Foto: Cortesía

Distintas fuentes señalan pronósticos poco optimistas para la economía del país, en el periodo presidencial que esta por iniciar,  a pesar de los muchos mexicanos que tenemos la gran esperanza de que las cosas sean todo lo contrario.  Todos los señalamientos tienen como elemento común la disminución de las inversiones en la creación de empleos bien remunerados, disminución de los ingresos familiares y retroceso de la economía nacional y por ende locales.

El problema es simple y lo vamos a repetir cuantas veces sea necesario: si no hay inversión, no hay trabajo y si no hay trabajo, no hay tampoco generación de riqueza, sino todo lo contrario.  En el caso michoacano, los empresarios  señalan la tendencia a marcharse de Michoacán, en tanto la inversión extranjera se mantiene a marchas forzadas, en el marco de un  gobierno encargado de crear las condiciones para que los particulares hagan “buenos negocios”.

La inseguridad sigue en el contexto estatal y se volvió, lamentablemente,  el pan de cada día, acostumbrandose a ello.  Hay una ausencia estrategias puntuales y explicitas, para revertir los procesos, otorgando al gobierno incapacidad de iniciativa, para prevenir en lugar de contestar a cada problema por separado.  Está demostrado que los planes de desarrollo correspondientes a las distintas administraciones estatales, sólo permiten conocer intenciones de hacer, dados los obstáculos legales, institucionales, políticos y sobretodo presupuestales para convertirlos en realidad.

La inversión privada, extranjera, nacional y local, juega un papel determinante en el desarrollo de Michoacán.  Las necesidades actuales y futuras para la generación de empleos, no podrán cubrirse únicamente con recursos gubernamentales estatales  y federales.  Hacen falta atracción de inversiones, haciendo al Estado competitivo, ante vecinos que llevan la delantera como los Estados de México, Jalisco, Guanajuato y Querétaro. Un tema que por demás el Gobierno Federal no puede dejar a un lado a Michoacán, buscando las fortalezas para lograr en el estado un verdadero espacio de oportunidades e inversión.

Una estrategia de este tipo, supone considerar las siguientes premisas:

1.- Es obligación del gobierno lograr las condiciones para que la inversión privada, pueda efectivamente servir a los intereses del ciudadano común.

2.- En el marco de la globalización, existe una intensa competencia por la  atracción de inversiones, entre países entidades federativas y regiones al interior de cada entidad.

Por ello, los esfuerzos para atraer inversiones, dejan de corresponder exclusivamente al gobierno, en tanto, competen por igual a los potenciales inversionistas locales.  Uno y otros necesitan comprometerse con las acciones que hagan crecer la ocupación, la producción de bienes y servicios y el bienestar general.  Los beneficios serían para todos, con la participación de todos.

Son indispensables los acuerdos en este año que termina y  en el que se forjan nuevas expectativas y esperanzas.  Michoacán debe revalorar el papel de la inversión privada y desarrollar paradigmas en cuanto a la concepción del desarrollo buscado y del papel que pueda desempeñar el capital privado, la gobernanza es una alternativa que deberá estudiarse y aplicarse a fondo.  El objetivo inmediato consiste en trazar rutas de avance congruentes con la propia realidad, revisemos el caso de la crisis de los productores de aguacate, donde tanto las dos partes, gobierno y productores deben trabajar estrategias de políticas publicas para la consolidación de mercados.

Si este gobierno, el gobierno del cambio y la esperanza, se configura como el gobierno de las grandes definiciones, entonces, son los momentos de diseño, a partir de lo hecho, lo no hecho y lo mal hecho, para elaborar propuestas y compromisos, sin la menor duda de simulación.

¡No hay hilos negros, sino el real compromiso por hacer las cosas bien hechas!