alfonso solorzano
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Nuevamente Donald Trump ha vuelto a captar los reflectores internacionales, ahora debido al lanzamiento de la bomba GBU-43, mejor conocida como MOAB, en Afganistán, que dejó el saldo de 36 personas muertas, todas pertenecientes al grupo terrorista Estado Islámico, mejor conocido como ISIS.

Sin embargo lo relevante de esa acción no es en sí las bajas que produjo o qué fuese realizada en territorio extranjero, sino el simbolismo que la bomba misma conlleva, ya que a este tipo de bomba se le conoce popularmente como la “madre de todas las bombas”, dado que es la de mayor tamaño no nuclear dentro del arsenal de las fuerzas armadas de EUA.

Es más que evidente que Trump desea hacer muestra del poderío militar estadounidense frente a todo el mundo, tanto a sus aliados como a sus enemigos políticos, sin embargo este tipo de acciones son mucho más peligrosas de lo que el magnate podría imaginar.

Actualmente ha habido una enorme escalada de tensiones diplomáticas en las últimas semanas, comenzando por el lanzamiento de los 59 misiles tomahawk de parte de EUA contra una base militar siria, lo cual produjo la condena explícita no solo de las autoridades sirias sino también las de Rusia e Irán, posteriormente Trump también ordenó la movilización de una flota de barcos de guerra anclados en las cercanías de Singapur hacia la península de Corea, en un claro desafío al régimen norcoreano.

Haciendo un análisis simple de estas tres acciones belicosas, puede decirse que el actual mandatario estadounidense no tiene ningún titubeo en emplear la fuerza militar tanto contra Siria como contra Corea del Norte si así lo considera, pues al parecer Trump está retomando la idea de que EUA debe asegurarse a toda costa de detener a los regímenes que atenten “contra la estabilidad global”.

Con dichas acciones el ejecutivo estadounidense demuestra que carece de un buen asesor en la geopolítica actual, ya que parece no  darse cuenta que meterse en un conflicto militar directo con los regímenes sirio y norcoreano, significaría mucho más que una simple guerra contra estos gobiernos.

Tanto Siria como Corea del Norte son protectorados políticos en términos facticos de Rusia y China respectivamente, atacar de manera directa a cualquiera de ellos implicaría una poderosa reacción política e inclusive hasta militar de cualquiera de esas dos naciones potencias.

Además de ello el presidente de EUA parece olvidarse que en el caso de Siria, el régimen de este país cuenta con un aliado poderoso en el medio oriente, el cual es Irán, por lo que una invasión a Siria implicaría, además de un conflicto con Rusia, también una confrontación militar directa con Irán, cuyo régimen se ha ido preparando para la guerra contra EUA desde su instalación en 1979.

Para el caso de Corea del Norte las cosas no pintan mejor, además de contar con el respaldo de China, el gobierno norcoreano cuenta con una “carta política-militar” importante que muchos en la comunidad internacional no han considerado, y esa es un ataque de lleno a Corea del Sur. Es muy probable que si el gobierno de Kim Jong Un se ve amenazado con una serie de bombardeos por parte de las fuerzas estadounidenses o incluso si pareciera que una invasión a gran escala es inminente, el gobierno norcoreano buscaría refugio en territorio chino pero no sin antes ordenarle a todas sus fuerzas armadas un ataque masivo contra Corea del Sur bajo el pensamiento de que si Corea del Norte caerá se llevará a Corea del Sur con ella. Sumando también a lo anterior el hecho de que China tiene una disputa marítima con Japón, actual aliado de EUA, por unas islas cerca del mar de China, lo cual haría que China tampoco cediera fácilmente su influencia en la península coreana.

Es claro que ni China, ni Rusia, ni Japón, ni Irán, quieren que se desate algún conflicto directo con EUA, sin embargo a Trump parece no importarle hacer fricción con los actuales rivales políticos que tienen los Estados Unidos, lo cual es completamente alarmante ya que lo último que necesita ahora EUA son dos nuevos frentes de guerra.

Las administraciones tanto de Bush como de Obama mostraron que EUA no tiene la fuerza económica para sostener dos guerras directas de manera simultánea, no por nada la gestión de Obama se vio en la obligación de retirar las tropas de Iraq, al ser ya poco redituable la guerra en ese país, además de ser uno de los causantes de la crisis económica de 2008. Sería muy poco prudente por parte de la administración de Trump el abrir nuevos frentes de guerra aun sabiendo que EUA continúa un conflicto armado en territorio afgano.

En las siguientes semanas podría terminarse definiendo el destino de muchas regiones del mundo para los siguientes años, esperemos que tanto Trump como el resto de los grandes protagonistas de la Geopolítica contemporánea tomen las decisiones más sensatas posibles para evitar un conflicto armado a gran escala.