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Entendiendo la violencia económica hacia las mujeres en México y cómo identificarla para combatirla

En México, el desafío de la violencia de género persiste, requiriendo acciones concretas para mejorar la vida de las mujeres globalmente. El Día Internacional de la Mujer resalta las desigualdades y violencia que enfrentan cotidianamente. Además de la conocida disparidad salarial, existe un problema menos visible pero igualmente grave: la dependencia económica de las mujeres respecto a sus parejas u otros familiares.

Según la Endireh del INEGI, 16 por ciento de las mexicanas han experimentado violencia económica, una cifra alarmante que a menudo se subestima por su carácter menos evidente y sus consecuencias perniciosas.

La violencia económica puede ser una barrera para que las mujeres se enfrenten a otros tipos de agresiones. La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define esta violencia como la injusta restricción del uso o acceso al dinero, limitando oportunidades y causando estrés financiero. Se manifiesta en el hogar y el trabajo, donde la brecha salarial sigue siendo un problema.

Las formas de violencia económica incluyen el control del dinero, negación de recursos financieros, interferencia en empleo o educación, endeudamiento forzado y decisiones financieras unilaterales. Estas prácticas socavan la independencia económica de las mujeres, atrapándolas en dependencia y vulnerabilidad.

Para 2020, 19.1% de las mujeres en México fueron víctimas de control o chantaje económico, un descenso desde el 24.5% en 2011. Identificar esta violencia es esencial, aunque complejo, ya que no deja marcas físicas y sus efectos son sutiles. Los signos incluyen control excesivo de recursos, restricción de independencia financiera, manipulación financiera, amenazas financieras y aislamiento económico.

Para prevenir la violencia económica, es vital aumentar la conciencia y ofrecer apoyo a las víctimas. Se deben promover políticas que fomenten la educación financiera y la independencia económica de las mujeres, además de asegurar servicios de apoyo especializado.

La prevención incluye reconocer el trabajo no remunerado, controlar ingresos y gastos, rechazar decisiones financieras impuestas por otros y evitar endeudamientos por terceros. La violencia económica debe reconocerse legalmente como abuso y abordada mediante la cooperación de gobierno, sociedad civil y otros actores.

La erradicación de la violencia económica requiere desafiar las normas culturales y de género para lograr una sociedad equitativa y justa para todos.