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Ciudad de México.- Se necesita no tener entrañas para aprovechar este contexto y robarle sus recursos a quienes perdieron todo; los padres de Alejandra Vicente se quedaron sin casa, sin hija y sin trabajo.

No todo podía ser tan rosa, y a la realidad no le importa el altruismo. La faceta inocultable de algunos mexicanos también fue puesta al descubierto.

Se llama rapiña

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Las labores de remoción de escombros y rescate de personas después del sismo del 19 de septiembre de 2017 han sacado lo mejor de nosotros, pero nunca falta quien saca su lado oscuro en los peores momentos, y esto es una muestra de ello.

Alejandra Vicente, de 24 años, vivía en el edificio ubicado en la calle Torreón, esquina con Viaducto, cuando el terremoto lo hizo colapsar. Sus padres inmediatamente fueron a buscarla, era hija única. Alejandra falleció en el lugar y su cuerpo fue recuperado.

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Pero el martes 26 de septiembre los padres de Alejandra, Porfirio y María del Rosario, acudieron al banco para cancelar la cuenta de su hija y se encontraron con que alguien robó la tarjeta de débito de Alejandra de los escombros y se gastó 24 mil pesos en tiendas de ropa y en línea.

Ese dinero era la suma de los ahorros que el padre había acumulado para su hija, quien era estudiante de sociología.

Luego de denunciar, el banco informó a los padres de Alejandra que haría una investigación, pero que no garantizaba la recuperación del dinero, lo cual es una tontería porque tanto el banco como las tiendas deben tener protocolos de seguridad que den mayor seguridad a los propietarios de tarjetas.

Se necesita ser una persona despreciable para aprovechar este contexto para robar y para quitarle sus recursos a quienes perdieron todo, porque los padres de Alejandra, además de perder a su hija, se quedaron sin casa y sin trabajo, ya que ambos laboraban y vivían en el edificio que se derrumbó en Torreón y Viaducto.