Por Itzel Chávez

El pasado 6 de agosto, Japón recordó un evento trágico en su historia, pues hace 75 años fue lanzada en la ciudad de Hiroshima una bomba nuclear; y tres días más tarde, ocurrió lo mismo en Nagasaki.

En este terrible ataque murieron más de 200 mil personas de manera inmediata; y más de 400 mil murieron a causa de enfermedades provocadas por la radiación de la bomba.

Cada año, en Japón se rinde homenaje a las víctimas de esta terrible arma. Se reunen miles de personas para encender velas y hacer oraciones. También se realizan otro tipo de rituales. Por ejemplo, en Hiroshima, los niños colocan grullas de papel en el monumento de la paz, para recordar a todo el mundo el siguiente mesaje:

”Este es nuestro grito.
Esta es nuestra oración:
que haya PAZ en el mundo”.

Recordar este trágico evento para la humanidad es importante para no olvidar la atrocidad de las armas nucleares; y evitar, a toda costa, que esto se vuelva a repetir.

Por eso, hoy te queremos recomendar un libro llamado Sadako y las mil grullas de papel de Eleanor Corr, el cual, esta basado en una historia real. Sadako fue una niña que vivió en japón de 1943 a 1955, y que falleció, a causa de la radiación que dejó la bomba nuclear.

Cuando el ejército de Estados Unidos dejó caer en Hiroshima la bomba atómica, Sadako apenas tenía dos años. Ella era una niña que amaba correr, jugar con su amiga y hacer travesuras. Pero pronto, una enfermedad silenciosa se apoderó de su salud, la leucemia.

En el hospital, su mejor amiga le regaló una grulla de papel y le contó una leyenda. Quien fuera capaz de hacer mil grullas de papel, podría pedir cualquier deseo, incluido, recuperarse de una grave enfermedad. Sadako llegó a realizar más de 600 grullas de papel.

El coraje de esta niña hizo que se convirtiera en una heroína para los niños japoneses. Sus compañeros terminaron las grullas que le faltaban, e hicieron todo lo posible para levantar un monumento en su honor. Al que ahora llaman el monumento de la paz.

Monumento a la paz de los niños en el parque conmemorativo de la paz de Hiroshima

Sadako es solo una de los muchos niños y personas afectadas por la radiación de la bomba. Así como lo señala Eleanor Corr en su novela:

“Muchas personas seguían falleciendo a causa de esa enfermedad. Aunque hacía ya nueve años que la bomba había caído sobre Hiroshima, el aire había quedado inundado de radiación, una especie de veneno que permanecía en el cuerpo de las personas durante mucho tiempo.”