad de hoy es distinta. Este es el mundo de las competencias, por lo tanto, deben apostarle a prepararse, capacitarse, estudiar y actualizarse todos los días para competir y saber lo que está sucediendo más allá de sus redes sociales; deben entrar en contacto con los ciudadanos para saber qué les duele. Estar en las redes sociales pegando calcomanías digitales y ejecutando la estrategia RT (cuando se les manda una imagen y la multiplican como si fueran robots sin discernir si vale o no la pena) no es tan malo; lo malo viene cuando creen que eso es todo lo que significa hacer política, y peor aún, cuando creen que eso es hacer social media-marketing.

Los jóvenes en la política de México tienen muchos retos, pero uno muy importante es comprender que ser auténtico es lo mejor, y eso significa no tener que ser maletero de los viejos corruptos para para ver si les tiran un hueso.

@christian_gtz

[i] El autor es Licenciado en Derecho, Maestro en Ciencia Política, candidato a Doctor en Política, Gobernabilidad y Políticas Públicas; actualmente cursa una Maestría en NeuroMarketing.