El arzobispo de Morelia pide políticas públicas por la paz y seguridad para enfrentar la violencia en México.
Morelia, Michoacán.-El arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, advirtió que México no puede normalizar la violencia ni resignarse al miedo, y llamó a las autoridades a impulsar políticas públicas reales en favor de la paz, la seguridad y la reconstrucción del tejido social.
En rueda de prensa, en el marco del Domingo de Pascua y del Año Santo, Garfias Merlos centró su intervención en la urgencia de recuperar la esperanza como vía para enfrentar la crisis de violencia que vive el país.
“No a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo. La guerra siempre se pierde. El único modo de vencer una guerra es no hacerla”, dijo.
El arzobispo remarcó que, ante los estragos del miedo y el desamparo, la Iglesia no puede quedarse al margen, por lo que llamó a “convertir este siglo en un siglo de esperanza”, empezando por valorar lo bueno que aún existe en México y enfrentando la tentación de ceder ante el mal.
Aseguró que la paz debe construirse desde las familias, pero con el respaldo de políticas públicas firmes y eficaces.
“Es urgente acompañar a las familias, no solo con sentencias, sino con políticas públicas fundamentales en favor de la paz”, sostuvop.
Advirtió que no debe normalizarse la violencia: “No podemos acostumbrarnos a este nivel de violencia”, insistió.
En ese sentido, anunció que la Iglesia en Morelia trabaja en un proyecto interprovincial para dar continuidad a los talleres pastorales, en coordinación con otra provincia eclesiástica, con el objetivo de incidir en la unidad, la seguridad y la educación.
“Hemos hecho un proyecto importante como dos provincias, que somos todos, para apuntar hacia las autoridades, hacia la sociedad civil y entre nosotros”, explicó.
Garfias respaldó tambiém el mensaje del Papa Francisco, al que definió como lleno de esperanza, sobre todo para los jóvenes: “No son el mientras tanto, sino el nombre de la vida”, dijo.
Y reiteró que desde la Comisión de Pastoral de la Seguridad, la Iglesia local seguirá aportando lo que le corresponde para promover la conciencia y la responsabilidad colectiva.
Remarcó que la fe debe estar acompañada de decisiones valientes y coherentes ante las consecuencias de los eventos de violencia, y que cada actor social debe asumir su parte en la construcción de un país más justo y seguro.