Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Morelia, Michoacán.- El mismo día mi hijo me dio la tristeza más dura que he sentido en mi vida, pero también la alegría y emoción más grande que he vivido… Fueron cerca de dos minutos los que Lucas estuvo en una convulsión, se puso rígido, con un color muy pálido como de muerto y parecía que no respiraba; empecé a gritar como loca y a llorar. Abracé a mi bebé y empecé a pedirle que no se me fuera, le sobé su pechito y como si fuera un milagro mi hijito despertó y desde entonces aquí sigue.

Lucas apenas tenía nueve meses de edad cuando sufrió una violenta convulsión que le lesionó el cerebro, su mamá Ana María Durán Valdez, refirió que a consecuencia de ese hecho, el niño tardó en caminar, no hablaba bien, era muy disperso y le costaba trabajo moverse, coordinarse y concentrarse para realizar alguna actividad.

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Casi cumplía los cuatro años cuando Lucas llegó al Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) de Michoacán y el avance a los pocos meses de su ingreso fue notorio. Pues a los ocho meses de iniciada su rehabilitación el niño comenzó a articular frases completas y a ser entendible en lo que decía, tenía una mejor pronunciación y le costó menos trabajo aprender a escribir su nombre y leer un poco.

A la vista, Lucas parece ser un niño sin complicaciones, sus ojos verdes inmediatamente llaman la atención cuando las personas lo ven. Está sentado en una silla pequeña, jugando con las manos y un gafete, nada lo distrae, hay algo en su mente que ocupa toda su atención, de repente como si una idea le llegara y tuviera que divulgarla inmediatamente, se levanta y se acerca a su mamá para externarle que pronto será su cumpleaños y que de regalo desea recibir películas. Luego de hacer este comentario, Lucas regresa a su silla y sigue jugando…

Actualmente Lucas tiene seis años de edad, está por ser dado de alta y a pesar de las dificultades que significan su enfermedad, ha sido un niño feliz. “Lucas es un niño muy despierto, le gusta platicar mucho y se expresa mucho porque además es un niño muy sensible. En casa le gusta jugar con el DVD y poner y sacar películas, si yo lo dejara, todo el día se la pasaría ahí jugando”, cuenta Ana María quien en cada momento voltea a la silla donde está su pequeño para cuidarlo.

Con todo y su lesión cerebral Lucas tiene la perfecta capacidad de aprender en una escuela convencional y aunque asistió primeramente a una institución de educación especial, se dice feliz por cursar su primer año de primaria en una escuela “normal”. Aunque a decir de su madre, al principio le costó trabajo y fue hasta un mes después que el niño decidió contarle a su familia lo que le pasaba en la escuela.

“Lucas me dijo que lo cambiara otra vez a la escuela especial porque lo molestaban los niños en la otra, le decían ‘burrito’ y como es un niño tan sensible se sentía muy mal. Así que buscamos la posibilidad de cambiarlo de escuela y me dijeron que podría meterlo en la tarde, pero por las terapias era complicado, así que lo cambiamos de salón, la nueva maestra lo recibió pero el niño quiso ir a visitar a sus compañeritos del otro grupo y lo corrieron, le dijeron que ya no pertenecía ahí y que se fuera, estuvo muy triste porque lo lastimaron mucho”, cuenta.

En la silla de al lado, Lucas escuchó con atención lo que su mamá contaba e inmediatamente se levantó para interrumpirla. “Mi fiesta de cumpleaños será en un salón de fiestas”, dijo el niño y al cuestionarle si podía invitarnos, miró a su madre y contestó que sí, no sin antes advertir: “Pero va a ser en un salón de fiestas y solo me van a regalar películas”.

“Me gusta venir al CRIT y me gusta hacer todo, me gusta nadar. En mayo voy a entrar a tanque, me gusta mucho”, volvió a decir Lucas mientras su madre hablaba de que los médicos le han dicho que podría tener el Síndrome de Asperger, una enfermedad relacionada con el autismo, pues aunque Ana María dice que es un “parlanchín” le cuesta trabajo socializar. “Si en la escuela se está hablando de algún tema en específico, Lucas de la nada empieza a decir lo que está pensando o lo que le gustaría hacer, eso todavía tenemos que corregirlo”.

En el CRIT a Lucas le dan terapias de lenguaje, entra a las sesiones de hipersensibilidad y a tanque (alberca), además de otras. Al principio, al niño se le dificultó hacer los ejercicios de fuerza en la sala de Mecanoterapia y actualmente aunque con complicaciones puede sostenerse en su pie izquierdo, acción que para muchos es fácil, pero para Lucas ha sido todo un logro.

“Mi hijo es muy amoroso, sí le gusta estar con la gente aunque no habla. No tolera ruidos, por eso es que quieren descartar el Asperger, pero tiene que saber escribir para que le hagan el estudio. Y es que desde chiquito están con que sí y con que no. Cuando yo vi que escribió su nombre me puse feliz, sí ha avanzado pero va lento”, dijo la madre que aunque no suelta las lágrimas, sus ojos claros ya se inundan y se tornan rojos mientras mira a su niño.

“Y me toca con Atziri pero hasta el martes, porque es de dientes” vuelve a interrumpir Lucas mientras muestra su dentadura y se retira a su silla; se sienta y sorprendido voltea a ver a un fotógrafo que estaba frente a él y que anteriormente ya había solicitado permiso a su mamá para capturar imágenes del niño. Se queda serio, voltea a ver a su madre como para tener su aprobación y dedica una sonrisa a la cámara, habla algunas palabras con el fotógrafo y continúa jugando con su gafete.

“Yo le pude reventar los pulmones a mi hijo” recuerda Ana María. “Porque yo no sabía qué le pasaba y quise darle respiración de boca a boca, gracias a Dios mi hijo no murió. Me emocioné y lloré de la emoción, mi marido estaba ahí y no me podía controlar. Mi hija mayor entiende solita que Lucas tienen una enfermedad y me ayuda mucho con él y con su hermanito, se quieren mucho” y sus ojos vuelven a tornarse rojos.

Llega el momento de que Lucas nos dé una demostración de los avances que ha tenido en el CRIT, camino hacia la sala de Mecanoterapia el niño voltea a ver a su madre y le dice “Mamá pero hoy no me toca CRIT”, Ana María le dice que se hará un reportaje de sus avances, así que el niño accede y al terminar sus ejercicios y jugar un poco en el patio del CRIT, nuevamente se vira hacia su mamá y le dice: “Mamá estoy cansado”. Ana le dice que entonces su cansancio le impedirá asistir a su clase de natación e inmediatamente el niño contesta: “Mamá no me cansé mucho, solo tengo poquita hambre”.

Ireri Piña es licenciada en Periodismo, reportera de Educación, Turismo, multifuente. Contadora de historias y causas sociales; michoacana, moreliana