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El Tzitzio que yo conozco, es el Tzitizio de niños, niñas y adolescentes que sonríen frente a un juguete, frente a un regalo, frente a unos dulces; es el de los sones, es el de los jóvenes que se reúnen para hacer fiesta, bailar y disfrutar de lo que da la vida.

En varias ocasiones me ha tocado asistir a repartir juguetes y ropa a las diferentes tenencias de Tzitzio, donde la gente nos regala una sonrisa, ellos y ellas son agradecidas.

El Tzitzio que yo conozco es el que permite identificar la belleza, y lo estético de diferentes maneras, en diferentes momentos del año: su montaña, sus ríos, sus depresiones; pero también es un Tzitzio con grandes problemas, con sus carreteras cuarteadas, sus animales atravesados en la carretera, su pobreza, sus necesidades sociales.

El Tzitzio que visite recientemente, fue un Tzitzio lleno de contrastes, de un lado las cuestiones ideológicas hegemónicas, y del otro, la posibilidad de trabajar en un modelo social de mayor impacto y con mayores resultados a partir de reconocer los mecanismos de participación ciudadana y gobernanza para dejarlos como instrumentos en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas.

En ocasiones las  ideologías en nada ayudan al progreso o al desarrollo y sí permiten mantener un estado de cosas que solo a un grupo social le podría convenir.

Las personas de Tzitizio, y los que por ellas transitan, han dejado profundo conocimiento y amor por lo que ven y perciben, hace poco recibí con gran júbilo un poema sin nombre que fue escrito rumbo a Tzitzio, en él se deja ver la gran pasión que se puede tener por un espacio abierto y de respeto a la naturaleza, en uno de sus párrafos se lee “El kilómetro 23, se empalma con mi edad, con lo místico. No pude evitar admirar tu inteligencia, elegancia, tu actuar empírico. Los recuerdos, los momentos, hoy con fuerza abracé, increíble, mágico, sublime, sutil; lo que selló esa tarde un café”. Continúa, “Al llegar, la maleza, la naturaleza, a nuestro favor conspiró, El profundo en tus ojos, algo en mi revivió, Esos ojos verdes se enlazaban a los míos con pasión, ahora en mi resuena un nombre “Morelos y Pavón”.

Eso significa Tzitzio, lugar hermoso; yo digo Tzitzio significa hoy en la Posmodernidad, el amor a la naturaleza, el amor al ser humano, el amor, que nos permite encontrar la comunicación para la convivencia social. Agradezco a hombres y mujeres que han compartido su respeto y que han permitido soñar en un nuevo mañana, que si bien no llegó con nosotros, deseamos que llegue con quien ahora estará administrando la municipalidad.

Estoy agradecido siempre por el recibimiento de quienes fueron en su momento candidatos Ana Bucio Cortés  y Guadalupe Arreola Zavala, presidenta y síndico  …­ a la presidencia municipal, porque me vi arropado con su presencia y su respeto.

Para mí, porque seguramente regresaré a Tzitzio, siempre representará una gran oportunidad de vida de poder compartir con las personas mis conocimientos y dejarlos como parte de una contribución de lo mucho que me ha dado la sociedad a través de mi formación profesional y académica.