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Por: Marx Aguirre Ochoa

El problema de la pobreza tiene manifestaciones y tiene causas.  Ciertamente, contener la pobreza no es equivalente a la eliminación de sus causas.  En los períodos de mayor crecimiento económico en México y en Michoacán, la pobreza en paralelo también creció, por lo que, la producción de más riqueza no es equivalente a menor pobreza.

Según datos del CONEVAL, se calcula que en México hay 53 multimillonarios frente a 53 millones de pobres.  En consecuencia, por cada multimillonario mexicano hay un millón de pobres.  Ello ratifica el principio de que riqueza y pobreza son correlativos, no existe lo uno sin lo otro y por tanto, la eliminación de la pobreza con los indicadores actuales, dejaría de tener implicaciones para la erradicación de la desigualdad en la diversidad de sus manifestaciones.  Modelos y programas gubernamentales siguen fracasando en su objetivo de terminar con la pobreza y la desigualdad.  Cuanto se hace tiene la característica de paliativo, de “contención”. 

En la  “Encuesta Valores México” (Diagnóstico Axiológico), realizada  por el Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C (CIDAC), y el Instituto de Cambio Cultural de la Universidad de Tufts, como un esfuerzo pionero para el conocimiento de las fuerzas inferiores que mueven a los mexicanos en su vida diaria.  Son distintos los aspectos que aborda la Encuesta.  Sin embargo, algunos de ellos tienen particular importancia en la comprensión de las conductas reales y potenciales de los mexicanos, como son los temas del trabajo, los ascensos laborales, las creencias sobre ricos y pobres y la importancia concedida al pasado y el futuro

Respecto del trabajo, como procesos para la generación de nueva riqueza y cualidad esencial del ser humano, la Encuesta reporta que “siete de cada diez  encuestados opina que lo más importante del trabajo es que da para vivir, mientras que cada tres afirma que no importa lo que quieren.”  Estas respuestas sugieren la valoración del trabajo, más como castigo que como satisfacción, a la vez que implican la consideración de esfuerzos mínimos, en lugar de esfuerzos máximos para obtener los satisfactores deseados.  La mayoría de los mexicanos abandonó aquel valor que pudo denominarse como “cultura del esfuerzo”.

Hay más, “dos de cada cinco mexicanos percibe que se promueve (laboralmente) a quien el jefe conoce mejor y no al más capaz.  Adicionalmente, el  56% reconoce que sin  buenos contactos es difícil avanzar en la vida”.  Importaría, entonces, estar bien con el “jefe” y tener  “buenos contactos”, por encima del desempeño y las capacidades laborales.  Podría decirse, en el lenguaje coloquial, que preferiblemente habría que ser buen “grillo”, antes que un buen trabajador.

Las conclusiones a esté analisis podrían ser:  la urgencia de garantizar el acceso de un Estado Social de Derechos y el rediseño de la economía para generar empleo y capacidad distributiva, rediseñar la política social con el objetivo central de construir ciudadanía, redefinir las prioridades del desarrollo social y participar activamente en la construcción de una globalización justa, lo que varios especialistas han llamado “La Construcción de un Modelo Democrático de Estado de Bienestar”  que valdría la pena la reflexión y análisis. La construcción de un  nuevo modelo de “Estado de Bienestar”, “cimentado en una nueva cultura ciudadana para la paz, la justicia, la legalidad y la dignidad de las personas”.   Este “Modelo”, merecería un análisis más a fondo en los diferentes sectores sociales, toda vez que dibuja un camino para la solución de los grandes y graves problemas que vive nuestro país, incluyendo las desigualdades y rezagos regionales  y de entidades federativas, caracterizadas por la pobreza y la ausencia de opciones para abandonar las crisis profundas cuyo contenido son los desequilibrios en todos los órdenes, desde el desempleo y el hambre, hasta la violencia e inseguridad permanentes en la vida cotidiana.