¿Larga vida al PRI?

El PRI se encuentra en un proceso de rejuvenecimiento: están logrando la restauración del autoritarismo, cuentan con la mayoría de los gobernadores y controlan las dos Cámaras a través de acuerdos y los grandes medios de comunicación. Por si fuera poco,  cuentan con el 27 por ciento del voto duro con lo que se perfilan como el favorito dentro de dos años. ¿Cómo lo logró? Destruyeron a sus principales adversarios políticos (PAN-PRD) sin  necesidad de utilizar la fuerza pública, aprovechando el desconcierto que provocó la derrota que les infringió en el 2012. Los convenció de firmar el Pacto por México, con la promesa de hacerlo parte del poder para luego desecharlos. A partir de ese momento, panistas y perredistas entraron en un tobogán de cual no han podido salir y los ha obligado a meditar sobre la posibilidad de ir unidos en el 2018. El problema es que lo tendrían que hacer con un candidato independiente que garantizara un gabinete plural. Pero antes de concretar dicha alianza, necesitan ver si funciona su idea en los procesos electorales que se darán este año. La gran prueba será Veracruz donde el candidato opositor Miguel Ángel Yunes Linares ha resultado ser un político indefendible por la cuantiosa fortuna que pose y no ha podido justificar. Sin duda ha dejado un mal sabor de boca.

En este retroceso democrático que el país vive, ambos institutos políticos tienen un grado de responsabilidad de cual no pueden escapar. En lo que van del sexenio no han sabido entender cual debe ser el papel de ser oposición. Parece estar más ocupados en sus purgas internas que de crear un contrapeso político. La política de alianza con la gubernaturas de Puebla, Sinaloa y Oaxaca sólo pueden calificarse de desastrosas.

De  esta mezcolanza entre panistas y perredistas, Morena se beneficia en su discurso donde se presenta como un instituto político serio, que es la única opción viable para sacar a los priístas de Los Pinos.  Andrés Manuel López Obrador ha sabido entender las circunstancias, y a pesar de rodearse de políticos que han sido desechados por otras fuerzas políticas, los morenistas mantienen una imagen de pureza. Además es el único que ha  mantenido una línea confrontativa con el Gobierno Federal. Aprovecha los vacíos legales del Instituto Nacional Electoral (INE) para cuestionar las acciones de las autoridades  y al mismo tiempo promover su imagen, y no obstante, ha evitado entrar en una confrontación  con sectores productivos del país. No quiere repetir la historia del 2006 donde se les escapó el poder porque se sentó antes de tiempo en la silla presidencial y despreció cualquier diálogo con los poderes fácticos, empresariales y políticos. .

Las preguntas son: ¿Le alcanzará? ¿La soberbia no le ganará en la recta final del proceso electoral? ¿El fuego amigo terminará imponiéndose?  Sin duda ha sido demasiado su desgaste entre el electorado.

Paralelamente, y de manera menos visible, ha empezado a gestarse una propuesta alterna a los partidos políticos. Cuauhtémoc Cárdenas, el senador de la República Alejandro Encinas, entre otros, están impulsado la idea de crear un frente político donde la sociedad civil sea el actor protagonista. El proyecto no ha prendido, pues a la mayoría de los votantes  le cuesta trabajo concebir que el poder puede ejercerse sin la necesidad de los partidos políticos. Es una incógnita el destino de este proyecto político. Dependerá de la reacción de la gente cuando la crisis económica se agudice después de que pase la cita con las urnas. A esto se debe añadir la necesidad de que surja un líder que tenga la talla moral para llamar a la reconstrucción nacional. Es difícil, pero no imposible. Ya veremos cómo se van dando las cosas.