Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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Hay cosas en común entre José Antonio Meade y Ricardo Anaya. Los dos nacieron en febrero. Los dos son piscis. El panista cumplió 39 años el pasado domingo. El simpatizante del PRI llegó hoy a los 49.

Los dos crecieron políticamente en tiempos del presidente Felipe Calderón, gobierno con el que ambos colaboraron.

El candidato simpatizante del PRI estuvo a cargo en la titularidad de dos secretarias: Energía y Relaciones Exteriores.

El abanderado del Frente, en la subsecretaría de planeación turística de la Secretaría de Turismo.

Los dos son hoy candidatos presidenciales. A los dos los involucran en escándalos financieros. A uno de ellos, el panista, por supuesto “lavado de dinero”.

Meade la coalición lo quiere hacer cómplice de los supuestos desvíos por 500 millones de pesos a diversas universidades que le achacan a su antecesora, Rosario Robles.

La coalición Por México al Frente sostiene sus acusaciones basadas en los informes de la Cuenta Pública 2015 y 2016 que contiene “observaciones” de la Auditoría Superior de la Federación por miles de millones de pesos.

Hay que aclarar que estas observaciones —mañosamente las llaman desvíos— no, necesariamente, son desfalcos y pueden solventarse en un lapso determinado, después de la revisión de la Cuenta Pública.

Eso lo saben, perfectamente, Damián ZepedaÁngel ÁvilaJorge Luis PreciadoMarco AdameFernando Rodríguez DovalMariana Gómez del CampoLaura RojasSilvia Garza y todos los frentistas que ofrecieron la rueda de prensa.

Del “cuarto de guerra” de Meade salió ayer un comunicado en el que acusan a Anaya de “mentir nuevamente”, al querer imputarle a José Antonio hechos derivados de contratos, que fueron firmados antes de su llegada a Sedesol.

“El equipo de campaña de José Antonio Meade se suma a la exigencia de que estas revisiones concluyan a la brevedad y se informe puntualmente el resultado de las mismas, trátese de la gestión de que se trate”, puntualiza el comunicado.

  • Lo de Ricardo Anaya es un caso más sólido, más grave, más complicado. No sólo su supuesto “prestanombres”, el empresario Manuel Barreiro, está amparado y fuera del país, sino que la Sociedad Manhattan Master Plan Development, relacionada con él, fue declarada por el SAT como “empresa fantasma”, dedicada a extender facturas falsas.

No vive su mejor momento el abanderado del Frente. Un complacido AMLO —la feroz batalla por el segundo lugar le beneficia— pidió se vaya a fondo en la investigación contra el panista. Su excompañera, Margarita Zavala, tampoco dejó pasar la oportunidad de sonarle: “No deja de sorprender que Ricardo Anaya, un hombre de 39 años y que solamente se ha dedicado al servicio público, tenga que explicar el origen de 54 millones de pesos”.

La gran pregunta la hizo ayer Enrique Ochoa Reza en la charla que sostuvimos: ¿Será el “último pecado” de Anaya? ¿Habrá más cadáveres en el clóset?

  • En 2014 se fue El Bronco del PRI y llegó a la gubernatura de Nuevo León. El presidente del partido era, entonces, César Camacho. Dos años después abandonó el partido Carlos Joaquín. Es el gobernador en funciones de Quintana Roo. El mero mero en el edificio de Insurgentes Norte era, entonces, Manlio Fabio Beltrones.

“A mí no se me va a ir ningún gobernador”, nos asegura el presidente en funciones del CEN del tricolor.

En la breve charla, alrededor de un café, le pedimos un pronóstico de cuántas de las nueve gubernaturas va a ganar el PRI en el mes de julio. “Nueve de nueve”, respondió.

Se dio cuenta del efecto de su respuesta en el reportero. ¿Carro completo en el contexto actual y con la marca devaluada? Imposible. Pero insistió en que sí se puede. Puso ejemplos para dar sostén a sus dichos. Habló del Estado de México. “Alfredo (Del Mazo) arrancó tercero, detrás de Josefina y de Delfina y hoy gobierna”.

Ilustró, también, con el caso Coahuila el año pasado. “¿No decían que habíamos negociado la gubernatura con el PAN? La elección se impugnó. En el Tribunal ganamos siete a cero. El gobernador es Miguel Ángel Riquelme”.

Ochoa Reza, por lo demás, no tiene ni la mínima intención de renunciar. No está en su horizonte. Quiere quedarse en la presidencia del PRI hasta el 2019.

Lo único que podría modificar sus planes son unos resultados malos en las urnas el próximo primero de julio, cosa que no visualiza.

  • El balance de su gestión no es malo. Los priistas no se dividieron en la Asamblea Nacional. En unidad aceptaron la candidatura de un no militante: José Antonio Meade.

Sólo ha habido dos bajas notorias en el proceso de selección de candidatos: el senador guanajuatense Miguel Ángel Chico, que se fue a Morena, y el sinaloense Antonio Astiazarán, que está en el Frente.

El PRI ganó dos de tres elecciones de gobernador en el 2017. Sólo perdió en Nayarit.

  • Sobre el caso del senador Chico nos habló Héctor Gómez Barraza secretario de Acción Política del CEN del PRI.

No olvida lo declarado por el citado legislador en contra de Ochoa Reza, luego de que el cenecista Germán Sánchez fuera declarado candidato del PRI en la entidad.

El funcionario del PRI dice que no sólo fue testigo, sino protagonista de una “historia de traición” de Chico.

Estuvo presente, asegura, cuando Chico le dio su “palabra de honor” al jefe de la bancada del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, de que no se iría del tricolor.

“No voy a traicionar al partido, no voy a traicionar al presidente Peña. No te voy a traicionar a ti”, le habría dicho.

Barraza jura que en esa reunión a Miguel Ángel le ofrecieron una candidatura pluri a una diputación o abanderar la contienda por la alcaldía de Celaya. “Tenía dos ofertas. Él tomó la de Morena”, puntualizó.