Sídney, Australia.- La ajetreada agenda de Meghan Markle y el príncipe Harry parecía ir en hora este viernes. Sin embargo, un percance de última hora les ha obligado a retrasar momentáneamente las actividades previstas. Percance que, por cierto, causó cierta angustia a la duquesa de Sussex, pues ocurrió en el avión que ella viajaba.
Los recién casados se disponían a volver a Sídney, después del recorrido que hicieron por las islas Fiji y Tonga. Todo iba según lo estipulado y subieron al avión de la compañía Qantas que les llevaría a su nuevo destino. Sin embargo, durante el aterrizaje, los pasajeros se llevaron un susto.
La aeronave estaba a sólo 40 metros del suelo cuando, de pronto, interrumpió súbitamente el aterrizaje, causando un brusco movimiento que causó cierta preocupación entre los pasajeros que estaban a bordo.
Consciente del susto que podría haber causado la precipitada maniobra, el capitán Nigel Rosser se apuró en dar una explicación para calmar los ánimos. El pilotó explicó que decidió abortar el aterrizaje porque había otro avión demasiado cerca en la pista del aeropuerto, por lo que prefirió evitar riesgos.
Rosser quiso animar a los ocupantes y se permitió incluso hacer una broma, apaciguando así a la gente que estaba más alterada: “Van a poder disfrutar de otra gran vista del puerto”. Una declaración que recogió un periodista del diario británico The Mirror que también iba a bordo.
El aterrizaje, finalmente, se completó sin más problemas y los pasajeros, incluidos Meghan y el príncipe Harry, aplaudieron al tocar tierra.