Hector Tenorio

Se cumplirán 48 años de las protestas estudiantiles de 1968 que se transformaron en un movimiento por las libertades democráticas y civiles. Los jóvenes defendieron el derecho a tener cualquier preferencia política, ideológica, religiosa, partidaria, sexual y no por eso debían ser reprimidos. Sus reclamos han permeado a lo largo del tiempo como una fuerte crítica desde la izquierda al sistema político mexicano. Sin embargo, en el panorama actual persiste la impunidad, la intolerancia, la desigualdad social y lo peor no parece existir la posibilidad de revertirlo. A pesar de todo, quienes recogieron ese espíritu rebelde son los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. A dos años de su desaparición no cejan en el empeño de reencontrarse con sus hijos, aunque tal posibilidad se antoje imposible. Han logrado movilizar a la opinión pública nacional e internacional, orillando al Gobierno Federal a no dar carpetazo al asunto.

En este contexto, el PRD pagó un alto precio al reconocer que cuando eligieron a José Luis Abarca para que fuera su candidato a la presidencia municipal en Iguala Guerrero, no les importó el programa de gobierno sino el dinero y las relaciones que tenía el político, eso le ayudó a tomar el poder. No obstante, el ex edil terminó preso acusado de haber participado en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. El ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, se vio forzado a pedir licencia y al final los priístas se llevaron la gubernatura. Después de la debacle electoral del 7 de julio del 2015, Carlos Navarrete dejó el cargo de presidente nacional del sol azteca de manera anticipada, su lugar fue ocupado por Agustín Basave y luego por Alejandra Barrales.

Ahora bien, la pérdida de la ideología en el PRD comenzó bajo la presidencia de Amalia García (1999 al 2002), cuando se promovieron candidatos ajenos a la izquierda. Tiempo después, Nueva Izquierda (NI), con la complicidad de Alternativa Democrática Nacional (ADN), realizaron alianzas con el PAN y respaldaron al PRI en el Pacto por México. Hubo una falta de memoria, no se entendió la sangre derramada el 2 de octubre. El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, cree que puede llegar a Los Pinos, mientras que el gobernador de Morelos,Graco Ramírez Garrido, ya no quiere competir por la candidatura presidencial y ahora desea ser procurador de la nación. ¿El mandatario michoacano, Silvano Aureoles, que puesto buscará en este gabinete imaginario? En cambio, Cuauhtémoc Cárdenas impulsa un frente de fuerzas progresistas capaces de vencer al régimen, difícilmente se consolidará su idea, Andrés Manuel Lopez Obrador quiere jugársela solo.

El abismo entre ambas expresiones de izquierda se manifiesta en la Ciudad de México, el jefe delegacional de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal Ávila,aseguró que en su demarcación se ubican cinco cárteles del crimen organizado que se dedican al lavado de dinero, a la trata de personas, al secuestro, a la extorsión y a los homicidios. Expertos en el tema sostienen que el zacatecano no pactó con Mancera Espinosa. Este último cuando era procurador capitalino fue señalado de mantener nexos con estos grupos delincuenciales que funcionan como una especie de escudo protector de la capital del país frente a otros cárteles criminales.

¿Qué sucedería si Monreal Ávila ganara la Ciudad de México? Su familia y él han sido vinculados con Los Zetas quienes en caso de pretender conquistar la CDMX tendrían que realizarlo a sangre y fuego. La imagen de los políticos que registra nuestra mente ya no existe, ha dejado su paso a personajes oscuros que están bajo la sospecha de estar metidos en el negocio de las drogas.


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