Foto: Archivo/Ismael Díaz

¿Que visitar en Michoacán?. La visita a la mariposa Monarca es un evento sin parangón en el planeta. Cada año, hacia la segunda mitad del otoño, decenas de millones de mariposas de la especie llama Monarca llegan a los bosques del noroeste del estado de Michoacán para pasar el invierno.

Procedentes de Canadá y Estados Unidos, entran a México cruzando el río Bravo siguiendo más o menos la escarpada línea de la Sierra Madre Oriental. Su recorrido, de más de 4 mil kilómetros, termina en ciertas sierras (sólo en algunas del centro de México), donde los bosques de pino-encino, a una altitud aproximada de unos 2,400 msnm, abren paso a los robustos oyameles, los árboles preferidos de las inmigrantes anaranjadas.

Ahí, las mariposas  se reúnen por millones para reposar, reproducirse y refugiarse de las frías ondas invernales.

En diciembre y enero suelen formar racimos gigantescos que cuelgan casi sin movimiento de las ramas de los oyameles. Pero en los días más cálidos y conforme el invierno se atenúa, en febrero y marzo se lanzan a volar en increíbles nubes de colores, persiguiéndose, buscando los charcos, acosando a las incipientes flores del Altiplano o simplemente estrenando sus recién abiertas alas. Y de nuevo, hacia finales del invierno y principios de la primavera parten rumbo al norte, como otras muchas especies, en busca de tierras más promisorias.

Eso sí, nunca olvidan Michoacán. Lo llevan tan pegado a sus entrañas que el recuerdo lo transmiten a sus hijos y a los hijos de sus hijos, quienes al año siguiente regresan a él.


Los santuarios de la Monarca 

Las mariposas suelen establecer en el país entre ocho y doce colonias de hibernación repartidas en la zona limítrofe de los estados de Michoacán y México. Para protegerlas, en el año 2000 el gobierno federal mexicano estableció la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, con un área de resguardo de 56 mil hectáreas. Esta reserva no cubre un espacio único, sino varias zonas -correspondientes a las distintas colonias de insectos- dispersas en un amplio territorio.

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Foto: Archivo/Ismael Díaz

Dentro de la reserva hay cuatro colonias o santuarios abiertos a los visitantes. Los dos más espectaculares se encuentran en el estado de Michoacán. El más famoso es el Santuario de El Rosario, 11 kilómetros al oriente del municipio de Ocampo, que a su vez se ubica a 25 kilómetros al norte de Zitácuaro. Hay caminos en buen estado y transporte público en temporada para acceder desde Ocampo al santuario. Ya en la entrada del lugar, es preciso caminar cuesta arriba cerca de 1,500 metros para acercarse a los árboles favoritos de los lepidópteros.

El segundo es el Santuario de Sierra Chincua, que se localiza 9 kilómetros al noreste de Angangueo, un viejo poblado minero que se encuentra unos 34 kilómetros al norte de Zitácuaro.

Este santuario también es accesible desde Tlalpujahua (a 28 kilómetros) y algunas localidades del Estado de México. También hay caminos decentes y transporte público entre Angangueo y el santuario. Una vez en la entrada de éste, hay que recorrer a pie o a caballo entre 2 y 3.5 kilómetros para llegar a las áreas principales de mariposas.


El país de la Monarca 

El espectáculo de las mariposas es sorprendente, pero no es lo único que hay que ver y disfrutar en la región nororiental del estado de Michoacán. Al momento de planear un viaje por la zona, es muy fácil combinar la visita a los santuarios con distintas paradas muy interesantes.

En la región podemos recomendar, en primer lugar, el Pueblo Mágico de Tlalpujahua, situado a sólo 28 kilómetros al norte del santuario de Sierra Chincua.

Igual de interesante es el poblado de Tuxpan, a 42 kilómetros al poniente del santuario de El Rosario. De camino al lugar se puede uno detener en la zona arqueológica de Zirahuato. Ya en el poblado de Tuxpan, no hay que omitir el Templo de Santiago Apóstol, del siglo XVIII, que en su interior alberga una de las mayores glorias de la pintura virreinal mexicana: el San Miguel de Ánimas, realizado en 1708 por el prodigioso pincel de Cristóbal Villalpando.

En las cercanías de Tuxpan está también la bonita cascada El Salto del Moro.

Foto: Archivo
Foto: Archivo

Sobre la misma carretera federal 15, pero 12 kilómetros más al poniente de Tuxpan, está el acceso a las Grutas de Tziranda, que además de sus enormes galerías ofrece el espectáculo de fascinantes fósiles y bandadas de murciélagos.

Otros 8 kilómetros en la misma dirección está Ciudad Hidalgo, la antigua Taximaroa, con su bellísimo templo conventual de San José, del siglo XVI.

Desde esta urbe es posible acceder, hacia el sur, a tres bellos cuerpos de agua predilectos de los amantes de la pesca deportiva y el campismo: las presas de Pucuato, Sabaneta y Mata de Pinos (las tres a menos de una hora de recorrido en automóvil).

En dirección opuesta, se encuentra otra de las maravillas del país de la Monarca: Los Azufres, una de las más ricas regiones hidrotérmicas del país, donde encuentra múltiples balnearios alimentados por ojos de aguas termales y sulfurosas, manantiales de barros termales, géisers y lagos en medio de un bello paisaje de cerros y bosques de pinos.