Silvano ¿a la justicia o sólo ruido mediático
Foto. Cortesía

Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus

Irregularidades que superan los mil millones de pesos, confirman lo que ya era una sospecha general entre los michoacanos, el gobierno de Silvano Aureoles fue la expresión del fraude y la corrupción, sin embargo queda la duda de cuáles serán las verdaderas consecuencias del hallazgo, pues el silvanismo está vigente en toda la política estatal.

No sólo el actual gobierno cuenta con varios cuadros reciclados de la administración pasada, los adversarios no tuvieron muchos reparos en poner como su candidato a un allegado a Silvano, quien no sólo fue su secretario de gobierno, sino cómplice en los desfalcos al erario público: Carlos Herrera Tello.

Aún suponiendo que la actual administración quiera efectivamente hacer cumplir la ley y llevar a Aureoles a proceso, y que lo suyo no sea solamente una maniobra distractora de esas de las que su líder moral hace gala cada mañana, habría que preguntarse qué tan conveniente será esto para sus cuadros reciclados.

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Del mismo modo, en la oposición seguramente también estarán bastante incómodos con aceptar que su abanderado en las últimas elecciones no tuvo muchos escrúpulos en defraudar millones de pesos de los contribuyentes a los que pretendía gobernar con la bendición del ex gobernador, de un ex presidente y familia, así como de varios miembros de la élite política.

Es lamentable pensar que un político de tan baja ralea, un vulgar ladrón, haya acabado por convertirse en una especie de César, cuya herencia está diseminada en todas las expresiones políticas por las que los michoacanos podemos optar. De Tata Cárdenas a Silvano Aureoles hay muchos metros de caída libre.

Esta información aparece oportunamente justo en el momento en que la entidad se enfrenta a una nueva racha de violencia y criminalidad, solamente comparables a los peores momentos de los gobierno de Godoy y Vallejo, otros dos personajes, que a pesar de sus pésimos resultados siguen siendo grandes electores en la política estatal.

¿Acaso Michoacán no puede aspirar a otra política que no sea la que dirigen los lastres de siempre? Esa renovación era lo mínimo que se esperaba del cambio de gobierno, con un personaje que, a pesar de su paso por el perredismo, aseguraba no ser más de lo mismo. Pero apenas inaugurado, se mostró como un gobierno de cartuchos quemados.

Seguramente por unas semanas más resonarán las notas del robo ejercido por Aureoles y compinches, sobre todo cuando vuelva a acontecer alguna balacera o tragedia de esas que cada vez son más recurrentes, pero de eso al efectivo cumplimiento de la justicia, poco vamos a ver.

Desde luego, existe la posibilidad de que quien escribe este segmento se equivoque y en poco tiempo veamos a Aureoles vistiendo ropa beige y que la fiscalía del estado haga su labor, en este y otros muchos delitos que acontecen cada día en la entidad, entonces no tendré reparo en retractarme de mis dichos, pero los hechos son necios.

Lo peor en todo caso, es que como ciudadanía nos conformemos con ser robados y humillados una y otra vez, sin hacer nada al respecto, manteniéndonos en la lógica de cada seis años de votar por el menos peor, que tanto ha beneficiado a los oportunistas de todos los colores.