Foto: Héctor Tenorio

En las elecciones del pasado 5 de junio, el clero católico asumió una actitud de despecho dejando constancia de su desaprobación contra la iniciativa del Ejecutivo que pretende legalizar los matrimonios igualitarios y permitir la adopción. Usaron el púlpito como tribuna y en Aguascalientes implementaron una estrategia electoral, ésta no se reprodujo en las demás entidades donde triunfó la oposición. Ahora nos quieren vender la imagen de que serán el gran elector en el 2018. ¡Por favor¡¿En qué momento perdieron el piso? En realidad lo que se impuso fue un hartazgo del electorado debido a la corrupción e impunidad que ha imperado en la administración federal. Además las expectativas creadas de un crecimiento económico sostenido no pudieron cumplirse. En este sentido es lamentable que los jerarcas religiosos inciten al encono y al odio, ellos al igual que los demás integrantes de la sociedad están obligados a respetar el Estado de derecho. ¿Acaso no hay suficiente violencia en nuestro país? Al parecer la respuesta es no.

Si algo le faltaba a la disputa entre el Gobierno Federal y el clero es que está desarrollándose después de la tragedia del 12 de junio en Orlando, Florida, donde un asesino solitario mató a 49 personas en un club nocturno de la comunidad LGBT. En tales circunstancias, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong entendió lo delicado del tema. No desea ahondar más las diferencias y evitará presionar a las autoridades electorales para que castiguen a los que violaron la ley, como piden los perredistas. Sin embargo, exige a la iglesia católica no continuar en el camino de la confrontación. Es la primera advertencia. El funcionario se reunirá con los inconformes pero no cederá, expondrá los expedientes que tiene en contra de los religiosos quienes son renuentes a comprender que sus creencias se basan en conceptos que en este siglo han sido abandonados.

Sin duda el tema ha dividido a la población, algunas encuestas indican que el 49 por ciento está en desacuerdo con los matrimonios igualitarios y sólo el 43 por ciento los respaldan. En el punto de la adopción la diferencia se profundiza, el 69 por cierto lo reprueba y el 27 por ciento se muestra a favor. Lo curioso es que sólo el 14 por ciento declaró que este hecho determinó su voto en el pasado proceso electoral. Otro estudio realizado por el PRD hace tiempo demostraba que su militancia era conservadora y no estaba de acuerdo con la legalización de los casamientos entre personas del mismo sexo. Vale la pena recordar que ese proyecto lo propuso y lo convirtió en ley Marcelo Ebrard Casaubón ex jefe de gobierno del Distrito Federal, sin discutirlo entre los diferentes sectores de la sociedad. Tampoco a nadie sorprende que el líder del Movimiento de Regeneración Nacional Andrés Manuel López Obrador sea renuente a tocar el tema, incluso ha dicho acerca de estas uniones que la última palabra la tendrá la población, el tabasqueño no quiere perder votos.

Queda claro, hay una mayor tolerancia, pero no se dejan de reprobar las muestras de afecto de estos grupos vulnerables en la vía pública. La homofobia se ve muy marcada en las personas mayores de 30 años, aunque también encuentra eco en algunos jóvenes. La doble moral impide que la sociedad discuta al respecto en un terreno totalmente laico y que el eje del debate sea el respeto a los derechos humanos que permitan la convivencia a pesar de las diferencias. ¿Lo entenderá la iglesia o creerá que está por encima de todos, inclusive del Estado mexicano? Si es así, estaremos en graves problemas y el odio se impondrá sobre la razón.