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Cada día México se encuentra más próximo a la elección presidencial, señalada por algunos como la elección más grande de la historia, debido a que no solo se elegirán a las nuevas autoridades federales sino que habrá elecciones locales en 30 de las 32 entidades federativas.

Claro está, el principal peso político de la elección será la persona que sea escogida para ocupar la presidencia por los próximos 6 años, y en ella caerá la responsabilidad de reaccionar frente a todos los problemas y circunstancias de índole nacional que hoy afectan a la mayoría de los ciudadanos.

Entre estas circunstancias se ubica a la política exterior mexicana, y es de hecho un tema en el que sin lugar a dudas los posibles candidatos presidenciales tienen que hacer énfasis, especialmente con la complicada relación que se ha tenido con EUA desde el ascenso de Donald Trump a la presidencia de ese país.

Desgraciadamente parece ser que el actual gobierno federal está tratando de mantener una posición muy ambivalente, ya que por un lado aparentemente está buscando incrementar lazos comerciales y tratados con otros países que no sean los EUA, pero por otro lado aun parece que esperan que la actual postura externa del gobierno de Trump cambie y regrese las relaciones a la forma en la que estaban antes de que éste asumiera la presidencia en enero de 2017.

Es decir, el gobierno federal ve el deterioro de las actuales relaciones con EUA como un hecho temporal, al que solo le tendrán que hacer frente unos pocos años y que posteriormente la relación política-económica entre EUA y México volverá a ser la misma.

Sin duda esta es una percepción con dos terribles fallos, el primero es el hecho de actuar como si Donald Trump en algún momento fuera a echar atrás su postura internacional con México, cuando realmente su propaganda se basó en buena medida en dar un giro notorio a las relaciones con México; el simple hecho de que esté a punto de conseguir que el congreso federal de EUA le apruebe el presupuesto para el muro es prueba suficiente de que Trump difícilmente cambiara su postura mientras se mantenga en el cargo.

El segundo fallo, es precisamente planificar la política internacional con la idea de que las relaciones con EUA tarde o temprano se normalizaran y por ende la profundización de lazos político-comerciales con otros países debe ser cautelosa y moderada, significando ello solo generar esta “diversificación” internacional de posible aliados políticos y comerciales como una medida temporal teniendo como único propósito subsanar las “bajas económicas” que pueda causar el actual gobierno de Trump. Y este fallo existe concretamente por la errónea noción de que Trump será un fenómeno “único e irrepetible” en la historia de las relaciones internacionales entre México y EUA.

Precisamente el gobierno federal debería de ver las actuales políticas de Trump como un ejemplo del daño que causa tener en la práctica a un solo socio internacional, y por ende debería de profundizar lazos de manera mucho más efectiva y sólida con otros potenciales socios, no estar a la espera de que en algún momento las relaciones con EUA se restauren a como estaban anteriormente del 2017.

La diversificación política y comercial internacional es indispensable para cualquier país que desee tener una política y economía estable frente a coyunturas históricas, mismas que pueden suscitarse en cualquier momento, tal como lo fue la llegada de Trump al poder.

Es por tanto que la política exterior mexicana es un tema que tanto la clase política como la sociedad de México deben de estar tratando en esta época electoral, realizando posibles propuestas para reformar por completo la actual política exterior en beneficio del interés nacional mexicano.