Mujeres periodistas en Michoacán desafían la necropolítica, enfrentando violencia y censura mientras resisten desde la palabra y el silencio.
Morelia, Michoacán.- En una tierra marcada por la violencia estructural, la impunidad y el dominio del crimen organizado, las mujeres periodistas que ejercen su labor en Michoacán no solo informan, sino que resisten, conforme lo asegura la investigación de Comunicación e Información de la Mujer A.C. (CIMAC), “Cronistas de la Necropolítica”.
Según la investigación de la organización, el ejercicio profesional ocurre en contextos de riesgo extremo, donde enfrentan simultáneamente la violencia de género, la censura y el abandono institucional.
En este entorno, se ven obligadas a desarrollar formas de sobrevivencia que van más allá del periodismo.
Periodistas michoacanas resisten la necropolítica
De acuerdo con una investigación de CIMAC, México figura entre los países más peligrosos para ejercer el periodismo.
En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2025 de ‘Reporteros Sin Fronteras’, el país descendió tres lugares para colocarse en el sitio 124 de 180.
Este deterioro, advierte el organismo, refleja una situación “difícil” para la libertad de prensa a nivel global, pero en entidades como Michoacán, la condición es crítica.
CIMAC identifica que ser mujer periodista en territorios como Michoacán implica desafiar mandatos de silencio impuestos por estructuras criminales, políticos locales e incluso por los propios medios de comunicación.
En su investigación, las comunicadoras consultadas narran cómo deben diseñar redes de apoyo y autocuidado para continuar informando en entornos donde el Estado “tiene el poder, pero no el control”, como señala el Índice de Conflictos 2024 de ACLED.
Violencia feminicida
La violencia feminicida y la falta de justicia agravan el panorama, pues el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) reportó más de 18 mil asesinatos de mujeres en el sexenio anterior.
En Michoacán, varios de estos casos han afectado directamente a mujeres periodistas o a sus entornos, lo que genera un clima de terror y autocensura.
Ante la ausencia de políticas públicas eficaces, las periodistas que permanecen en estas “zonas calientes”, como se conoce popularmente a regiones como Tierra Caliente, ejercen lo que CIMAC define como “periodismo de paz”, una práctica que documenta desde la dignidad de las víctimas, sin replicar los lenguajes del horror.
“Estas cronistas contemporáneas quebrantan el acomodamiento de una cultura machista, narca y violenta”, señala el reportaje.
Uno de los hallazgos más alarmantes de CIMAC en su publicación “Dejar todo” fue el desplazamiento forzado interno de periodistas.
En 2020, documentaron 21 casos de mujeres en esa condición, sin garantías de retorno ni respaldo para continuar sus proyectos.
En total, se contabilizaron ese año 251 casos de violencia contra comunicadoras: 19 feminicidios, 9 desapariciones y 10 desplazamientos.
Michoacán es parte de este mapa, ya que, las periodistas que se niegan a irse y continúan narrando, desde la incertidumbre, resistiendo desde la palabra y rompiendo las zonas del silencio.
No cuentan con escoltas ni estructuras de protección eficaces, pero tienen, en cambio, redes de compañeras, espacios de sororidad y el compromiso de no callar.