Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Morelia, Michoacán.- Desde muy temprana hora se ve el movimiento de imágenes y cristos, pequeños altares y descansos; llama la atención una grúa que lleva un Cristo negro, la gente voltea y algunos se persignan, el vehículo de carga atraviesa la Av. Madero y llega a un convento en el que lo resguardarán.

Adentro, se ven algunos hombres que acomodan más imágenes, entre por lo menos 10 bajan el Cristo negro de la grúa y lo colocan en un espacio ya destinado dentro del convento. A la entrada, un joven pule el descanso donde llevarán en andas a la virgen de La Soledad.

Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Son los preparativos para la Procesión del Silencio; pues con el afán de que no haya contratiempos desde un día antes dejan casi todo listo para el Viernes Santo en punto de las 19:30 horas, iniciar con uno de los recorridos más representativos de Morelia.

Y es que la Procesión del Silencio o Vía Matrix de la capital michoacana, es de las tres más antiguas y con mayor tradición del país, junto con la de San Luis Potosí y la de Zacatecas. En el caso preciso de Morelia, fue hace 41 años que se inició con esta costumbre en el barrio de Las Capuchinas.

Foto: Ismael Díaz/Contramuro

La de Morelia, tiene ciertas peculiaridades con las que ninguna otra procesión de este tipo cuenta, una de ellas, es que se lleva a cabo en total oscuridad, únicamente con la luz de luminarias naturales (cera); es totalmente mariana, es decir, se dedica únicamente a la virgen María en su representación de La Soledad; la matraca monumental de Catedral toca dos veces durante la procesión, la primera cuando da inicio y la segunda cuando llega frente a Catedral y la otra particularidad, es que el arzobispo de la arquidiócesis, sale a dar el pésame a la virgen, escena que únicamente se realiza en Morelia.

Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Guillermo Rodríguez Cruz, presidente de la asociación civil Tradiciones Michoacanas, es quien se encarga de coordinar la logística y la organización general para la Procesión del Silencio, él, desde 1976 cuando se inició con esta tradición religiosa, es partícipe de ella y explica algunos significados de este vistoso recorrido:

“La Procesión la inició el presbítero Joaquín Altamirano Rodríguez, en lo que hoy se conoce como el barrio de las Capuchinas, era una procesión muy pequeña que se realizaba solamente alrededor del jardín y al pasar de los años se extendió. La gente de Morelia comenzó a ir para acompañar a la virgen de La Soledad y regularmente vestían de negro. Fue en 1991 cuando las autoridades municipales solicitaron al padre Joaquín trasladar la procesión a la Av. Madero, con motivo de los 450 años de la fundación de la ciudad”, detalla.

Memo, como le conocen, continua su relato y dice: “a partir de esto la procesión tuvo una segunda etapa y creció; con los años se fueron agregando nuevas cofradías y en el año 2000 el padre Joaquín deja la procesión por enfermedad y recae en manos de los laicos comprometidos y solo se asigna un director espiritual que en su momento fueron los padres franciscanos. Tuvo ya una tercera etapa de renovación a partir del 2010 que el arzobispo, Alberto Suárez Inda, vio a bien fundar una asociación civil para proteger la a procesión y nos delegaron dos encomiendas, la logística y la espiritualidad”.

Y es que para Memo, la espiritualidad dentro de la Procesión del Silencio es de suma importancia, tanto que las más de dos mil personas que integran las 22 cofradías deben asistir a un retiro espiritual en el que además de charlas, reciben la confesión y la comunión y antes de salir con el cortejo fúnebre, realizan un rito en el que ofrecen el cansancio que sentirán, por el desagravio de los pecados de los morelianos y la santificación de los sacerdotes, religiosos y religiosas.

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El Vía Matrix de Morelia, sale de la calzada Fray Antonio de San Miguel, un contingente de tambores encabeza las cofradías y va marcando el paso, lento, como un cortejo fúnebre. Atrás, vienen los morelianos que con fe inician su camino con la representación del paso que la madre de Cristo, recorrió para dar sepultura a su hijo, una vez que fue bajado de la Cruz.

Son diversas imágenes las que llevan en andas las 22 cofradías, 13 de ellas, son imágenes patrimoniales de finales del Siglo XVI y hasta principios del Siglo XX. En siete estaciones se lanzas saetas, que a decir de Memo son “dardos de amor y de consuelo a la virgen”. Al llegar a Catedral y después de recibir el pésame, la procesión continua su recorrido por la calle Abasolo, para tomar Valladolid, Vasco de Quiroga y Ortega y Montañez para finalmente llegar a su lugar de origen, el Templo de las Capuchinas.

Son alrededor de cuatro horas de recorrido, en el que más de 30 mil espectadores asentados en las banquetas y balcones de los edificios del Centro Histórico de Morelia, observan en silencio, los ruidos son mínimos, únicamente se interrumpe por el golpe de los tambores que marcan el paso y la matraca monumental que se activa. Es un recorrido solemne y espiritual que rememora la muerte de Jesús.

Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Los integrantes de las cofradías llevan vestuarios inusuales y la cabeza cubierta, la razón, “no se trata de venir a lucirse, lo que venimos a hacer es a lavar nuestros pecados, a trabajar el ego, no queremos lucirnos ante la gente y que nos señalen, es un acto de sacrificio y de reflexión muy personal”, cuenta Memo.

Este año se agregó una nueva cofradía, la que conforman los “matraqueros”. Un dato curioso, es que la cofradía más grande con la que cuenta la Procesión del Silencio de Morelia tiene poco más de 300 integrantes y es la cofradía del Punhuato, una que se caracteriza porque son familias completas las que la componen, los padres de familia van en un contingente cargando la imagen, los jóvenes atrás, le siguen los niños con una imagen de Dios niño nazareno y finalmente las madres de familia.

Para este viernes, se espera que sean más de 35 mil espectadores los que se reúnen a lo largo del recorrido para ser participes de esta tradición que cada vez es más referente a nivel nacional e internacional de las costumbres y rituales que en Michoacán se llevan a cabo.

Ireri Piña es licenciada en Periodismo, reportera de Educación, Turismo, multifuente. Contadora de historias y causas sociales; michoacana, moreliana