alfonso solorzano
Foto: Cortesía

Nuevamente el nombre del actual presidente de EUA -Donald Trump- vuelve a ser el centro de polémica en la opinión pública estadounidense, ahora por los supuestos contactos que tuvo su hijo, Donald Trump Jr., con distintos ciudadanos de Rusia momentos antes de que se librara la guerra electoral entre Trump y Clinton por la presidencia.

Supuestamente, estos ciudadanos provenientes de Rusia le confiaron al hijo de Trump que podían apoyar a su padre otorgando material que podría perjudicar políticamente a Hilary Clinton, a lo que el hijo del magnate, también supuestamente accedió.

Desde luego al hacerse pública la información de esta reunión, los reflectores fueron apuntados a los nuevos residentes de la casa blanca e incluso algunos opositores volvieron al discurso de buscar juzgar a Trump para quitarlo de la presidencia.

Sin embargo no parece que esta noticia esté inquietando demasiado al magnate neoyorquino, e incluso pareciera ser también que no está provocando que su popularidad descienda, lo cual a su vez genera serias dudas en la clase política estadounidense, pues cualquier político del establishment probablemente ya habría tenido que al menos emitir declaraciones ante alguna comisión del poder  legislativo, dar algún informe o discurso para calmar la situación, o en el peor de los casos anunciar de manera sutil la posibilidad de su renuncia.

Así las cosas, Donald Trump nuevamente parece inmune a esa clase de escándalos políticos y dentro de ello vale la pena cuestionarse el porqué.

Hay que recordar que Trump abiertamente señala que él no es políticamente correcto, es decir, utiliza un modo pragmático y fuera del protocolo político estadounidense para ejercer el poder en la casa blanca, significando esto que se está tratando de alejar lo más posible de las tácticas tradicionales empleadas por la mayoría de los políticos estadounidenses para mantener la gobernabilidad, sin embargo este solo elemento no sería suficiente para mantener a raya a las presiones políticas emanadas de la opinión pública, hay otro elemento que está jugando por el momento, a favor de Trump.

Este segundo elemento es la mentalidad administrativa del propio magnate. Como es bien sabido Donald Trump fue toda su vida profesional un empresario fuerte y relativamente exitoso, y dentro de su forma de actuar en los negocios él siempre estaba procurando obtener el mayor beneficio posible tratando de mantenerse siempre dentro del marco legal incluso si sus tácticas era discutibles o hasta mal vistas. Trump lleva esta misma mentalidad a la casa blanca.

Se tiene entonces a un presidente que realmente no le interesa mucho la opinión pública, o al menos no al mismo nivel que le preocuparía a un político promedio en EUA, y se preocupa mucho más por cumplir los aspectos legales que involucran el ejercicio administrativo de la presidencia, básicamente su mentalidad política se limita a que mientras no haga nada ilegal todo estará bien.

Desde luego este tipo de mentalidad es completamente criticable, pues la gobernabilidad no solo es cumplir la ley sino también no generar polarización ni extremismo en la sociedad, sin embargo Trump aún no parecer haber caído en cuenta de lo que representa el “capital político”.

Y aunque irónicamente esta “aparente ignorancia” no sería muy propia de alguien que quiera dedicarse a la política, a Trump parece estarlo beneficiando, pues dado que está ignorando completamente un posible desgaste político, tanto sus opositores como críticos del establishment de EUA no han encontrado cómo presionarlo de manera efectiva.

Claro que tampoco se puede señalar que Trump es invulnerable en lo que respecta a la presión pública, pero por el momento está demostrando ser alguien bastante complicado para negociar en la arena política; muy posiblemente el conflicto actual entre Trump y sus rivales del establishment se saldará en las elecciones federales que tendrán lugar el próximo año. Ahí se sabrá definitivamente cuál estrategia tiene mejor resultado: la actitud políticamente incorrecta de Trump o las tácticas de desgaste y negociación de los políticos tradicionales.

Pero por el momento esto permanecerá en la incógnita y por lo mismo quizá en el corto plazo la clase política tradicional de EUA deba pensar en una estrategia inmediata que sea diferente a sus tácticas ordinarias para saber cómo lidiar con Trump, esto incluso sería positivo de cualquier forma dado que si Trump logra imponerse en las próximas elecciones será evidente que de todos modos se tendrán que desarrollar tácticas completamente diferentes para negociar con el polémico presidente.