foto: Ireri Piña

Morelia, Michoacán.- Un calendario rayado en la pared azul del área “Conductas diferentes” y “Máxima seguridad”, sobresalía en una de las celdas, fechado desde marzo e iniciado en septiembre; la pared que da la bienvenida tienen un afiche de la llamada “Santa muerte” y en todas esas celdas hay dibujos y oraciones dedicadas a este personaje.

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Aunque el director del ahora extinto penal Francisco J. Múgica, declaró que esa área no se usaba debido a que no había reos peligrosos, en por lo menos dos celdas aún hay platos con comida, en una se puede observar una caja con artículos de higiene personal y un libro, hay cobijas y colchonetas y los baños, sucios, como de quien utilizaba esos espacios recientemente.

Las condiciones no son deplorables, pero tampoco comparadas con las de una vivienda. En esas celdas todavía se puede sentir el olor que dejan las personas que las habitaron y se pueden leer sus súplicas y los mensajes que dedicaron a sus seres queridos con el afán de no olvidarlas. Dicen, que ahí estaba encerrado un hombre que recientemente mató a su padre.

foto: Ireri Piña

En otras áreas del penal, se pueden observar los talleres que eran suficientes para todos ellos y que incluían carpintería, agricultura, ganadería, tapetes, mecánica automotriz, madera y otros. También hay una especia de “mercado” en el que se hacían servicios de lavandería, cortes de cabello y carpintería. Los anuncios: “A 10 PESOS EL CORTE”, “NO SE FIA” “SE VENDE MACROCEL TABLAS”.

Un kiosko al centro con la imagen de la Virgen de Guadalupe y un Cristo, una capilla del Santo Niño de la Salud, un auditorio, un salón, canchas de basquetbol y juegos infantiles, todo ello se queda solamente para el recuerdo, testigo de los dolores y pocas alegrías que pudieron tener quienes en alguna o más ocasiones cometieron errores y recibieron o esperaban sentencia.

foto: Ireri Piña

Los dormitorios, espacios que nombraban “galeras” cada uno de los 334 presos contaba con una habitación, no se puede entrar pero se alcanza a percibir el olor a suciedad y en algunos, se notan todavía ropa, zapatos y cobijas que utilizaron mientras estuvieron aquí, todos ahora moradores del Centro de Readaptación Social David Franco Rodríguez. Y aunque una de las versiones dice que el traslado se debió a la ya desgastada infraestructura del lugar, por lo menos a la vista no se nota.

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Es un lugar descuidado, sí. Pero la vista que da a la entrada es buena, jardines y canchas cuidados. Pero al interior no se puede ver, no se permite, solamente los familiares que van a recoger cosas lo pueden hacer y María dice: “Es como una pequeña vecindad, pero la verdad sí está muy descuidado hasta huele mal”.

En las paredes se pueden leer todavía los requisitos de visita y una hoja con las actividades a realizar durante la Semana Santa; ya no habrá Viacrucis en el penal más longevo de Morelia. Las cadenas y cerrojos que diariamente se escuchaban en este penal dejarán de sonar, ahora el lugar será destinado a otros fines que aún se desconocen a decir del propio director, Félix López.

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Ireri Piña es licenciada en Periodismo, reportera de Educación, Turismo, multifuente. Contadora de historias y causas sociales; michoacana, moreliana