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El próximo mes de julio México afrontará el proceso electoral para elegir al siguiente presidente de la república quien gobernará de finales de este año hasta 2024, en vista de lo cual, la carrera por la presidencia nacional va adquiriendo nuevos matices por parte de los posibles contendientes, especialmente ahora que formalmente tienen la posibilidad de competir candidatos independientes, es decir aquellos que no tengan que ser postulados por algún partido político registrado.

Por el momento los que aparentemente tienen un poco más de ventaja son los posibles candidatos de los partidos políticos actualmente registrados, específicamente PRI, PAN, PRD, MORENA, PT, Partido Verde y Movimiento Ciudadano.

En el caso del PRI, aun con todo el desgaste político del actual gobierno de Peña Nieto, todavía mantiene un margen de apoyo superior al 20%, sumando a ello el hecho de que es el partido que tiene la maquinaria electoral más disciplinada. Este instituto político ha seleccionado al hasta hace poco Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, quien es único precandidato y por tanto seguro candidato oficial, una vez que se presente el registro ante el Instituto Nacional Electoral.

El precandidato tricolor tiene una carrera política que no inició en este sexenio sino desde el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, en el cargo de Secretario de Energía y posteriormente también como Secretario de Hacienda y Crédito Público. No obstante aun cuando ha trabajado en dos gestiones de partidos políticos diferentes, Meade se ha caracterizado por tener un perfil auténticamente tecnócrata, encaminado a favorecer políticas de libre mercado y de limitada intervención del estado en la economía, mientras que en la política social tácitamente respalda los programas sociales actuales del gobierno federal, así como en general la mayoría de las políticas públicas del actual gobierno peñista.

El PRI a su vez ha generado alianza política con el Partido Verde y el Partido Nueva Alianza, este último vinculado al Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación y a su ex líder, Elba Esther Gordillo. Si bien el PRI será el partido más fuerte, es probable que los otros institutos políticos aporten votos que bien podrían ser decisivos.

También debe señalarse que el PRI cuenta con un arma que muchos hoy no están considerando, y esta es la discrecionalidad en la intención de voto, es decir, muchos que probablemente votarán por el PRI el día de las elecciones, actualmente evitan señalarlo o incluso manifestar apoyo público al bloque dirigido por el partido tricolor o a su candidato, especialmente por parte de aquellos que de una u otra forma se han beneficiado o procuran beneficiarse con una posible victoria de este bloque oficialista o al menos por parte de alguna de sus estructuras corporativas y que precisamente porque actualmente no está tan bien visto apoyar al gobierno federal, prefieren disimular su intención de voto, por lo tanto en ese sentido la oposición al bloque oficialista tendrá que considerar cómo medir esta discrecionalidad para verdaderamente saber una aproximación realista sobre la intención de voto.

Sin embargo tanto Meade como su bloque deben saber que la propia actitud del gobierno federal les repercutirá directamente frente al electorado, es por tanto que la dirigencia priista aunque fuese de manera disimulada tendría que pedir a las autoridades nacionales, especialmente al presidente evitar cometer nuevos errores políticos-administrativos que le resten popularidad.

En lo que respecta al PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, a través del llamado Frente Ciudadano, hoy Frente por México, parecen estar en números simples con cierta ventaja frente sus rivales del PRI-PVEM-PANAL y MORENA-PT-PES. Debido a que sumando el porcentaje de votos que aproximadamente recibiría cada partido el día de la jornada electoral, tomando en base la elección federal de 2015, el Frente por México estaría arañando el primer lugar, no obstante esto puede cambiar en cualquier momento. Para empezar, la coalición ha sido severamente criticada por distintos sectores tanto sociales como políticos indicando que esta alianza es ideológicamente incompatible, específicamente por que el PAN tiene una visión política adversa hasta cierto punto con la ideología del PRD y en menor medida con Movimiento Ciudadano.

Si bien es cierto que aun a pesar de ello estos partidos anteriormente han formado coalición entre sí para algunas elecciones estatales, como fue el caso de Oaxaca cuando ganó Gabino Cue, las pocas veces que esto ocurrió se debió a situaciones muy particulares que usualmente involucraban el derrumbamiento de algún cacicazgo local encabezado por el PRI. Pero en general la idea de un bloque común entre estos partidos no deja de ser polémica. A tal punto que varios simpatizantes y militantes de los distintos partidos que conforman el Frente se han sentido incómodos con esta nueva alianza. Por ejemplo hace unos meses 21 integrantes del Movimiento Ciudadano renunciaron al mencionado partido por considerar que la alianza únicamente tenía como propósito preservar los privilegios políticos del PAN y PRD.

Es de señalarse también que en el caso de Movimiento Ciudadano, este partido si tiene la voluntad de permanecer en el Frente Ciudadano, tendrá que saber actuar de manera muy efectiva en lo que respecta a la comunicación social, ya que precisamente muchos de los que en los últimos 5 años han votado por Movimiento Ciudadano lo han hecho por el alejamiento que ha tenido este instituto político del resto de los partidos tradicionales, y ahora que está juntándose con dos partidos tradicionales tendrá que dar muy buenas “explicaciones políticas” a sus posibles votantes y simpatizantes.

Desde el realismo político, generar un Frente así y que logre mantenerse estable y con apoyo popular para el día de las elecciones, es una tarea sumamente difícil, ya que se tendría que trabajar en un proyecto o plan nacional muy preciso y claro y que sobre todo estipule puntos en común con los que los miembros del Frente puedan coincidir de manera plena, lo cual si bien no es imposible, en la actualidad es muy complejo generar este tipo de proyectos, especialmente porque las dirigencias de estos partidos miembros del Frente se han alejado de la opinión de la mayoría de los afiliados, sin mencionar que la actual precandidatura de Ricardo Anaya, hasta hace poco dirigente del PAN, puede terminar generando roces internos, fracturas y hasta disidencias en los propios partidos del bloque si el proceso de registro de la candidatura no se hace con gran cautela.