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Música y violencia contra las mujeres

La salida del canal de Youtube del video de cantante grupero Gerardo Ortiz, constituye un logro importante y de gran relevancia para la lucha de las mujerespor el reconocimiento de un derecho humano fundamental como es el derecho a la vida, pero no a una vida simplemente, sino a una vida libre de violencia.

Frente a la polémica que causo dicho video, en el cual de manera explícita se castiga mediante agresiones de índole física, psicológica y que culminan con la privación de la vida a una bella mujer por adultera, belleza además estereotipada, muy común en los videos de género grupero. La violencia manifestada en el video nos lleva nuevamente a pensar y repensar la problemática de la violencia que de manera estructural, sistemática, naturalizada y legitimada se ejerce.

A la par de las miles de voces de mujeres que se levantaron en protesta porque dicho video fuera eliminado de las redes sociales, distintos cantantes del mismo género manifestaron su solidaridad para con el cantante Gerardo Ortiz, respaldo que preocupantemente fue acompañado por diversos medios de comunicación.

Resulta alarmante que a más de tres décadas de que la lucha feminista abrazara la nada sencilla pero si humana y generosa tarea de erradicar la violencia contra las mujeres la falta de conciencia social mostrada tanto por integrantes del medio grupero y solapada por algunos medios de comunicación ante este tipo de manifestaciones, que nada tienen de artísticas y por el contrario demeritan un arte como es la creación musical, pareciera decirnos que poco ha cambiado la percepción que se tiene respecto de las mujeres y su derecho humano a una vida libre de violencia.

Desde que se suscribió la Convención de Belem do Para, misma que fue adoptada por los Estados partes en el año de 1994 y entrara en vigor para el año 1995, se han tenido logros relevantes pues ahora contamos con instancias gubernamentales que atienden la violencia contra las mujeres, tenemos políticas públicas que no cesan de estar diseñando estrategias creativas e innovadoras que nos permitan trabajar con mujeres y hombres el tema de la violencia. Se diseñan e implementan campañas audaces y directas para hacer entender que la agresión hacia las mujeres constituye una de las más atroces formas de discriminación y violación a sus derechos humanos, y sin embargo pareciera que esto no llega a toda la ciudadanía o será que algunos sectores de la sociedad no quieren verlo por lo redituable que aún resulta la cosificación del cuerpo de las mujeres en algunos géneros musicales, los anuncios comerciales y en los medios de comunicación, especialmente programas de espectáculos o de revista.

Ahora el reto a lograr, así como en algún momento se impidió a las y los cantantes sobre todo del mundo grupero cantar narcocorridos por la influencia cultural negativa que estos generaban y la apología al delito a que incitaban, es que ésta prohibición llegue hasta cualquier género musical que en sus letras denoste, humille, denigre, cosifique o remita a un objeto sexual a las mujeres.

Como humanidad nos hemos habituado tanto a la violencia contra las mujeres que no la cuestionamos y algunos géneros musicales contribuyen en gran medida a ello, común para nosotras y nosotros es escuchar letras de contenido ofensivo donde la mujer infiel, la mala, la que ejerce su libertad sexual, la que opta por romper los esquemas de dominación y opresión es castigada, humillada y condenada al abandono, olvido, sufrimiento y desamor.

México, y Michoacán en particular, presentan un grave problema de feminicidios, tan es así que en varios estados del país ya se han emitido alertas de género como el Estado de México, Guanajuato, Chihuahua, Morelos y Michoacán está a un paso de que se haga necesaria esta medida de acción afirmativa para proteger.

El cambio cultural que se requiere para lograr erradicar la violencia contra las mujeres es corresponsabilidad de todos y todas, estamos tan acostumbrados a pensar y ver el fenómeno de la violencia a partir de “las otras”; las “otras” son a las que violan, torturan y asesinan con una saña indescriptible pero si aprendemos a ver el fenómeno desde “nosotras y nosotros”, desde nuestras hermanas, nuestras esposas, nuestras madres, nuestras amigas, nuestras hijas, quizá el cambio de conciencia llegue.