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Las pasadas elecciones del primero de julio, tienen un profundo significado para los partidos políticos, en tanto que las derrotas de los 3 partidos de mayor tamaño, PRI, PAN y PRD, aún con coaliciones electorales, son equivalentes al fracaso de sus formas de organización y ofertas ideológicas, que son iguales a la pérdida de su legitimidad.  Este año, será registrado como la derrota de los partidos políticos neo-liberales y del surgimiento de MORENA, como un partido pequeño en su estructura, que fue capaz de movilizar a las masas nacionales.

Los conceptos de masa, del pueblo identificado con los pobres, del tiempo en tanto historia y futuro como propósito, del cambio y la transformación, de las grandes prioridades nacionales, sugieren que se ha iniciado la posibilidad de un modelo diferente para el desarrollo de México, que ya no es el modelo inspirado por la luchas sociales de nuestro país, ni tampoco del modelo neo-liberal que sustituyó diversos problemas del país, como son entre otros, el combate a fondo de la corrupción y la inseguridad, la desigualdad y la pobreza y el surgimiento de nuevos ricos por medio del robo de los recursos públicos.

Podría decirse de un nuevo lenguaje, con palabras que expresan contenidos reales, junto a una nueva mentalidad de los mexicanos, demuestran que la historia la hacen las grandes mayorías, movidas por el hartazgo de los engaños, en la coincidencia de sus votos, como repudio a las viejas prácticas partidistas de simulación y mentiras.  La confusión de quien es quien en la política ha empezado a clasificarse, ahora, los secretos, los excesos, los despilfarros, fácilmente se pueden abrir a la luz pública y a la evaluación de los actores políticos como buenos, malos, corruptos, etcétera,  cada vez mayor.

Del miedo colectivo que vive el país,  parece estar resurgiendo la confianza, el optimismo, en lugar del pesimismo y la seguridad y la determinación de nosotros mismos.  Podría ocurrir que el presente, sea el inicio que termine con los privilegios y el comienzo de nuevos fines, así como lo esperamos todos,  la verdadera esperanza para la reconstrucción de los procesos que generan desigualdad, evitando la pobreza de muchos y la riqueza de pocos. Son tiempos de una política que debe obligar a nuevos procesos de abajo hacia arriba, de un pueblo que castigó y ahora está obligado a seguir pidiendo rendir cuentas y resultados, más que nunca  la evaluación ciudadana será imprescindible.   Que la confianza no se vuelva un desencanto social.

También, podría ocurrir que sea el inicio de la formación de mentalidades colectivas diferentes, que en sus creencias compartidas, permitan entender e impulsar los cambios para una sociedad diferente, como digna heredera de pasados que inspiran los grandes orgullos. Sin embargo, la experiencia muestra, que para cumplir con los grandes proyectos históricos, es indispensable la organización y la conciencia política de las masas, del pueblo, de los ciudadanos, según sean denominadas las grandes fuerzas colectivas.  En el caso mexicano del presente, como la mayoría  de los partidos  están políticamente quebrados y MORENA necesita tiempo para estructurarse, la condición de organización para la gran  transformación nacional, resulta absolutamente necesaria.

En la sociedad neo-liberal, de mercado, toda forma de organización se contrapone, los grupos organizados, grandes o pequeños, contradicen la esencia d la sociedad neo-liberal.  Sin embargo,  ante circunstancias y retos distintos, la organización no sólo debe de entenderse y aceptarse, sino debe impulsarse forzosamente valorándose como el gran desafío  de todo lo pendiente en este país.  Organizar y educar políticamente al pueblo, debe representar la consigna inmediata.  De lo contrario, los vacíos en la organización política, tenderán  a llenarse espontáneamente con los adversarios, que harán cuanto esté a su alcance para impedir, desviar y hacer retroceder cuanto se haga en este nuevo contexto nacional.

Habrá que tener confianza en que la gente tenga capacidad para organizarse por sí mismo, para trabajar, aportar, corregir, impulsar y defender, un proceso de transformaciones fundamentales que ya deben pasar de las palabras a la realidad.