Michoacán enfrenta la operatividad de 17 cárteles del crimen organizado, según un análisis detallado de la situación en el estado.
Morelia, Michoacán.— De acuerdo con una radiografía elaborada por el investigador Víctor Manuel Sánchez Valdés para “Animal Político”, se revela que al menos 17 cárteles o grupos del crimen organizado, operan en los 113 municipios de Michoacán.
Según el investigador, en los 113 municipios del estado opera al menos una organización criminal, y en varios de ellos mantienen presencia hasta ocho grupos, que se disputan el territorio.
Sánchez Valdés señala que en 30 municipios hay un solo grupo dominante, pero en otros 31 operan dos, y en más de una treintena se identifican de tres a cinco organizaciones.
Apatzingán
El caso extremo es Apatzingán, donde se registran hasta ocho grupos simultáneamente.
Se trata de células del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); Los Viagras; La Nueva Familia Michoacana; los Blancos de Troya; remanentes de los Caballeros Templarios; el Cártel de Tepalcatepec y otras facciones.
El especialista agrega que esta concentración revela un conflicto criminal persistente que rebasa por mucho la capacidad operativa de las autoridades locales.
CJNG
El estudio identifica al CJNG como la organización con mayor alcance territorial, ya que señala que tiene presencia en 110 de los 113 municipios, con una expansión particular en Tierra Caliente, en los límites con Jalisco y en corredores estratégicos como el que conecta con el puerto de Lázaro Cárdenas.
El análisis también menciona que su presencia se ha extendido también hacia zonas agrícolas, donde se han documentado presiones contra pequeños productores.
En contraste, señala que Cárteles Unidos aparece como una alianza variable que integra a Los Viagras; la Nueva Familia Michoacana; el Cártel de Tepalcatepec, remanentes templarios y otras células menores.
Según el informe, esta estructura presente en 81 municipios, aunque no opera como un bloque compacto, dado que, en ocasiones, sus facciones compiten entre sí.
No obstante, su capacidad de adaptación explica por qué, pese a los operativos federales, continúan disputando el control de rutas, producción agrícola, minería y cobro de cuotas.
El especialista señala que dentro de la alianza destacan Los Viagras, con influencia en al menos 44 municipios y un peso determinante en las economías ilegales de Tierra Caliente y la zona centro.
La Nueva Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios
Le sigue La Nueva Familia Michoacana, presente en 29 municipios, mantiene actividades que van de la extorsión al tráfico de drogas sintéticas.
Y los Caballeros Templarios, aunque debilitados, siguen operando en por lo menos diez localidades, a menudo integrados a otras alianzas criminales.
Otras organizaciones con menor visibilidad pública también ocupan amplias franjas del territorio, pues según Sánchez Valdés, se identifican grupos como el Cártel de Tepalcatepec en 26 municipios; a los Blancos de Troya en 12; al Cártel de los Reyes en 11; al Cártel de Santa Rosa de Lima en dos, y a una célula del Cártel de Sinaloa —Los Mayos—, en uno.

No obstante, informes recientes muestran que Los Viagras dejaron la asociación de Cárteles Unidos para aliarse al CJNG, en tanto que, el Cártel de Tepalcatepec se asoció con los segundos.
Además, existen grupos regionales como Zicuirán; los Correa; los Tena; los Pájaros de la Sierra; Pueblos Unidos; los Panchitos y los Revuelta, activos principalmente en zonas rurales del centro y sur del estado.

Constelación de cárteles en Michoacán
El panorama que presenta la investigación es crítico para la política de seguridad federal, pues Víctor Manuel Sánchez Valdés advierte que la fragmentación, la colusión local y la multiplicidad de grupos presentes en un mismo territorio representan barreras estructurales que cualquier estrategia debería reconocer antes de anunciar objetivos de pacificación de corto plazo.
En la práctica, la disputa no enfrenta únicamente a dos grandes bloques como CJNG y Cárteles Unidos, sino a una constelación de actores con alianzas cambiantes que pueden reacomodarse ante cualquier vacío.
La coexistencia de grupos grandes, medianos y células comunitarias convierte a Michoacán en un territorio donde el control criminal se reorganiza a un ritmo que supera la capacidad de respuesta institucional, considera el especialista.
Y advierte que la persistencia de estructuras locales vinculadas al crimen también limita la eficacia de los operativos, pues reduce la capacidad del Estado para recuperar espacios sin generar nuevos focos de violencia.
La radiografía presentada por Sánchez Valdés demuestra que Michoacán enfrenta un desafío que no puede resolverse únicamente con despliegues militares o la captura de líderes visibles.
Concluye que, con 17 organizaciones criminales activas y una disputa extendida en prácticamente todo el territorio, el reto exige estrategias integrales que atiendan la colusión institucional, la impunidad y la violencia económica que permite a estos grupos sostener su poder.


