Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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La soberbia de saberse mayoría absoluta en el Congreso, aunada a las disputas internas por el poder, han llevado a Morena a poner en riesgo la unidad institucional de la Cámara de Diputados.

Fue lo que ocurrió ayer durante la comparecencia, en San Lázaro, del secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya.

Los guindas repitieron las conductas parlamentarias que por años le reprocharon al PRI cuando tenía una mayoría del 50 más uno, hace ya 21 años.

Esta es la historia:

La larguísima comparecencia de González Anaya había transcurrido sin sobresaltos. En algunos momentos llegó a ser aburrida. Números iban y venían. Réplicas y contrarréplicas sobre lo mismo.

El titular de la SHCP se aplicaba para demostrar que el régimen de Peña Nietodeja una economía saludable.

Los morenos y sus aliados se aferraban a destacar el bajo crecimiento, el alto endeudamiento, el avance de los contrastes y que nada camina.

Fue al final que se produjo el cortocircuito derivado, dicen en el PAN, de “las vencidas” que se traen Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva, y Mario Delgado, el mero mero de la Junta de Coordinación Política.

Pero también de la equivocada conducción de la sesión por parte de la vicepresidenta de la Cámara, Dolores Padierna, quien presidía en ausencia de Porfirio.

Padierna se olvidó que en ese momento representaba la unidad de la Cámara de Diputados, y desde el sillón del presidente de la Mesa Directiva no sólo posicionó a su partido contra la política económica del gobierno, sino que le cerró el micrófono a la diputada del PRI, Soraya Pérez, quien protestaba por su errática conducta.

¡Cállese y siéntese!, decía a los priistas.

Dolores desconoció, además, el acuerdo que su correligionario, Mario Delgado,había hecho en la Junta de Coordinación Política, órgano de gobierno en la Cámara de Diputados, para que la comparecencia la cerrara González Anaya.

El propio Delgado le hizo un “extrañamiento” a la vicepresidenta de la Mesa Directiva y le recordó que el acuerdo que tomó la Jucopo sobre la mecánica a seguir “se tiene que respetar”.

Pero Dolores ya se había encarrerado, apoyada en un acuerdo que, dijo, se tomó en la Mesa Directiva.

“Estamos en el Poder Legislativo y el Poder Legislativo es el último que tiene la palabra. No el Poder Ejecutivo. Por eso estoy hablando yo a nombre del grupo mayoritario en esta Cámara”.

Su actitud fue un revulsivo para la bancada del PRI que ha permanecido muy agachada en lo que va de la Legislatura de la Cuarta Transformación.

Pero esta vez asomaron la cabeza y a gritos reprobaron el desplante de Padierna.

Hasta René Juárez, coordinador de la bancada tricolor, reaccionó:

“No estamos de acuerdo y rechazamos contundentemente que usted haga juicios de valor y ponga en riesgo la unidad de este parlamento”.

Padierna se salió con la suya y el Legislativo tuvo la última palabra en una Cámara que aún no ha podido ni instalar las comisiones. Y eso que todavía no entra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

  • Seguimos en San Lázaro. Se queda sin sus principales funcionarios. Ya se fue Mauricio Farah, secretario general.

El próximo 15 de octubre hacen lo propio Juan Carlos Delgadillo, de Servicios Parlamentarios. Carlos Olson, de Servicios Administrativos, ya entregó la renuncia.

El presidente de la Mesa Directiva, Porfirio Muñoz Ledo, le pidió su lugar al coordinador de Comunicación Social, Oscar Argüelles.

Pero éste sigue en su cargo.

Sabemos que Mario Delgado, coordinador de la bancada de Morena, le dijo al vocero que no se moviera de su lugar hasta que él dijera.

El desafío llevó a Porfirio a subir el tono. Nos aseguran que en una reunión de la Mesa Directiva, realizada ayer, amenazó con proceder judicialmente en contra de Argüelles.

Muñoz Ledo, por cierto, quiere meter una iniciativa para restarle facultades a la Junta de Coordinación Política, que preside Delgado, para sumarlas a la Mesa Directiva, que él encabeza.

Por lo demás, sabemos que los morenos no tienen con quién reemplazar a los funcionarios que se van. Lo han confesado en corto. La Cámara puede quedar acéfala en cargos clave.

  • No acabamos de entender que Felipe Muñoz Vázquez, subprocurador especializado en la Investigación de Delitos Federales de la PGR, haya declarado que el gobierno de Brasil no ha entregado a México la información requerida en varias ocasiones sobre el caso Odebrecht.

El funcionario lo hizo un día después de que el Inai le ordenara abrir la información sobre las averiguaciones previas del citado caso que involucra a funcionarios mexicanos en supuestos sobornos otorgados por la empresa brasileña para adjudicarse millonarios contratos con Pemex.

A la memoria nos vinieron los señalamientos que el exprocurador general de la República, Raúl Cervantes, le hizo a senadores antes de dejar el cargo, a mediados de octubre del año pasado.

“La PGR ha concluido las investigaciones respecto a uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que se hayan visto en México y en América Latina”, dijo entonces.

“Esquema —añadió en su cuenta de Ttwitter— para corromper, obtener contratos públicos y uso de paraísos fiscales”.

Es poco probable que Cervantes haya dejado su cargo en la PGR con el engaño de que las investigaciones sobre Odebrecht habían concluido.

Tampoco es creíble que lo haya declarado ante senadores sin tener la información del gobierno de Brasil.

Hay un video en el que el representante de Odebrecht en México confirma, en una declaración judicial, que el entonces director de Pemex, Emilio Lozoya, recibió sobornos por 10 millones de dólares.

¿A qué juega la PGR?