Velaske, Yo Soi Guapa? violencia estética
Karina Vega Ruiz | Foto: Cortesía

Explora cómo la violencia estética afecta la percepción de belleza en mujeres, influenciada por estereotipos y presiones culturales.

En el año 2017 se hizo muy viral un vídeo conocido como “Velaske, ¿Yo Soi Guapa?”; a partir de ello nos permitiremos hablar sobre la idea de la belleza.

La historia nos habla de la existencia cultural y social de la belleza, para ello es importante definir primero que es lo que conocemos como lo bello; la RAE nos dice que lo bello es, 2. f. Persona o cosa notable por su hermosura. Sinónimo: divinidad, preciosidad, hermosura, encanto, beldad, venus, apolo, adonis, bombón1, monumento.( https://dle.rae.es/belleza, 2024).

La idea de lo bello va a corresponder a contextos sociales, geográficos, temporales y culturales, según sea el momento histórico que estemos viviendo y la región en la que nos encontremos es que vamos a encontrar diferentes representaciones de la belleza.

En antecedentes históricos podemos encontrar que existía una relación de la belleza con la cultivación del alma (intelecto) pero que a su vez se representaba bajo ciertos estándares de una estética de la corporalidad y como estos han ido cambiando en el paso del tiempo, un ejemplo claro de ello es que en la prehistoria como en la época del Renacimiento, se medía la belleza en base a parámetros como la fertilidad y la supervivencia.

Es por ello que, las mujeres voluminosas acaparaban la atención, ya que los cuerpos redondeados simbolizaban la salud. Mientras que para las culturas griegas la belleza tenía una relación directa con la simetría de los rostros y lo atlético de los cuerpos.

La idea de la salud con relación a la estética del cuerpo va a ser una constante que también nos vamos a encontrar, cuerpos delgados son cuerpos sanos, cuerpos jóvenes son cuerpos sanos. Esta falta idea de la relación de la salud con la belleza y la globalización del mundo moderno imperando el mundo occidental trajo consigo la idea universal de belleza tiene la cual está estrechamente vinculada con los medios masivos de comunicación. Como es bien sabido a inicios de los 2000, se universalizo la idea de belleza a través de la delgadez extrema y esto trajo consecuencias mortales en muchas mujeres a lo largo y ancho del mundo.

Entonces ¿existe una relación directa entre belleza y violencia?

Abrir esa conversación es algo que Esther Pineda G. en el año 2014 inicio, con su libro “Bellas para morir: Estereotipos y violencia estética contra la mujer”, que nos servirá como referencia para hablar sobre el tema.

La relación entre violencia y estética se fundamenta en las narrativas, representaciones y prácticas que ejercen presión y discriminación sobre las mujeres para obligarlas a satisfacer al canon de belleza.

Esther Pineda G, ha definido la violencia estética como toda la presión a la que son sometidas las mujeres para responder a la expectativa y exigencias de belleza. Esta presión puede provenir de distintas instituciones y agentes de socialización, como la familia, la escuela, los grupos de pares, los medios de comunicación, las redes sociales; es una violencia psicológica que tiene consecuencias físicas en las mujeres producto de la imposición de un canon de belleza.

Las niñas que experimentan la violencia estética crecen sintiéndose inseguras, incorrectas, inapropiadas, inadecuadas, imperfectas, feas e incómodas con su imagen y su cuerpo. Por su parte las niñas que sí responden al canon de belleza, que reciben mensajes positivos por su apariencia y corporalidad, crecen creyendo que la belleza es un indicador de valor social, que su valor como persona viene dado exclusivamente por la belleza, lo cual las presiona para satisfacer siempre el estereotipo de belleza porque de ello depende su aceptación, validación y afecto. Lo anterior genera que las mujeres estén preocupadas y ocupadas en su imagen apartándose de los espacios de poder y toma de decisión.

La violencia estética le hace creer a las mujeres que son ellas y sus cuerpos los que están mal, haciéndolas sentir culpables, haciéndoles sentir vergüenza, diciéndoles que solo hay unos cuerpos válidos y bellos y que para acercarse a esa belleza y valoración social deben modificar sus cuerpos; de lo contrario tendrán que vivir las consecuencias que son la desvalorización personal y social por no satisfacer esa expectativa de belleza.

Según Pineda G. la violencia estética se fundamenta en cuatro elementos fundamentales: el sexismo, el racismo, la gordofobia y la gerontofobia.

Anteriormente hablábamos sobre la relación que tiene la belleza del cuerpo con la idea de salud, es aquí pues que nos vamos a enfrentar a una problemática del siglo XXI, lo Fitness, es definido como un estilo de vida que se basa en el ejercicio físico para lograr un estado de bienestar.

El problema de este concepto es lo que ha traído consigo, sobre exigencia en la actividad física de las personas, trastornos de la conducta alimentaria, dismorfias corporales, entre muchos otros; mantener un estilo de vida fit aparte de no ser sencillo no es barato, evidencia un problema sistémico de clase. Es por ello que yo sumaría a los elementos fundamentales de la violencia estética el clasismo.

Mismo concepto que nos puede hacer reflexionar sobre la relación que tiene la producción (capitalismo) con la idea de lo bueno y por otro lado también abre la conversación sobre la antítesis de la belleza, la otredad. Todo lo que no es bello es malo, un ejemplo de ello son las brujas de los cuentos clásicos.

Por ello, no resulta descabellado hacer señalamientos ante los principios capitalistas que permiten la explotación y el sometimiento de los cuerpos de las mujeres; mismas que han sido convertidas en consumidoras de una industria cosmética, farmacéutica y quirúrgica multimillonaria que se mantiene en manos masculinas. Y, al mismo tiempo, han sido transformadas en objetos de consumo para satisfacer los imaginarios y fantasías que los hombres tienen sobre el cuerpo y la imagen de las mujeres.

Sexismo, racismo, gordofobia, gerontofobia y clasismo van a ser entonces los ejes sobre los cuales se van a desarrollar las narrativas que desacreditan la diversidad de los cuerpos y las catalogan como “feas”; como se ha hablado, la belleza es una construcción que va a ser moldeable según el momento en el que hablemos de ello; no obstante, los requisitos que se mantienen sin importar la época son: la blanquitud, la juventud, la delgadez y la clase. Elementos que son también asociados con la elegancia; de los cuales el que destaca es el de la delgadez.

Los conceptos de la idea de belleza han creado en las mujeres de manera diferenciada esta lucha por cumplir con esos estándares, misma que pueden llegar a hacer que las mujeres violenten su propio cuerpo con transformaciones drásticas o poco saludables.

Dentro de ese sistema hay una rueda que gira y gira para mantenernos funcionales como objetos de placer y de servicio al patriarcado. Y uno de los mecanismos más presentes y siempre en tendencia es el de la cirugía plástica.

Este es un mercado al alza. Toda la oferta de servicios estéticos y de procedimientos para modificar la forma como lucimos tiene gran valor. De acuerdo con una investigación de la Asociación Internacional de Cirugías (ISAPS) por sus siglas en inglés, en 2021 las mujeres representaron el 86.1 % de la demanda total a nivel mundial por procedimientos estéticos, mientras que en los hombres fue de 13.9 %. Según esta asociación México ocupa el lugar número cuatro en consumo de este mercado. Con tal de alcanzar estándares de belleza las mujeres invierten mucho en ello, aunque se tengan riesgos físicos, mentales o mortales.

Rita Segato menciona en el ensayo de su conferencia Contra-Pedagogías de la crueldad (2016), cómo en el sistema que vivimos, un sistema capitalista patriarcal y neoliberal, es muy conveniente eliminar aquello que nos lleve a empatizar con las personas para que se reduzcan a entes que sirvan a la producción, y cómo en especial las mujeres somos reducidas a objetos.

De esta manera es que construimos la idea de la feminidad latinoamericana, anteriormente hablábamos sobre la relación que tiene la idea de la elegancia con la delgadez extrema, atributo que no se busca en la mujer latina, derivado de ideas colonialistas es que el sujeto femenino latinoamericano es visto aún como “exótico” por ello el canon es más bien el de la chica voluptuosa de calendario y la hipersexualización del cuerpo latino.

Es fundamental hablar sobre los estereotipos de belleza hegemónicos. La hegemonía, como lo explica Gramsci, es este mecanismo de opresión por el cual una clase dominante se impone sobre una oprimida a través de diversos medios. En este caso estamos hablando de los mecanismos de opresión a través de la concepción de idea de la belleza; anulando así la diversidad de los cuerpos, negando la existencia de las mujeres trans, indígenas, afrodescendientes, gordas, y todo aquello que no quepa en el estándar.

Según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, en el país 20.2 por ciento de la población de 18 años o más declaró haber sido discriminada en ese año. Los motivos principales: el peso o estatura, la forma de vestir o el arreglo personal, la edad y las creencias religiosas.

La relación directa que tiene la violencia estética con las modificaciones corporales es estrecha; una modificación corporal, también conocida como transformación del cuerpo, es la alteración permanente o parcial deliberada del cuerpo humano por motivos simbólicos, estéticos, religiosos o culturales.

En el caso de las mujeres latinoamericanas vamos a revisar que las modificaciones corporales van relacionadas con la idea de la estética de la mujer voluminosa, tal es el caso de las llamadas “buchonas” en México, modelo que se replica en países como Colombia son conocidas como las “producidas”; en Venezuela, como las “explotadas”.

Es por medio de esta idea de belleza que las mujeres se someten ante prácticas de riesgo en torno a su salud.

Revisando más datos de ISAPS, durante 2021 aún en plena pandemia en el país se registraron 1,270,605 procedimientos. Predominó la liposucción con un 15.3 %, aumento de bustos con un 11.6% y aumento de glúteos alcanzó un 9.5 %. Ahora, respecto a la medicina estética, se registraron 597,923 procedimientos no quirúrgicos entre los que prevalecieron la inyección de bótox con un 44.6 %, la inyección de ácido hialurónico con un 28 % y la depilación con un 8.2 %. Siendo la liposucción uno de los procesos quirúrgicos más arriesgados, lo que nos permite decir que con tal de pertenecer a un canon las mujeres están dispuestas a poner su vida en riesgo a través de procedimientos quirúrgicos; por ello es importante hablar de la violencia estética, en pro de la construcción de nuevas narrativas entorno a las corporalidades diversas.

Hablar de violencia estética también es hablar sobre la vida de las mujeres, sobre empoderamiento y emancipación, porque como se mencionó con anterioridad, el sometimiento de los cuerpos feminizados empieza desde edades tempranas y la búsqueda de la belleza hace que las mujeres nos veamos desplazadas de la búsqueda del poder.

Existe una estrecha relación de la cultura con la idea de la belleza misma que se fundamenta a través de la hegemonía; por medio de la cual se niega la identidad de lo queer, y ayuda al sistema patriarcal a fundamentar la idea de la dualidad de la mujer, la buena y la mala, la bella y la fea; la mujer perversa.

Construir nuevas narrativas entorno a la belleza, a la feminidad y la diversidad nos permitirá vivir en mayor armonía con nosotras mismas; como es bien dicho en los movimientos de las diversidades corporales “No te veas a ti misma con ojos de patriarcado”.